A pesar de sus casi cinco décadas de trayectoria, antes de pisar el escenario del teatro Coliseo –el viernes 22 de junio– sentía una mezcla de expectativa y ansiedad. "Hace casi dos años que vengo trabajando en este disco. Además, el encuentro con el público siempre es una responsabilidad. Soy perfeccionista. Busco la excelencia y, aunque no la alcance, lo doy todo", explica Raúl Porchetto (68), parte importante de la historia del rock nacional.
Faltan unos minutos para que comience el show. Por los camarines desfilan grandes figuras del rock nacional: León Gieco, Nito Mestre, Juanse, Pablo Guyot, Alfredo Toth… De una u otra manera, todos forman parte de Sombras en el cielo (McFly Records), el vigésimo primer disco solista de Porchetto.
"Tocar con amigos a los que quiero y admiro fue la clave de este CD. Juanse, por ejemplo, grabó todas las guitarras del álbum y le dio un sonido puramente rocanrolero. Cantar con León también fue maravilloso: él es un hermano y en esta ocasión hicimos un tema que se llama De Mercedes a Cañada; Mercedes por mi pueblo y Cañada Rosquín por el de él. Fue muy emocionante y divertido", apunta Porchetto y ya no queda tiempo para seguir conversando, porque el reloj marca las 22.15. Del otro lado del telón, la multitud quiere rock.
NOCHE MÁGICA. Raúl arrancó con Corazones rotos, el primer corte de su nuevo disco, y fue una fiesta. Detrás suyo lo acompañaron su hijo Daniel en teclados, y su hija Ana Clara en coros."Me emociona que se hayan inclinado por la música. Los dos son súper talentosos", decía un rato antes.
Además de los once temas que integran Sombras en el cielo, Porchetto se dio el lujo de rememorar algunos clásicos, como El fantasma de Canterville junto a León Gieco y Nito Mestre. Son dos horas de show al palo. Para los presentes fue como si no hubieran pasado los años.
Poco después de la medianoche volvemos a camarines. Primero, Porchetto se abraza con sus hijos y, después se encuentra con un Soda Stereo, Charly Alberti, que lo felicita por su performance.
Unos metros después se abraza con Susú Pecoraro, que le cuenta cuánto disfrutó el show. "Algunos me dicen que les gusta más cómo estoy cantando ahora. Otra de las cosas que me elogiaron fue cómo me moví. Ojo, eso no quiere decir que sea un pibe. Tengo casi 70 y estoy muy lejos de serlo. Honro cada etapa de mi vida. No volvería el tiempo atrás", asegura con la emoción aún a flor de piel.
Vale recordar que la preparación de su nuevo álbum estuvo interferida por un ACV isquémico en diciembre de 2017. "Fue todo por estrés. Soy muy autoexigente. León me decía: 'Ponés demasiado el cuerpo. Tenés que cuidarte'. Pero yo me cuido. Practico yoga y Chi Kung", explica el cantante que, cada tanto, viaja a las sierras cordobesas para desenchufarse de la ciudad.
–A modo de cierre, Raúl, ¿cómo resumís lo que viviste esta noche?
–Estoy muy feliz. La música, más allá de que sea mi trabajo, es una expresión de vida. Soy un artista popular y me siento orgulloso de serlo. Después de tantos años de carrera, compartir mis canciones y mi poesía con el público, al que se siguen sumando nuevas generaciones, mis amigos y mis hijos, es un regalo de la vida. No puedo pedir nada más.
Por Flor Illbele. Fotos: Diego Soldini.
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