Teatro en la cárcel: "Nos conmovió la respuesta de mujeres y hombres que sueñan con reinsertarse"

En un marco de concientización acerca de la violencia de género, los tres protagonistas de La última vez –una obra audaz y comprometida– desplegaron su profesionalismo sobre el escenario montado en la Unidad Penitenciaria 47 de José León Suárez. Una experiencia extraordinaria, que presenciaron 300 detenidos –hombres y mujeres– y ayudó a todos a reflexionar.

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Los actores también recorrieron los
Los actores también recorrieron los pasillos del penal. La iniciativa forma parte del programa que llevan adelante el Ministerio de Justicia y el Senado bonaerenses.

"A la mayoría de las que estamos acá nos pasó hace rato esto de la violencia de género. ¿Quién no se comió varias trompadas y terminó en el hospital o deformada en su propia casa? Lo bueno es que ahora se habla del tema y eso va a evitar que muchas chicas terminen en un cajón", reflexiona Elsa, de 34 años, presa desde hace dos en la Unidad 47 de José León Suárez –de población mixta: no comparten pabellones ni celdas, pero sí espacios comunes de recreación– por venta de estupefacientes, un flagelo que viene multiplicándose en los últimos años. Son mujeres que terminan comercializando drogas porque sus maridos o parejas las inician en eso. Léase: en lugar de conseguir el pan de cada día, los hombres obtienen la cocaína de cada día.

Los tres protagonistas de La
Los tres protagonistas de La última vez –una obra audaz y comprometida– desplegaron su profesionalismo sobre el escenario montado en la Unidad Penitenciaria 47 de José León Suárez.

El actor Alejandro Fiore la escucha atento junto a sus colegas Bárbara Groppa y Mónica Salvador. Los tres acaban de presentar La última vez en la prisión, ante 300 internos que los aplaudieron de pie. "Es una obra de fortísimo compromiso social, que invita a la reflexión y a la acción sobre la violencia de género". En la trama se abre el telón a la intimidad de una relación de vínculos enfermizos que se van gestando en silencio y a oscuras.

Previo al ingreso al SUM
Previo al ingreso al SUM -Salón de usos múltiples- donde se realizó la obra, se cumplió con el cacheo de rutina que exigen las normas internas.

"¿Quién es quién cuando las puertas de una casa se cierran? ¿Cuál es el motivo desencadenante de los malos tratos?", se preguntan los actores, que a medida que desarrollan su trabajo sobre el escenario se infectan con mentiras e hipocresías. "Abrí los ojos o quitate la venda. Hacete cargo de que ésta sea la última vez", es la propuesta.

Mujeres y hombres privados de
Mujeres y hombres privados de su libertad y autoridades, formando parte del público.

Durante una hora y media se genera un clima increíble en el SUM –Salón de Usos Múltiples del penal-, donde muchachos y chicas muy jóvenes, detenidos por las causas más diversas –robo a mano armada, asesinato y venta de drogas, las más comunes– se emocionan y aplauden de pie.

"Hoy me hicieron sentir libre –comenta Ezequiel (23), preso por robo–, porque a pesar de estar detrás de las rejas, nosotros también somos personas. Nos hace bien tomar contacto con el mundo exterior y ésta es una forma: ayuda a concientizar. Les agradecemos a los artistas haberse tomado la molestia de visitarnos".

Mónica Salvador, actriz y autora
Mónica Salvador, actriz y autora de la obra, recibe una artesanía realizada en los talleres de la prisión y un diploma como reconocimiento.

Mariel (32) –condenada por comercialización de estupefacientes– también aporta: "Sentí lo que vi en carne propia. Me identifiqué en Laura (una de las protagonistas de la obra). Sufrí violencia de género durante diez años. Fue horrible. Me dejaba a la miseria".

Alejandro Fiore firmando autógrafos, “la
Alejandro Fiore firmando autógrafos, “la selfie que permite la cárcel”, ya que los internos no pueden tener teléfono celular.

Ricardo, un interno de tan sólo 21 años –con una causa por venta de paco–, recuerda que "el maltrato a las mujeres es algo que pasa. Le ocurrió a mi vieja por años y nosotros no nos dábamos cuenta. Por suerte ella se animó a denunciarlo. Esta obra impulsa a que no nos quedemos en silencio. Explica que hay que hacer algo para solucionar las relaciones enfermizas".

Internos y agentes del SPB
Internos y agentes del SPB –Servicio Penitenciario Bonaerense– presenciaron la obra.

Además de ser autora de la obra, Mónica Salvador se pone en la piel de Laura, una mujer sometida por la violencia: "El mío es un personaje al que permanentemente su pareja la hace sentir culpable de todo, aunque el único responsable de la degradación que sufre ella es él y no otro. Me emocionó la receptividad de la gente. Era un desafío para nosotros".

Una vista panorámica de la
Una vista panorámica de la Unidad Penitenciaria 47 de José León Suárez, donde hombres y mujeres comparten lugares comunes, más allá de estar alojados en pabellones distintos.

Bárbara Groppa todavía tiembla luego de actuar: "Es que la obra es fuerte y nuestra responsabilidad de hacerlo bien, acá en la cárcel, es doble, porque debíamos lograr que durante una hora y media se sintieran libres para pensar sobre lo que estaban viendo y sintiendo".

Los músicos de la banda
Los músicos de la banda del Centro Cultural de la cárcel conversando con Miguel Braillard -Editor General de Investigaciones de Gente-.

A un costado, Alejandro Fiore no para de firmar autógrafos, que vendría a ser como la selfie del pasado, recurso al que acuden los y las detenidas porque no pueden tener teléfono celular tras las rejas: "Fue muy fuerte actuar acá. Por el compromiso y el respeto que sentimos por la gente que está presa, fuera del alcance de todo. Queríamos que nuestra tarea les llegara al corazón. Y la respuesta fue conmovedora de parte de las mujeres y también de los hombres, una experiencia extraordinaria que no te la da ni el mejor teatro del mundo".

Mujeres y hombres detenidos disfrutaron
Mujeres y hombres detenidos disfrutaron de la obra La última vez, luego debatieron sobre la violencia de género y se fotografiaron con los actores.

Terminada la obra, los internos dialogaron en un taller con asistentes sociales, docentes y psicólogos. Nos quedamos con la reflexión de Alfredo, un chico de la calle de apenas 19 años: "Prefiero no decir por qué estoy acá. Mi papá le pegaba a mi mamá hasta que se cansaba. Todas las noches me iba a dormir pensando que la mataba. Acá en la cárcel no hay día que no recuerde eso. Por suerte se separaron y se acabó la tortura. Hoy lloré mucho con la obra. Pero sirve para tomar conciencia y que el que levante la mano sepa que la va a tener que pagar".

Por Miguel Braillard. Fotos: Fabián Mattiazzi.

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