Margarita, la hija de Fito Páez y Romina Ricci, debuta en el cine: "Quiero ser actriz como mamá"

La hija de Ricci y Fito Páez tiene 13 años, toca el piano desde los 5 y acaba de debutar en el cine en "El padre de mis hijos", una divertida comedia en la que ambas trasladan sus roles a la ficción. “Primero, le inculco que estudie; y después, que se dedique a lo que más le guste”, afirma mamá, súper orgullosa.

Guardar
Romina Ricci y su hija Margarita
Romina Ricci y su hija Margarita

El mapa genético de Margarita, quien en tres meses cumplirá 14 años, no miente ni una pizca. Porque la chica actúa con llamativa soltura… Y toca el piano, con dedos ágiles y precisos. Además, encanta con sus buenas maneras y precoz madurez.

A la hija de Romina Ricci (39) y Fito Páez (54) le sobra eso que llaman "ángel" y no se adquiere en el supermercado de la esquina. Quedó clarísimo en su debut como actriz, que podrá verse en todos los cines a partir de este jueves 15, cuando se estrene El padre de mis hijos.

Esta divertida comedia –dirigida por Martín Desalvo y protagonizada por Mora Recalde– cuenta con los trabajos de Ricci y Margarita, quienes encarnan a madre e hija en la ficción. "Pero la nena de la película es terrible, la vuelve loca a la mamá. ¡Y ella nada que ver!", dice Romina, y le brilla la mirada.

Romina y Margarita
Romina y Margarita

A su lado, Margarita, recién salida del colegio, tiene motivos para sonreír. No solo porque se acerca el día del estreno, sino porque acaba de sacarse un 8,5 en Matemáticas. "Me va bien en el cole, pero esa materia me cuesta un montón", reconoce. Es que lo suyo es el arte. Los genes no engañan.

–Romina, ¿qué tal esta experiencia de actuar con Margarita? ¿Cómo llegó la propuesta?
R: Cuando leí el guión y vi que mi personaje tenía una hija, le pregunté a Margarita si tenía ganas de hacerlo. Me dijo que sí de una, muy entusiasmada. Así que lo consulté con Martín, vino a verla, conversó con ella y todo avanzó bien. Después, en el set, estábamos sorprendidos de la facilidad que tuvo para interpretarlo.

–¿Estudiás actuación, Margarita?
M: No, nunca lo hice. Sí hago danza y toco el piano desde los cinco años. Así que estaba re nerviosa… Me encantó la experiencia.
R: Estaba más chiquita, en un año y medio creció un montón.
M: Sí, hasta me cambió la voz.

–Vos, Romina, empezaste a trabajar a los 12…
R:Sí. Siempre le digo a ella que prefiero que termine de estudiar y después, si quiere, se dedique a lo artístico. Un actor con estudios siempre va a estar más enriquecido para cualquier personaje que quiera abordar.

Margarita debuta en el cine junto a su mamá
Margarita debuta en el cine junto a su mamá

–¿Te ves como actriz?
M: Sí, sí, es lo que quisiera hacer.

–¿Lo pensaste después de hacer la película?
M: No, siempre lo pensé.
R: Sí, es así. Y me parece bárbaro. Claramente se encamina hacia un lugar artístico. Pero repito: primero, el estudio.

–Vos, además de tu carrera de actriz, tenés otras inclinaciones: pintás, hiciste fotografía…
R:Sí. Y en abril empiezo a estudiar la carrera de Dirección General de Ópera, en el Colón. Me anoté el año pasado, di un examen bastante difícil y entré, así que estoy muy entusiasmada. Son tres años, es grosso, hay maestros muy prestigiosos… Me parece muy enriquecedor seguir formándome.

Margarita junto a su papá, Fito Páez
Margarita junto a su papá, Fito Páez

–Y mientras desarrollás tu carrera sos madre de tres hijas. Además de Margarita, tenés a Valentina (19) y Bethania (2). ¿Cómo lograste ese equilibrio?
R: Mirá, cuando nace un hijo te corrés un poco de tu carrera. El año pasado hice cosas, seguro, pero no todos los días, porque Betha era chiquita y me necesitaba. En toda la etapa del embarazo y del primer año parás mucho.

–Con Valentina ya tuviste la experiencia de ser madre de una adolescente.
R: Sí, y todavía la tengo porque recién suma nada más que 19 años…
M: ¡Y lo que se te viene, mamá, ja!
R: Sí. ¡Y después con Bethania! Es agotador esto, jaja. Vos me prometiste que no ibas a hacer cosas muy bravas, ¿te acordás? Lo filmaste y todo: "Mamá, quedate tranquila que cuando sea adolescente, te prometo…".
M: Es cierto.
R: Pero ella es divina. Tiene una inteligencia emocional de una persona más grande. Es muy madura en ese sentido.

–¿Y cómo es Romina como mamá?
M: Muy buena. Me cuida siempre.

–¿Qué cosas hacen juntas?
M: Muchas. Escuchar música es una de las que más nos gustan. Michael Jackson, David Bowie… Salimos a pasear bastante, también.
R: Es una genia. Además, me ayuda mucho con Betha.

–¿En qué la ves parecida a vos?
R: En lo artístico. En la inteligencia emocional. Y en esta cosa maternal que yo también tengo.

Romina en otra escena de la película
Romina en otra escena de la película

–¿Y en qué te parecés a tu papá, Margarita?
M: Y… físicamente me parezco mucho. Me inculca varias cosas, como el respeto hacia los demás, y yo lo escucho. Que me guste el piano se lo debo a él…
R: Ojo que yo también estoy tocando el piano, ya hice mi primera melodía. Les voy a re competir.
M: ¿Con las dos manos tocás?
R: Sí, sí. Ojo, eh. Le voy a poner letra y va a ser mi primera canción.

–Para las tomas de la película, ¿ensayaron mucho?
M: Nos dieron el libreto y nos fuimos a un bar a ensayar. Yo le decía el texto y ella me corregía.
R: Trabajamos para que el texto fuera verosímil.
M: Algunas tomas las repetimos, porque me reía. Pobre, el director me pedía que estuviera seria. Me divertía hacer de mala, de rebelde.

–El filme toca un tema sensible: los mandatos sobre la maternidad, sobre todo cuando una mujer se acerca a los 40.
R: Creo que las mujeres atraviesan por miles de circunstancias distintas, y cada una tiene derecho a elegir lo que quiere. Eso es lo que les digo a mis hijas: que deben decidir sin ningún mandato religioso de por medio. Tiene que ser por amor, por deseo.

–Margarita, ¿qué significa tu mamá para vos?
M: Mi mamá es todo. Casi no nos peleamos. Si nos enojamos, nos arreglamos enseguida. La amo mucho.
R: Yo, cuando me nombran a Margarita, pienso en un sol… Un sol que alumbra la vida de todos.

Por Eduardo Bejuk
Fotos: Guido Adler y Florencia Trincheri.

SEGUÍ LEYENDO:

Guardar