A los 71 años, a Oscar Washington Tabárez Sclavo, el Maestro, lo acompaña un bastón adonde vaya. El sindrome de Guillain Barré que padece lo obliga a apoyarse en él. Así se lo vio en Rusia, donde el director técnico llevó a la selección uruguaya hasta los cuartos de final. Dio un paso más que la Argentina, y cayó frente al mismo rival, Francia, hoy clasificado a la final.
Pero no son los logros conseguidos –aunque pudo gritar campeón de América en nuestro país, en el año 2011–, sino el camino que ha sabido recorrer para alcanzar un reconocimiento unánime.
Debe ser porque más que un entrenador, Tabárez sigue siendo aquel docente que enseñaba en los barrios de Cerro, Paso de la Arena (donde vive otro uruguayo admirable, Pepe Mujica) y La Teja. Sólo así se explica el respeto reverencial que le profesan sus dirigidos, muchos figuras estelares en los grandes equipos europeos; galardones como el de Campeón del Deporte de la Unesco; y el récord que ostenta: es el técnico con más partidos al frente de un equipo nacional, 184, dejando en franca evidencia que la continuidad en la tarea es clave para alcanzar objetivos.
Tras la derrota frente a los galos, declaró: "Nos faltó lo que a cualquier equipo cuando pierde. El rival nos superó y nos ganó bien, hay que felicitarle". Estuvo lejos de cualquier excusa, como lamentablemente se escuchó luego de la eliminación de nuestro equipo.
Sobre su continuidad, no presionó: "Hoy se me termina el contrato y no voy a hablar del tema. Nunca me gustó hacer lobby ni nada por el estilo, iría en sentido contrario a todo lo que hemos hecho hasta ahora".
Quizás hoy el bastón lo sostenga a él. Pero el Maestro sigue –ya en el final de su carrera–, sosteniendo un mensaje de dignidad.
Por Ricardo A. Barceló
Fotos: AFP y Archivo Atlántida
SEGUÍ LEYENDO: