Los motivos por los que Serrat enamoró en el Colón

A casi medio siglo de visitarnos por primera vez (1970), el eterno catalán de 74 años volvió al más emblemático teatro argentino para abrir, en dos jornadas y en formato sinfónico, el Festival Unicos Buenos Aires.

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Joan Manuel Serrat en el Colón.
Joan Manuel Serrat en el Colón.

"Hace tiempo que esperaba el momento", dijo Joan Manuel Serrat ante el público, pero bien lo podríamos haber dicho ante él cualquiera de los 4.974 espectadores que, desde las 20.30 del martes 20 y el miércoles 21 de febrero, gozamos de una experiencia musical imposible de olvidar: la presentación de Serrat Sinfónico en el Colón.

Joan Manuel Serrat y su presentación en el Colón.
Joan Manuel Serrat y su presentación en el Colón.

Que no sólo significó su regreso a un escenario que descubrió tres lustros atrás, cuando presentó el disco homónimo, sino también el lanzamiento del Festival Unicos Buenos Aires, ciclo que prometía reunir en ocho días, hasta el vienes 2 de marzo, a figuras nacionales e internacionales de todos los géneros.

Joan Manuel Serrat en el Colón.
Joan Manuel Serrat en el Colón.

Lo cierto es que a las citas de gala con el Nano –que se presentó de traje y corbata– no faltaron la Orquesta Sinfónica del teatro (58 integrantes), los arreglos de Joan Albert Amargos ni sus incondicionales Ricardo Miralles, al piano, y Vicente Climent, en percusiones.

Joan Manuel Serrat en el Colón.
Joan Manuel Serrat en el Colón.

Tampoco varios de los himnos que el español viene cultivando del '65 a la fecha, como Se equivocó la paloma, Balada de otoño, Mi niñez, Pare, Mediterráneo, De cartón piedra, Benito, Las abarcas desiertas (junto a la embarazadísima Elena Roger), Barquito de papel, Cantares, Paraules d'amor, Penélope, Aquellas pequeñas cosas, El carrusel del Furo, Bendita música y Fiesta.

"Las ganas de continuar son muchas, pero las posibilidades físicas no tantas", se despidió desde sus 74 años, tras dos horas de concierto y antes de partir entregando los bises La saeta y No hago otra cosa que pensar en ti y reverencias al por mayor. Y antes, también, de recurrir a esa clase de involuntario –o natural– talento que convierte a cualquiera de sus frases en poesía: "Gracias por permitirme vivir este sueño de una noche de verano".

Por Leonardo Ibáñez

Foto: Francisco Trombetta y Télam

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