"Tocan a uno, nos tocan a todos!". Esa es la frase de guerra que repite Oaky, uno de los integrantes de La Sub 21, uno de los grupos que viven en el patio del penal de San Onofre, la cárcel de la serie El marginal 2, que se emite por la TV Pública.
Debajo de la piel de ese pibe chorro está Rodrigo Noya (24), quien debutó hace diecinueve años en Agrandadytos, cuando tenía menos de seis y se sentaba a conversar con su hermana Agustina y Dady Brieva, conductor del programa.
Luego de ese debut actuó en cine, teatro y en más de once ficciones. "Ahora estoy haciendo uno de los papeles que más deseé, y por el cual hasta decidí cambiar mi look", confiesa. Admite que desde su aparición en la tira de Underground volvieron a hacerle bullying en las redes.
–¿Te molestaron esas burlas?
–Apenas aparecí en El marginal 2 me empezaron a bardear. Lo gracioso es que nadie me había visto actuar: se guiaron por los avances del cuarto capítulo, donde aparecía entrando a la cárcel. En las redes la gente critica por criticar y se ampara en el anonimato. Por eso no me molestaron esas palabras: incluso les di "like" en Twitter, para que se sientan mejor. Sí me molestó cuando en su momento se metieron con mi hijo Bautista (trece meses) y con Sofía (Sorrenti –22–), mi ex pareja. Es horrible que critiquen a un bebé de sólo tres semanas de vida. La mujer que dijo esas cosas de mi hijo no sé si lo es: hay muchos que se esconden detrás de perfiles truchos. No quiero darle más entidad a ese problema que tuvimos, pero me cayó mal, y no voy a permitir que bardeen. Porque aunque ahora estamos separados, seguimos siendo familia.
–¿Por qué se separaron?
–No estábamos bien con Sofía. Decidimos hacerlo por el bien de nuestro hijo. Aunque todo es muy reciente, debo aceptar que los rumores de romance que circularon con Barby (Silenzi) influyeron. La verdad es que con ella no pasó ni pasa nada; si fuera así lo hubiésemos dicho. Somos compañeros de El mundo de Hansel y Gretel y tenemos muy buena onda. Después, nada: no ocurre más que eso.
–¿Cómo está hoy la relación entre Sofía y vos?
–Nos llevamos muy bien. No nacimos siendo padres. Mis viejos siempre me enseñaron que durante la crianza uno se puede equivocar. Mi relación con Bautista es una improvisación constante. Sofía sabe que nuestro hijo va a ser siempre mi prioridad aunque estemos separados. Hoy, cuando Bauti se tiene que quedar a dormir conmigo, ella también se queda en casa, porque el nene tiene que tomar la teta y es súper mamero. Antes de su nacimiento éramos una pareja casi adolescente, que discutía por cualquier pavada. Desde que está él, crecimos de golpe.
–¿Ahora estás solo?
–Sí.
–El otro día en PH (Telefe) te confesaste muy sexual. ¿Cuánto tiempo fue el que más estuviste sin tener sexo?
–Desde que me separé de Sofí no tuve relaciones. Soy muy sexual: no puedo estar mucho tiempo sin contacto. No me agrada estar solo, y en pareja me gusta hacerlo todos los días. Tampoco quiero que piensen que soy como un conejo, ni un sexópata.
–¿Usás Tinder u otras aplicaciones para conocer chicas?
–No, no uso ese tipo de redes. La televisión me ayudó siempre. No me siento un galán ni tengo una táctica estudiada, pero cuando se me acercan a pedirme fotos siempre me muestro con buena onda, y si me gusta la persona, la invito a tomar algo. Me encanta seducir y estar en pareja.
–¿Te gustaría volver a ser padre?
–Sí, no quiero que Bautista sea hijo único, porque mi experiencia con Agustina, mi hermana, fue y es maravillosa.
–¿Qué cosas de tu carácter tiene Oaky, tu personaje en El marginal 2?
–El quiere que las cosas le cambien para bien; no tolera la injusticia. Eso lo entiendo, porque soy de Libra. Todo el tiempo Oaky y yo nos involucramos en causas justas. Lo que no entendía es por qué mi personaje se siente protegido en la cárcel. Entonces hablé con psicólogos y personas que trabajan con presos. Para interpretarlo, me rapé y me saqué los lentes. Al principio lo sufrí porque padezco estrabismo, pero le encontré la vuelta.
–¿Te sonó extraño que te convocaran para ser un delincuente encarcelado en El marginal 2? A priori no das el physique du rôle…
–En realidad no me llamaron. Yo actuaba en Fanny, la fan (Telefe-Underground) y me enteré de que estaban haciendo las audiciones. Entonces pedí que me tomaran una prueba. Debía lograr que Luis Ortega y Adrián Caetano dejaran de ver a Rodrigo Noya y estuvieran frente a Oaky, un pibe chorro.
–Me contaron que durante la filmación ocurrieron fenómenos paranormales. ¿A vos te pasó algo de eso?
–No se me aparecieron fantasmas, pero escuchábamos cosas muy raras. Había ruidos de puertas, de rejas, y sentíamos movimientos dentro de la cárcel. El lugar –la ex cárcel de Caseros– es tétrico y frío. Grabamos de enero a marzo. El patio era un calvario, un infierno, por el calor. En los pabellones, en cambio, se sentía frío. Por las noches sentíamos que pasaban cosas extrañas en la oscuridad. Te juro que ahí no me quedo solo ni una noche…
–¿No te ibas a tu casa con esa carga?
–No. Esos meses fueron una súper experiencia: todo el día estaba en la cárcel, sucio y con una faca. Por la noche me ponía tacones, me pintaba las uñas, los labios y hasta usaba perfume femenino, porque estaba haciendo de Miranda en Casa Valentina. Antes de la obra de Muscari nunca me había vestido de mujer. Estos personajes me ayudaron a crecer como actor y persona, pero la gente me critica porque parece que no me quiere ver crecer. Lo peor del actor es cuando te estereotipan y te ubican en un rol en particular. A mí siempre me tocó el de nerd. Ojalá que a partir de ahora me llamen también para hacer papeles más jugados.
Por Pablo Procopio.
Fotos: Maximiliano Vernazza.
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