"Lo mío no es talento natural. Todo lo que logré ha sido en base al esfuerzo", arranca Nico Sánchez (29), sentado en las tarimas de la cancha del club Newman, en Benavídez. Es viernes y el sol volvió a salir en Buenos Aires. El goleador de Los Pumas en el Mundial de Inglaterra 2015 y máximo anotador de los Jaguares en el Super Rugby, elige charlar sobre el hormigón todavía húmedo de las gradas.
Acá, en la previa de su última gira con Los Pumas (que será el Personal Rugby Championship), repasamos su vida. Si hacemos un brief de su carrera profesional, vamos a entender por qué habla de esfuerzo. "Lo más importante que me transmitió el rugby fue la superación constante. En mi vida tuve muchas más piedras que facilidades, pero son ésas las cosas que te invitan a mejorar todo el tiempo. Eso va de la mano con la vida y así me fui educando", sigue el 10 tucumano.
"La primera vez que pisé una cancha de rugby, a los ocho años, supe que sería el deporte que me iba a acompañar toda la vida", dice Nico. Jura que cuando arrancó en el Lawn Tennis de Tucumán (ya le decían Cachorro, por lo revoltoso y por su "habilidad" para romper todo lo que se le pusiera adelante) no sobresalía mucho de sus compañeros: "Lo mío va más de la mano del esfuerzo y el trabajo del día a día".
¿Las piedras en el camino? A los 17 se fracturó la mandíbula antes de jugar la final con su club. Un año después lo convocaron por primera vez a Los Pumitas: "El sueño de cualquier pibe es estar en esa selección y jugar". Pero no jugó ni un minuto. "Me encontré con un panorama totalmente diferente al que esperaba. Fue durísimo ser el único del equipo que no entró ni un rato. Hasta pensé en dejar el rugby. Al principio fue un gran golpe, pero después el aprendizaje fue mayor", dice Nico.
Cuando pegó el salto a Europa estuvo tres años sin entrar a la cancha en Union Bordeaux Bègles, aunque la espera dio sus frutos: "Me fui a Toulon y en seis meses había jugado más que en Bordeaux. Ahí empecé a compartir equipo con Felipe Contepomi, Juani Hernández y Johnny Wilkinson… Yo los usaba en la Play Station. La primera vez que vi a Felipe no podía dejar de mirarlo, no lo podía creer", recuerda el Cachorro.
–¿Cómo hiciste para tener la cabeza tan fría durante los tres años que no jugaste? ¿Terapia, charlas familiares…?
–Sabía que cuando volvía a la Argentina tenía la chance de jugar con Los Pumas y pelearla. Mientras estaba en Francia sin jugar, trataba de ponerme muy bien en lo físico, así cuando viniera para acá sólo afinaba lo que tenía que ver con el juego. Pero no probé con un psicólogo. Lo importante fue nunca bajar los brazos y apoyarme en mi familia y en mi mujer, Julia.
–Hablando de ella, ¿es cierto que le hiciste una propuesta de casamiento bastante extraña?
–Sí, yo soy una persona que está todo el tiempo molestando, haciendo bromas. Había estado leyendo algunas técnicas para proponer matrimonio, pero ninguna me gustaba. Todo me parecía muy forzado, muy armado y diferente a mi forma de ser. Así que le hice una joda. Justo volvía de jugar el Championship en Australia y Julia vino a comer a mi casa. Yo estuve muy mala onda toda la comida. Cuando terminamos de cenar, le digo: "Te llevo a tu casa". Subimos al auto y en un momento freno: "Mirá, me parece que esto no va más, siento que ya no te quiero…".
–Pesadita la broma… ¿Cómo reaccionó?
–Se largó a llorar y me decía: "Seguro que tenés otra". Me insultaba. Estaba muy enojada. Entonces ahí saqué un anillo y le pregunté si se quería casar conmigo. Y por suerte aceptó…
–Y ahora regresan a Europa para seguir tu carrera en el Stade Français de París, lo que te obliga a renunciar a Los Pumas y a Jaguares. ¿Por qué tomaste esa decisión?
–El principal motivo es mi familia, para estar el cien por ciento del tiempo con ellos. Tengo un hijo chiquito, Juan Cruz, que tiene un año y medio. Jugando en la Argentina, de todo este tiempo lo habré visto siete meses. Se hace muy duro estar siempre de viaje cuando tenés a tu familia esperándote. Pero a mí me encanta el Super Rugby, creo que es la liga más competitiva del mundo, y también jugar todos los fines de semana en Vélez. Fue una decisión muy difícil de tomar.
–¿Estás de acuerdo con la decisión de la UAR que excluye a los argentinos que juegan en el exterior?
–Por un lado es comprensible la postura de no dejar jugar a los "extranjeros", porque si los mejores se van a Europa, el equipo deja de ser competitivo para disputar el Super Rugby. Pero ahora, en este Championship –o por lo menos para la primera gira–, lo convocaron a Juan Figallo, que está jugando en Saracens de Londres, así que hay una excepción a la regla.
–Siempre dijiste que tu sueño era ser campeón del mundo con Los Pumas. ¿Resignás ese sueño?
–Espero que el año que viene esa regla cambie y yo pueda jugar el Mundial. Soy consciente de la decisión que he tomado. Y si me lo pierdo por mi familia, me la tendré que bancar. Ojalá pueda estar en Japón en 2019 y superar lo que hicimos hace cuatro años en Inglaterra.
Por Julián Zocchi.
Fotos: Alejandro Carra y AFP
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