Hacer fotos es una de las pasiones que tengo en la vida. Pintar es la otra. Pero cuando te toca retratar a tu viejo, la cosa cambia. ¡Más si ese día hay un Luna Park colmado esperándolo! Porque quiero hacer una confesión: cuando papá tiene un show… ¡hay que encontrar el momento para hacerle fotos!
El sábado yo me desperté a las nueve de la mañana; papá amaneció cerca de las dos de la tarde. Almorzamos juntos. Cuando se estaba cambiando para ir a la prueba de ensayo, hicimos la primera foto.
¿El secreto para retratarlo? No ser invasivo y saber esperar. La combi que nos llevó al Luna fue un buen lugar para volver a fotografiarlo mientras miraba por la ventana: sólo él y su alma sabían en qué estaba pensando. El disco que presentaba, La ciudad liberada, significa algo importante para él. Como todos, en realidad… Pero en este caso el disparador fue el Centro de Integración Monteagudo, donde viven 115 personas y se dictan cursos y talleres para que la gente en situación de calle pueda cambiar su vida.
La prueba de sonido era a las 16. Aunque estábamos a quince cuadras de casa, sabía que papá no iba a querer volver. Y sí: él aprovecha el tiempo para repasar todo y no dejar nada librado al azar. Es muy metódico y cuida cada detalle.
¿Cómo deja correr el tiempo? A fuerza de masajes reparadores, mucha agua y descanso.
Una hora antes del show comenzará con ejercicios en sus cuerdas vocales; luego llegará la arenga a los músicos: es como cuando un equipo está por salir a la cancha y el capitán los junta para motivarlos.
Después, Fito se hace la última selfie, la sube a su cuenta de Instagram y parte hacia el escenario.
Ahí empieza otra historia, con emociones varias. Por ejemplo, ver la energía que desprende, la pasión que le pone y lo que disfruta momentos hermosos, como cuando subió al escenario mi tío, Coki Debernardi, líder de The Killer Burritos, para vivir una fiesta a su lado en calidad de músico invitado.
La misma fiesta que siento la vivió la gente en la tribuna. Se repetiría el domingo, aunque con algunos cambios de rutina. Nos levantamos bien tarde y comimos un asado en casa con la banda entera.
A continuación volvimos al Luna para el segundo show y todo se repitió. Ahora lo vi a papá más relajado, y por eso pude hacer alguna toma más del back.
Por ejemplo, le saqué una nebulizándose después de una ducha. ¿Si esa foto forma parte de esta nota? ¡Nooo! Queda en la intimidad, para recuerdos de la familia o algún libro en un futuro… Quién sabe.
A la hora de completar la jornada, el grupo posó y hasta hicimos fotos en la ducha… que también guardaré en mi cámara.
La vuelta a casa fue con la alegría del trabajo cumplido y la certeza de que a las dos de la mañana los músicos volverán para celebrar.
Aunque salió todo 10 puntos, siempre hay algo para corregir, y papá lo hace saber. Es una buena manera de no cometer los mismos errores en el próximo show.
La reunión se extiende hasta las once de la mañana del lunes. Yo me voy a dormir mucho antes. Por delante me queda un lunes complicado: tengo fotos para editar y esta nota que escribir.
Por Martín Páez. Fotos: Martín Páez y Fabián Mattiazzi.
Para colaborar con el Centro de Integración Monteagudo, llamar al 4301-1818 y 155504-8678. www.proyecto7.organizado.ar.
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