Agustina Macri y Vera Spinetta llegan a la entrevista por separado y con cierta timidez. Sin embargo, apenas cruzan sus miradas ("¡Hacía una semana que no nos veíamos!") se funden en un abrazo casi de hermanas. "Nuestros abrazos no duran menos de siete segundos", apunta Agustina. "A partir de tal tiempo podemos considerarlos sinceros", completa Vera. Y a propósito de tiempo, llega el momento de confirmar dos cuestiones relevantes…
Primero, que Agustina –36– es la hija mayor del presidente Mauricio Macri e Ivonne Bordeu, y que Vera –26– es la hija menor del legendario músico Luis Alberto Spinetta y Patricia Zalazar. Y en segundo término, que hoy las une un motivo artístico que ya viene presentándose a sí mismo en el país a fuerza de afiches, trailers, gigantografías y expectativa al por mayor apuntados al jueves 20 de septiembre: el estreno de la película Soledad, sobre María Soledad Rosas, la chica argentina de 24 años que se suicidara dos décadas atrás, tras convertirse en un ícono del movimiento anarquista italiano.
"Cuando elegí a Vera –entre más de treinta actrices de excelente nivel– para que fuese la protagonista de mi ópera prima, yo no estaba muy convencida, porque en los ensayos no me devolvía todo lo que yo pretendía", admite Agustina.
"Es cierto. Me lo ha confesado", reconoce Vera.
–¿Pero? -preguntamos nosotros.
Agustina: Pero cuando terminé el tercer casting, en octubre de 2016, le dije a Natalia Smirnoff, la responsable del área: "Es ella". Me preguntó: "¿No querés pensarlo bien?". Le contesté: "Llamala. Mi intuición me dice que es ella".
Vera: Me emocioné. Al toque me pidió que no aceptara otra cosa hasta que empezáramos a rodar.
Agustina: ¡Y se bancó un año! Hoy María Soledad Rosas es Vera. No imagino a nadie más en ese papel.
–¿Fue casualidad o causalidad que el destino las haya cruzado ?
Agustina: No existen las casualidades. Nos conocíamos de Mi amor, mi amor, una ficción de 2012/13 de Endemol en la que trabajaban Jazmín Stuart y Juan Gil Navarro, donde Vera actuaba y yo era asistente de dirección en exteriores. Nos veíamos poco. Pero había un…
Vera: … cariño natural. Para colmo, dos años antes de que me llegara la propuesta de Soledad a través de mi representante (Tommy Pashkus), había leído en Internet un artículo sobre ella que me flasheó, al punto de incitarme a buscar todo su material en la web. Incluso comenté: "¡Qué zarpado ser esta piba!". Cuando surgió la posibilidad de interpretarla, sentí una conexión. Se me aparecía a cada instante, soñaba con Soledad Rosas. Tremendo.
Agustina: En mi caso, leí Amor y anarquía, de Martín Caparrós, mientras trabajaba en Alemania como asistente de producción de Oliver Stone. Arranqué el libro y ya pensé en llevarlo a largometraje. El proceso duró tres años e incluyó un guión mío de 140 páginas, diez versiones junto a Paolo Logli, en Italia, sumando información del texto local Le scarpe dei suicidi y conversaciones con abogados, fiscales y familiares de Soledad; aparte de cinco semanas de filmación en Turín y Génova, y una en Montevideo… Un buen timing para una opera prima. Bueno, mía detrás de cámara y de Vera adelante, como protagonista.
–¿Su padre ya la vio?
Agustina: La vio, y le gustó un montón. Se emocionó. Me repetía: "Te imagino a vos detrás de la cámara".
–¿Y qué habría dicho el Flaco si hubiera asistido a alguno de los preestrenos, Vera?
–Ni idea. Lo que sí, seguro estaría contento de descubrirme hacer con tanto amor lo que me gusta.
–Lugar común, aunque imprescindible ante la notoriedad de sus apellidos: ¿Les abrió puertas?
Agustina: Te las abre y te las cierra. No sé qué viene antes. Te encerrás y no se abren, o se abren cuando te encerrás. Como en todo, tiene sus cosas positivas y negativas.
Vera: A mí me ha abierto muchas. Sin embargo, ya venís con data para el otro, lo que a veces se pone pesado.
–¿Alguna vez han evitado mencionar su apellido para obviar opiniones, consultas, anécdotas?
Ambas: ¡Sí!
–En el caso del papá de Agustina, ningún hijo le salió ingeniero como él. En el del padre de Vera sí: todos ellos se relacionaron al arte. ¿Mauricio Macri y Luis Alberto Spinetta apoyaron sus carreras?
Agustina: Mis viejos aman que nos desarrollemos en lo que nos interesa. Nos acompañan, apoyan, admiran. Y también nos dieron siempre un montón de libertad.
Vera: Lo mismo en mi casa, donde la música fue y es el lenguaje primario, tal vez más que el de las palabras… La actuación para mí es poder transitar caminos que uno no elige para su vida cotidiana. Es jugar, delirar, soñar. Y el cine, la manera más completa de contar cosas. Me conmueve cuando un equipo que se ensambla funciona.
Agustina: El cine es una herramienta que te permite contarles algo a más personas. Pero además, en este caso… ¡que se dé justo ahora una historia de una heroína mujer, protagonizada y dirigida por mujeres! Llegó la hora de que nosotras contemos las historias de nuestras heroínas. Y también me parece genial que los hombres viajen de nuestra mano a conocerlas. Soledad es una pequeña contribución a la mujer.
Vera: Tengo una hija (Eloísa, 3, de su relación con el actor Pedro Merlo) y siento que lo que viene pasando va a dejarle un mundo mejor. Los grandes cargamos adentro un montón de preconceptos e ideas que resultan difíciles de transformar en el día a día. Pero la generación de mi hija podrá empezar a crecer con el concepto de respeto e igualdad ya instalados.
–A propósito, ¿en qué momento personal se encuentran en la actualidad?
Agustina: A mí, en pareja. Mejor no pongamos nombres.
Vera: También en pareja, con Juan Saieg, el cantante de Usted Señalemelo. Además, ahora ando metida en la música, algo introspectivo. Después de la experiencia de Soledad necesitaba bajar un cambio.
–¿Qué las une además de Soledad Rosas?
Vera: No sólo la pasión por el cine, en principio… Entre otras cosas, la esencia, la calidad humana. A mí Agustina me genera un vínculo que trasciende. Pareciera que nos conocemos de antes de cruzarnos. Algo familiar. De alma.
Agustina: Somos parecidas en varias cosas, más allá del camino y los ambientes en que crecimos. No me quiero poner esotérica, pero creo que Soledad nos eligió por separado para reunirnos en su película.
–Para cerrar, ¿qué le preguntarían si ahora se sentara ella a compartir la cautivadora picada con gaseosas y cervezas que nos acaban de servir?
Vera: Yo sólo quisiera mirarla a los ojos y conectar con ella como mujer.
Agustina: No puedo ser objetiva, porque siento que la amo y la respeto por su pelea y su lucha honesta. Hizo lo que sentía. A mí me alcanzaría con saber que está en paz.
Por Leo Ibáñez.
Fotos: Maximiliano Vernazza, Archivo Editorial Atlántida, Th!nk Argentina y redes sociales. Producción: Ceci Nissen.
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