Gerardo mira a Estela a los ojos y levanta su cabeza. Con ese simple gesto, los dos saben que el siguiente tema lo van a bailar juntos. Y cuando suenan los primeros acordes de Agárrense de las manos, el famoso tema del Puma Rodríguez, él toma las manos de ella y comienza una danza que, para esta jubilada de 88 años, es una de las más lindas de su vida. "¡Desde que murió Alberto, mi esposo, no bailaba con nadie!", confiesa emocionada, con los ojos celestes y profundos como un océano. Sus manos, que en su tiempo de enfermera eran tibias, rosadas y sirvieron para curar a cientos de chicos del Hospital de Clínicas, hoy reflejan el paso del tiempo. Sin embargo, sienten la misma emoción que cuando era una veinteañera y en una esquina de Palermo esperaba la llegada de Alberto en la heladería Tucán.
Hace apenas cinco minutos que Jubilandia, el proyecto que crearon Mike Amigorena, Gerardo Chendo y Andrés D'Adamo, acaba de tocar su último tema y hay alegría en el salón del hogar Rozman, en Villa Luzuriaga, partido de La Matanza. "Siempre tuve afinidad por la gente grande. Además siento que la Argentina va a salir adelante el día que todos le dediquemos un poco al otro", confiesa Mike quien, junto a sus amigos y ex compañeros del grupo Ambulancia, hace tres meses comenzaron con esta idea. Desde entonces ya hicieron treinta presentaciones en geriátricos, residencias, teatros y clubes de barrio.
"Todo nació el día que Gerardo me propuso ir a cantar para su mamá, que estaba internada con Alzheimer. Fue tan movilizante la experiencia que decidimos seguir haciéndolo en otras instituciones de manera organizada", confía Amigorena. Los tres músicos le ponen alegría y emoción a cada lugar a donde van. Temas populares como Canción con todos, Luna tucumana, Mía, Mi Buenos Aires querido, No vamo'a trabajar, Marcha de San Lorenzo, Fiesta, Luna cautiva, Zamba de mi esperanza, Imagine y Voló la paloma emocionan a los abuelos, recordándoles sus mejores primaveras.
"Estaba sin trabajo y con tiempo. Fue tan bueno el show que dimos en el primer lugar, que decidimos llamar a geriátricos para continuar. Y cuando digo '¡Buen show!' hablo del cariño que nos dejó la gente", asegura Mike, quien a los 46 años desde hace unos meses está en pareja con Sofia Vitola (33), la cantante rosarina del grupo Potra.
Además de Jubilandia, son varios los proyectos en los que está enfocado: a punto de sacar Daa, su segundo disco solista de electro pop; el unitario Pasado de copas, Drunk History por Telefe; la tira Otros pecados en Pol-ka; y ensayando la obra Cabaret para 2019.
–¿Cómo se les ocurrió cantarle a la gente mayor?
–Años atrás, los tres creamos el grupo Ambulancia y nos hicimos grandes amigos. Hace poco charlando con Gerardo, nos dijo que su mamá hace cinco años que estaba en un geriátrico y que cuando le cantaba, los ojos le brillaban, al igual que a sus compañeras. Cada tanto, él iba a cantarle tangos y entonces le propusimos hacerlo juntos. Así nació Jubilandia.
–¿Cuál fue el primer lugar?
–El geriátrico de un vecino. Pero ahí fui solo. Me di cuenta de que los abuelos se encendían cuando me veían o escuchaban.
–¿Y vos qué sentiste, Mike?
–Paz. Esa es la palabra. Cuando te dedicás al otro, andás más liviano por la vida y se refleja en todos tus actos. Te cambia la cabeza y ya no pensás sólo en vos. Hoy, Jubilandia es una necesidad para los abuelos… Y también para nosotros.
–¿El hecho de que te haya criado tu abuela Antonia tiene algo que ver con este amor por la gente mayor?
–Puede ser. Ella vivió para mí y yo la cuidé hasta el final. Con 88 años, hicimos juntos un viaje a Chile, el último. Fuimos en micro desde Mendoza y no nos despegamos ni un minuto. La llevaba a comer, la acompañaba al baño, en fin, la abuela Antonia fue siempre mi gran debilidad.
–¿Te llaman seguido de los geriátricos?
–¡De todos lados! Igual, tratamos de hacer todas las presentaciones en la ciudad de Buenos Aires porque así hay días en los que metemos tres shows. Durante una hora, ellos vuelven a ser jóvenes y nosotros nos llenamos el alma de amor.
–¿Lo hacen totalmente gratis?
–Sí. No le pasamos ningún gasto al lugar y siempre tratamos de ir a sitios humildes. Pero "al final, hay recompensa", diría Gustavo Cerati. Sin buscarlo, el Instituto de Previsión Social nos contrató para que les demos vida a los centros de jubilados, teatros y sociedades de fomento de todos los Municipios de la provincia de Buenos Aires.
–¿Se quieren ganar el Cielo?
–¡No, todavía tenemos muchos años en la Tierra! (carcajadas). Sentimos que hacer el bien nos hace bien: ésa es nuestra mejor paga.
por Sergio Oviedo.
Fotos: Alejandro Carra.
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