Dalia Gutmann: "Soy muy vaga para ser infiel"

En pareja desde hace 17 años con Sebastián Wainraich y madre de dos hijos –Kiara y Federico–, la humorista y locutora la rompe con Cosa de minas, un unipersonal en el que pone sobre el escenario las aventuras de ser mujer. Orgullosa de sus 40, se muestra al natural, sin cirugías ni botox. “Decidí no hacerme tratamientos estéticos porque me gusta bancármela como soy”, confiesa.

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Dalia empezó como cronista de
Dalia empezó como cronista de un noticiero. “Iba a muchas villas, veía muchos muertos, hasta que decidí dejar todo el día que me dieron un bidón de nafta para que arengara a los vecinos y que ellos prendieran fuego a una casilla”.

"Cuando llegan los cuarenta, muchas minas empiezan a esconder y a tapar cosas. Yo, en cambio, estoy contenta con la vida que tengo. Me encanta la familia que armamos con Sebastián (Wainraich, 43). Y aunque este año tenemos micro-peleas todo el tiempo, aprendimos a surfearlas en terapia, y ya decidimos que no queremos tener más hijos. Pero te puedo confesar que me siento realizada a nivel personal y profesional", cuenta Dalia Gutmann (40), quien fue moza, preceptora y telefonista antes de recibirse de locutora y empezar como notera en el noticiero de Canal 9. Por sobre todo, es una de las pioneras del stand-up femenino en la Argentina.

"Cuando empecé hace ocho años con Cosa de minas, no había muchas mujeres que hicieran stand up. Yo, modestamente, sólo quería tener mi propio espacio, ser mi propia jefa y poder expresarme sin reprimir nada. Me molestaba escuchar a los hombres decir groserías arriba del escenario, y después, cuando yo decía alguna palabrota me mataban. Cansada del humor machista, con Ale Barbera, que es mi socia, decidimos armar un show femenino desde las entrañas. Siempre intenté enfrentar con amor los lugares que fueron copados por los hombres, y ahora soy feliz".

Es una de las pioneras
Es una de las pioneras del stand up femenino. También lo fue cuando soñaba con una sala dedicada exclusivamente al tema, tal como se lo contó a Jorge Guinzburg en 2006.

-¿Qué cosas te hacen reír?

–El delirio, la gente que no tiene ningún reparo en mostrarse ridícula. Pero siento que mi humor cambió y no siempre fue el mismo. Ahora ya no me atrae hacer humor poniendo a la mujer como una hinchapelotas o una histérica. Antes criticaba mucho mi cuerpo: ahora aprendí a quererlo y aceptarlo. Durante estos años me hice fuerte, aunque no dejé de ser vulnerable. Banco el feminismo, fui a las marchas a favor de la ley del aborto… Me siento una mina moderada, aunque con carácter. Le encontré el gusto a relatar mi vida cotidiana en clave de humor. Además, a nivel profesional me encanta que ahora seamos más mujeres las que hacemos stand up. Por eso, disfruto mucho cuando interpreto la versión femenina de La culpa es de Colón (Comedy Central, Telefe), donde podemos hablar de las cosas que nos pasan y sentimos. Cuando nos juntamos las mujeres hay una sinergia que funciona.

–¿Cómo te pegaron los cuarenta años?

Me siento mucho mejor que a los treinta, más segura, más mujer. Por eso no me planteo hacer botox ni operarme. Me acepto tal cual soy.

–¿Cómo hacés para mantener una pareja durante diecisiete años y no morir en el intento?

–No es fácil. Con Sebastián decidimos por primera vez hacer terapia de pareja, e intentamos poner onda para que las cosas funcionen. No nos gusta guardar los problemas debajo de la alfombra. Tenemos micro-peleas todo el tiempo. Pero nos amamos tanto que siempre estamos preocupados por ver feliz al otro. Sí, definitivamente nos hace bien hablar con un psicólogo.

” A esta altura, lo
” A esta altura, lo único que pretendo es que, si Sebastián me mete los cuernos, no se enamore de nadie”.

–Dicen que las terapias de pareja, en vez de unir, terminan separando…

-Nosotros vamos una vez por mes. Es un lugar donde nos decimos cosas muy fuertes. Después nos vamos a comer, estamos en paz y sentimos que ese espacio nos puede hacer bien para estar mejor. A mí me importa que Sebastián sea feliz, y creo que ésa es una de las claves para que la pareja siga funcionando. Pero te juro que nuestro vínculo cambió a lo largo del tiempo. Cuando lo conocí pensé que me iba a embolar… ¡porque no le gustaba la joda! Pero encontré en Sebastián a un aliado y me enamoré de su forma de ser. Tenemos una relación irrompible y vamos a estar unidos para siempre, por nuestros hijos. En estos momentos intentamos encontrar tiempos para disfrutar de a dos.

–¿Creés en la fidelidad?

Yo no te voy a confesar si fui infiel o no, pero si te voy a decir que me entretengo tanto con mi vida cotidiana, que no me da el tiempo cronológico para meterle los cuernos a Sebastián. Una vez, una señora me dijo que una aventura cada cinco años le viene bien a la pareja, pero mi energía pasa por otro lado, y no me interesa. Además, soy muy vaga para ser infiel. El otro día le dije a Sebastián que estaría bueno que tenga sexo con Alessandra Rampolla, porque creo que ella sabe mucho del tema y a lo mejor le puede enseñar algunos truquitos para que después los aplique conmigo.

No se siente la típica
No se siente la típica madre judía. Admite que sus hijos –Kiara (11) y Federico (6)– la ponen en un lugar muy vulnerable.

–¿Perdonarías que él te fuera infiel?

–Hummm, no sé… Igual, creo que él no me lo confesaría nunca. A esta altura, lo único que pretendo es que, si me mete los cuernos, no se enamore de nadie.

–En estas salidas de pareja que están teniendo, ¿alguna vez fantasearon en ir a un swinger?

–No, y te voy a contar algo muy íntimo. Yo no estoy pensando mucho en sexo: ahora tengo la libido puesta en mis hijos, en mi trabajo y en mi marido. ¡Hasta pienso que me sería incomodo ir caliente por la vida!

–¿Sos una típica idishe mame?

–No, porque intento que mis hijos no sientan culpas por las cosas que hacen. Pero ser madre me hace estar en un mundo muy vulnerable. Igual, ante los problemas nunca me paralizo y siempre activo. Con Kiara (11), mi primera hija, cuando la tuve a los 29, me agarró el síndrome de "boluda total" y me fue complicado ser madre y trabajar. Con Fede (6), que lo tuve a los 34, pude reencauzarme y focalizarme. Soy muy madraza y por eso no quiero tener más hijos. Yo soy la remisera de los chicos: los llevo de acá para allá, porque disfruto de estar con ellos. No sé si seré antigua, pero me encanta… Ahora que me empecé a organizar más en casa, hasta me doy tiempo para cocinar y tener mejor calidad de vida. Siempre me ocupé de hacer todo lo que quiero y no tener cuentas pendientes. Hoy estoy cerca de lograrlo.

Por Pablo Procopio.
Fotos: Fabián Mattiazzi.
Make up: @griseldasimplicio

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