"Cuando comencé a pensar en la peli me la imaginé diminuta; por eso no me dio miedo. Fue recién a semanas de iniciado el rodaje que me atacaron los nervios, el insomnio y la hipersensibilidad", dice Valeria Bertuccelli (48) en torno a su opera prima, La reina del miedo, que escribió, codirigió –junto a Fabiana Tiscornia– y protagonizó, y que le valió el premio a mejor actriz en la competencia de ficción internacional en el Sundance Film Festival 2018.
"Realmente, no me lo esperaba… De hecho, ya nos habíamos ido del Festival cuando me llamaron para avisarme que el premio era mío", cuenta la actriz, que emprendió el desafío junto a Rei Cine, Patagonik y Tinelli como coproductor.
¿Cómo llega Marcelo a este proyecto? "Hablamos de cine durante una comida. Me contó de algunas películas que había disfrutado mucho, como El gusto de los otros. Y me sorprendió. Por eso, días después, pensé: '¿Por qué no acercarle mi proyecto?'. Le llevé el guión y le anticipé: 'Nada que ver con lo que estás acostumbrado a ver de mí'. ¡Y le encantó!", dice, mientras pide continuar la charla en exteriores, "para poder fumar".
Entre pitadas, cuenta que Vicentico (53), su pareja desde hace veinticinco años y padre de sus hijos Florian (23) y Vicente (11), fue quien musicalizó el film. "Le quemé la cabeza desde el día uno y me acompañó en todos los momentos de la película. Como siempre, él es parte de todo lo que hago, y viceversa", asegura.
¿Sus claves para ser una de las parejas más duraderas del medio? "¡La pregunta del millón! Lo admiro mucho… Al principio no podía creer que se hubiera enamorado de mí, porque yo estaba tremendamente enamorada de él. Y es algo que continúa al día de hoy. ¡Es mágico! No sabría decirte cuál es el secreto, así que mejor preguntame sobre la peli".
–¿Cómo comenzó a gestarse este film?
–Hace seis o siete años comencé a escribir unas ideas sueltas, hasta que decidí dejar de actuar para poder dedicarme cien por ciento al guión. No sabía si iba a poder hacerlo sola y le propuse sumarse a mi amigo Pablo Solarz (autor de Un novio para mi mujer y Me casé con un boludo, entre otras). Cuando le conté la idea, me dijo: "¿Y qué voy a hacer yo? Si la tenés escrita en la mente… Solo tenés que bajarla al papel". Me aseguró que lo único que necesitaba era presión, y quedamos en juntarnos una vez por semana para que fuera entregándole el material.
–¿Siempre tuviste en mente un trabajo tan integral: escribir, dirigir y protagonizar?
–Jamás lo pensé de otra manera. Cuando comencé mi carrera como actriz, tenía un dúo con Vanesa Weinberg, que se llamaba Las Hermanas Nervio. Juntas escribíamos, actuábamos y dirigíamos. Y hace tiempo que tenía ganas de volver a hacerlo. Me encanta actuar, pero sentía que no terminaba de expresarme totalmente y quería mostrar otra mirada más profunda.
–¿Qué tenés en común con Robertina, tu personaje?
–Todo lo que hago tiene que ver conmigo. Por más que interprete a un opuesto o a un monstruo, trato de buscar algún lugar en el que conecte. Robertina y yo observamos la vida y el absurdo de un mismo modo… Eso tragicómico es muy mío. También fue un viaje a mi niñez con el tema del miedo, como el mío a la oscuridad. Y la impronta de mi padre, que decía: "Valiente no es el que no tiene miedo, sino el que lo tiene y lo traspasa", que es un poco la esencia de la película.
–¿A qué le temés?
–¡Cambiaron tanto mis miedos…! Con los años, los meses… Antes de empezar a rodar estaba feliz, y al mismo tiempo aterrada. Ahora, tal vez porque ya pasé por esa presión, me animo a decirte que no estoy miedosa.
–¿El paso del tiempo aterra?
–En términos de belleza no, pero lógicamente implica acercarte cada vez más a la muerte… ¡Y a ninguna persona viva le gusta eso! La tranquilidad, en ese sentido, tiene que ver con poder haber hecho todo lo que me gusta, en una vida plena y feliz.
–¿Qué sentiste al ser la mejor actriz en el festival Sundance?
–Fue muy emocionante, porque en esta actriz comprendía una guionista y una directora. Me hizo bien espiritualmente.
–¿Cómo te llevás con el ego?
–Soy tan autocrítica que no tengo problemas de ego. Y esa autocrítica a veces es tan exagerada que me vendría bien relajarme un poco y disfrutar. Me bajo todo el tiempo. Soy muy terrenal.
–La problemática del abuso copó las premiaciones y los medios en muchos países del mundo. ¿Cuál es tu postura?
–Me pone feliz y me emociona este momento; sin dudas, es histórico.
–Contaste que viviste situaciones de acoso. ¿Cómo las manejaste?
–De forma privada. Ir a los medios no es la única manera, aunque la tentación de exponerlo es tan grande como difícil. A quien quiera hablarlo, hay que escucharlo y apoyarlo. No pueden venir con "ahora todas hablan", porque es obvio que van a seguir surgiendo casos. Es algo que estuvo tapado durante muchísimo tiempo. Siento que es como un tsunami que va a arrasar con todo y, cuando retroceda la ola, solo quedará en pie lo que está bien. Ojalá sirva para tomar conciencia de la igualdad, no solo con las mujeres, sino la de todos.
Por Maru Cociffi
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