"Mi lugar de estudio es el baño", admite sorpresivamente Darío Barassi (34) –con la naturalidad de quien dice "la biblioteca"– y, acto seguido, explica: "La gente piensa que vivo descompuesto, pero no. Yo me encierro ahí porque me parece un lugar espectacular para calentar la voz: me gusta la acústica, el espejo me sirve para mirarme cuando digo los textos… ¡es genial! Y sí, habrá algunos artistas que piden frutos secos, pero yo sólo necesito un baño".
–Se ve que la fórmula funciona, porque estás en la tele con Simona y Nunca es tarde, llegando al teatro con Aladín, será genial, y a punto de estrenar Hotel Transylvania 3 en cine… Más allá de dónde estudies, ¿en qué momento de tu carrera sentís que te encontrás?
–En uno de auge. Siento que me estoy desafiando, porque este año me animé a hacer una comedia musical, un género que respeto un montón, porque me apasiona. Cuando me lo ofrecieron y me enteré del elencazo y del equipo tremendo que tenía, me desafié: "Tengo que animarme, salir de mi zona de confort". ¡Y lo hice! Estoy chocho, porque creo que venimos logrando una bomba. Eso sí, hay tanto talento en el grupo que a mí me dejan chiquito.
–Decís eso pero sabés que el Genio es un gran personaje.
–Bueno, admito que cuando entro a escena es un momento ¡wow! Sé que aunque tengo ritmo y puedo bailar, debido a mi contextura no la descoso, y que si bien me encanta cantar, mis cuerdas vocales no están impecables. Sin embargo, como actor vengo poniendo todo en el asador.
A mí me gusta actuar diferentes personas y personajes, y desde muy chico transito esa mecánica. Arranqué imitando a mis familiares… ¡y los usé y uso un montón!
–¿Y cómo te va volando en la alfombra mágica?
–Ufff, ¡soy un desastre! Con Fer (Dente) y Juli (Nair Calvo) fuimos al entrenamiento… Mientras los chicos volaban al toque a cinco metros de altura, yo apenas subía veinte centímetros… ¡Esta obra es muy desafiante para mí (ríe)!
"EL DIA QUE TENGA UN HIJO creo que voy a ser un muy buen papá", sospecha el hombre que lleva ocho años en pareja con la psicóloga Lucía Gómez Centurión y que por segundo año es parte de una película animada. "Debuté el año pasado con el personaje de la caquita (Popó) de la película Emoji. Fue tan divertido, lúdico y actoral que cuando me llamaron para ser parte de Hotel Transylvania 3 vi el trailer y contesté: '¡A pleno!'", recuerda el escorpiano.
Y continúa: "Hago la voz de Puppy, un perro grandote y amoroso que merece su propio spin off, y la de los cuatro gremlins que manejan una aerolínea y son totalmente distintos: uno es tranquilo, el otro infantil, el otro familiero y hay un intelectual", cuenta entusiasmado.
–¿De chico ya hacías voces?
–Mirá, yo soy como cuatrocientas personas en una. Y creo que por eso también soy obeso, porque necesito que entre todo ese Universo. Pero sí: a mí me gusta actuar diferentes personas y personajes, y desde muy chico transito esa mecánica. Arranqué imitando a mis familiares… ¡y después los usé y uso un montón! Por ejemplo, tengo un hermano llamado Leandro que es ermitaño, antipático, usa chaleco y fuma en pipa. Entonces, si me toca un personaje de su estilo recurro a él. Y si necesito hacer un cheto pienso en Fernando, mi otro hermano, un canchero que vive en México y maneja empresas. Mi abuela es la elegante, mi abuelo el gruñón, mis tías las paquetas… ¡y así!
–¿Y los gremlins de HT3 también están inspirados en algún familiar?
–No, esos cuatro desquiciados están más basados en mí, porque tienen que ver con la locura y la energía. Y eso me define.
–¿Te considerás un loco?
–Y, un poquito sí, ¡pero me encanta! Igual, la gente me cree más alocado de lo que soy, porque en el fondo soy un tipo que llega a su casa, se pone un pijama con su mujer y mira series.
"NO PENSABA SER ABOGADO", admite el sanjuanino que no sólo cursó la carrera de Derecho en la UBA sino que se recibió con 9,39 de promedio. ¿Por qué se metió en el mundo de las leyes?
"Porque era la profesión de mi viejo y no me costaba nada. Además, adquirí varios recursos que podrían haber funcionado: me gusta escribir, soy memorioso, sé desarrollar buenos argumentos, soy hábil con la mentira… Que sé yo. Siempre que hay que firmar contratos la tengo súper clara y hasta el día de hoy tengo varios amigos abogados, pero el título ya ni sé dónde lo metí… Supongo que quedó con mi mamá, en mi provincia", comenta.
–¿Tu mujer te conoció siendo abogado?
–Sí, ella, que es psicóloga, estaba de novia conmigo, un abogado gordo, tradicional y pajuerano, cuando pasó todo lo que pasó y empecé a trabajar en la tele. Fue un cimbronazo para los dos. Tanto, que en ese momento cortamos. Pero a los nueve meses volvimos a juntarnos. Entonces le comenté: "Soy el mismo, pero esto que se despertó es por donde va mi vocación. La encontré". Ella me re bancó, y juntos compartimos un proceso espectacular. Me casé con la mejor. Soy cursi mencionándolo, pero lo creo fehacientemente. Ella me acompaña en todas y también se ocupa de resguardar nuestra intimidad generando escapadas para los dos, o diciéndome "gordo, sacate el Barassi de encima al entrar a casa". Es una gran compañera la gorda.
–¿Se dicen "gordo" y "gorda"?
–Sí, somos los gordos. Aunque también nos tratamos mutuamente –y no sé por qué– de "Nani"… Bueno, tanto que resguardo la privacidad y termino contando en una nota cómo nos llamamos en la intimidad… Tomalo como un detallecito extra (ríe).
–Te saco del apuro: ¿qué otros planes tenés para este año?
–¡Parar un poco! Necesito volver a dormir, porque después de Aladín y Hotel Transylvania 3 sigo con NET (Nunca Es Tarde), para mí el mejor late night de la televisión argentina, y con Simona, un productazo en el que me tocó una historia muy bien contada. Además, estoy empezando a armar un unipersonal quizá para noviembre, y me llegó una oferta de teatro buenísima para 2019. Pero antes me voy a tomar un receso, porque quiero ver a mi familia en San Juan, ocuparme de las cosas de mi casa e ir a hacerme un chequeo médico y pasar por la peluquería, cosas que me vengo debiendo.
Por Kari Araujo.
Fotos: Fabián Uset, Sony Pictures, Artear y redes sociales.
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