Es imposible, Martín… No vas a poder", le decían casi todos los abogados del país con tono resignado. Y su quijotada –de expediente bajo el brazo y estudiada reflexión– lo impulsaba hacia adelante. "Me encerré una semana con todos los libros, a darle vueltas al asunto. Te soy sincero: en aquel momento no tenía ni idea… La llegué a pasar muy mal. El apoyo de mi familia fue fundamental. No era fácil… Y fijate ahora", afirma el doctor Martín Leguizamón, y la mirada se le enciende.
Habrá que retroceder doce años para encontrar la génesis de este presente, que lo consagra como uno de los abogados más exitosos del país. Su especialidad jurídica lo dice todo: ya suma 57 sentencias favorables en casos que involucran a los llamados buscadores de Internet, entre los cuales Google y Yahoo! califican como los más populares.
La reciente victoria de Silvina Luna ante los gigantes de la web (les ganó un juicio por 350 mil pesos) volvió a colocar la cuestión en el centro de la escena. El abogado que inició esta práctica, allá por 2006, al que recurren casi todas las celebridades, está aquí: tiene 57 años, es de San Isidro, padre de cinco hijos y se le hincha el pecho por su amado River Plate.
MANDATO FAMILIAR. "Mi papá, Adolfo, que falleció hace veintiocho años, fue un gran abogado laboralista. Lo extraño horrores… Me recibí el mismo día que mi hermano y, como el viejo estaba enfermo de cáncer, pedimos por favor que apuraran el trámite para que nos dieran el título. Por suerte, lo tuvimos un mes antes de su fallecimiento. De alguna forma, siempre sentí su presencia en este proceso. Fue una fuente enorme de fortaleza", se emociona Leguizamón.
Arrancó desde abajo, como secretario de un juzgado, y tuvo que renunciar porque no le alcanzaba la plata. En los 90' entró al estudio que comandaba su padre y comenzó a especializarse en derechos de imagen. "Un día de 2006 me llama Facundo Monteverde, representante de modelos, y me pregunta: '¿Podés atender a una clienta que vino de Canadá y tuvo un problema con un buscador de la web?'. Le dije que sí, pero no tenía ni idea de lo que es un buscador. Era Jorgelina Citino, a quien iban a nombrar gerente de Marketing de una empresa y contó, al pasar, que había sido modelo en la Argentina. Los canadienses la buscaron en Internet y los primeros resultados eran de sitios como gatitas.com. Terminó sin el puesto, llorando en mi oficina. Pensé que tenía que haber alguna solución, que se tenía que aplicar el derecho real al virtual. 'Dame una semana; voy a estudiar el tema', le dije. Así empezó todo".
–¿Le intimidó el tema?
–No, al revés, me llenó de adrenalina. Lo tomé como un desafío. Tenía que convencer a los jueces de esa época, todos tipos grandes… Imaginate. Preparé mi primera cautelar, muy "tarzanesca".
–¿Jurisprudencia…?
–No había. Cero. La jurisprudencia en la Argentina la creé toda yo.
–¿Nadie se animaba?
–Es una rama muy específica y no podés vender humo. Tenés que ser claro, concreto, conocer los términos técnicos y al rival que tenés enfrente. Aquella vez me fui al juzgado Civil y se declaró incompetente. Pasé al Federal y pedí hablar con el juez de ese momento (José Luis Tresguerras). Me atendió muy cordialmente, abrió los ojos y dijo: "Es gravísimo… ¡Pobre mujer!". Me dijo que volviera en dos horas y pensé que me la iba a rechazar. Pero no. La primera cautelar salió el 26 de abril de 2006. Me la jugué entera contra las gigantes… y les pude ganar.
–El caso que se convirtió en bisagra es el de la cordobesa María Belén Rodríguez, cuya imagen aparecía injustamente asociada a sitios pornográficos.
–Es el que les abrió la puerta a todos. Porque después de ese fallo de la Corte Suprema, también de 2006, los jueces dictan las medidas cautelares en forma inmediata. Paradójicamente, Rodríguez es la única que no cobró, porque la Corte estimó que Google y Yahoo! obraron con diligencia (para retirar sus imágenes). Lo raro es que habían pagado una multa de 50.000 pesos por incumplimiento de la medida cautelar. Un contrasentido. Pero bueno, lo importante es que el fallo estableció la responsabilidad de los buscadores. Porque si bien ellos se encargaron de repetir –recortando la información– que "los buscadores no eran responsables de los contenidos creados por terceros", todo bárbaro, eso es verdad; pero la Corte también dijo que existen "ilicitudes manifiestas y groseras que ni siquiera requieren una orden judicial para su bloqueo". Por ejemplo, la difusión de videos íntimos, el trucamiento de fotografías, las cuestiones que involucran a menores, las lesiones al honor, cualquier información que desbarate una investigación en curso… Basta una notificación para que los buscadores las bloqueen. Si no, son tan responsables como los creadores del contenido. Y si sucede esto, los condenan sistemáticamente. Van 57 sentencias favorables.
–¿Recibe muchas consultas por este tema?
–Un montón, todos los días. Creo que esto recién empieza. Hay que fjarse mucho, porque estas tecnologías viven parasitariamente. ¿Por qué te creés que te brindan cada vez más aplicaciones? Para lucrar con tus datos.
–Hay casos muy graves, como la pornografía infantil.
–Terrible. Las plataformas, a través de los perfiles falsos que podés armar, les dan a los pedófilos la posibilidad de captar menores. Necesitamos una legislación aceitada y accesible para la gente. Los que marcan el camino son los europeos. Hay que mirar para allá.
–¿En algún momento te inquietó enfrentarte a empresas tan poderosas?
–Tuve mis miedos y dudas. Una sola vez flaqueé, en 2010; estaba con mil problemas, todo me salía mal… y dije: "¿Cómo me metí en esto?". Pude superarlo gracias a mi mujer, Victoria, y a mis hijos Manuela, Candelaria, Clarita, Benjamín y Bautista. Tuve la convicción y lo logré. El único abogado, de los muchos que me crucé en esos años, que siempre me decía "les vas a ganar", es Fernando Burlando. Hace un par de años me invitó a incorporarme a su estudio. Para mí fue como que me llamara el Manchester City. Hoy somos grandes amigos.
–Ya dejaste una huella en tu profesión.
–¿Sabés lo que me emocionó? Que el otro día mi hijo Bautista, que estudia Derecho en la Universidad de San Isidro, me contó que estaban estudiando el caso Belén Rodríguez, el que originó todo. "¿Me lo podés explicar vos?", me preguntó. ¿Qué puede haber mejor que eso?
Por Eduardo Bejuk. Fotos: Fabián Uset.
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