"Todo empezó después de mi segundo embarazo. Busqué un traje de baño enterizo que no me apretara la panza… Como no lo encontraba, me lo diseñé para mí. Quería algo cómodo, pero también moderno y canchero. Fue alucinante, ¡casi mágico!", asegura Jimena Cyrulnik (42) sobre el origen de su nuevo emprendimiento, una marca de trajes de baño
"Mi marido me dijo 'te banco a full'", cuenta Jime sobre el fotógrafo Lucar Kirby (45), padre de sus dos hijos, Calder (8) y Tyron (4). "Me apoyé en él, pero empecé sola. Al principio fue como un juego. 'Voy a hacer unas poquitas para mí y alguna que otra amiga', pensé. Entonces busqué un taller, y todo se fue dando de a poco. No armé una empresa de un día para el otro. Hoy tengo un gran equipo", apunta Jimena.
–¿Cómo te organizás para ser empresaria y madre?
–Me rodeé de gente increíble. Porque aparte de mi marca, mis hijos son la prioridad. Me gusta llevarlos y buscarlos al colegio. Además, viajo mucho al Interior para conducir desfiles y eventos.
–Alguna vez contaste que sufriste anorexia. ¿Cuánto influyó tu experiencia personal en que crearas esta marca pensada para la mujer real?
–De chica viví ese infierno, que me marcó para siempre. Claro que es parte de lo que hoy me lleva a aportar un granito de arena... Siempre supe que si hacía algo con la moda, tenía que ser inclusivo. Los talles de mi marca van desde el S hasta el XXXL para el mismo traje de baño. Todo lo que viví me enseñó que la belleza no pasa sólo por la flacura y tener un cuerpo perfecto. Tiene que ver con otra cosa. Aprendí que la belleza está en nuestra fuerza: no es una cuestión estética.
–Y desde ese lugar te inspiraste para desembarcar en el mundo de la moda…
–Claro. Mi propósito es reivindicar el cuerpo real. Mi sueño es que no exista una sola mujer que deje de disfrutar del verano porque tenga algún complejo con su cuerpo. ¿Sabés la cantidad de chicas que me cuentan que rechazaban invitaciones a pasar el día en una casa con pileta? ¿O las tantas que hacía años que no se sacaban la ropa en la playa? Recibí mails que me emocionaron hasta las lágrimas. ¡Y no sabés los abrazos que nos hemos dado con clientas en los probadores! Tenemos una comunión única. Las entiendo. Son mujeres guerreras que quieren estar cómodas y sentirse seguras. Porque somos únicas. Ninguna de nosotras tiene un cuerpo igual al otro. Y ése es mi mayor desafío: que, tengan el cuerpo que tengan, las mujeres se vayan de los locales de mi marca sintiéndose más lindas y seguras consigo mismas que cuando llegaron.
Por Ana van Gelderen
Fotos Lucas Kirby
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