Es viernes a la tarde y el sol pica fuerte en Villa Carlos Paz. La pileta del hotel Eleton Resort & Spa está repleta de turistas que, sólo motivados por la presencia de Beatriz Salomón (64), saldrán del agua para pedirle una foto. Ella, orgullosa, accederá con una sonrisa. La misma que muestran sus hijas, de 16 y 14 años, que caminan tímidamente a su lado. "A la mayor la llamé Noelia, por el tema de Nino Bravo. A la menor, Bettina, como una variante del apodo que usaba mi mamá para llamarme cuando era chica. Me decía 'Betti' o 'Bettinita'", explica Salomón que, de martes a domingos, cosecha fuertes aplausos en el teatro Candilejas por su papel en Extinguidas.
–En la obra de José María Muscari decís, en referencia a vos y a tus compañeras de elenco: "No somos chicas del momento, sino de todos los momentos". ¿Te sentís así?
–Por supuesto. En esta carrera no es difícil llegar, sino permanecer a pesar del paso del tiempo. Hoy, muchas chicas se hacen conocidas por un escándalo, pero eso les dura un verano. No es mi caso.
SUS ÚLTIMAS HORAS CON OLMEDO. Del genial Alberto recuerda su carisma. "Pisaba el escenario y, antes de que dijera una sola palabra, el público se ponía de pie para aplaudirlo", enfatiza Beatriz mientras bebe un trago de agua con gas, como si necesitara digerir lo que está a punto de contar. "La última vez que estuve con él fue en el teatro. Hacíamos temporada en Mar del Plata. Cuando terminamos la función, invitó a todo el elenco a comer cochinillo. Era muy generoso. Cuando decía 'voy al baño' todos sabíamos que iba a pagar la cuenta… Esa noche, mis padres me estaban esperando con un asado, así que me disculpé y me fui a cenar con mi familia. A la mañana me desperté con el sonido del teléfono. Después encendí la tele y lo vi tirado en el piso… No podía creerlo", recapitula.
Y sigue, en medio del dolor que le produce rememorar aquel trágico 5 de marzo de 1988: "Siento que, con el tiempo, su figura se agiganta. Su humor dejó una huella muy importante. Me da mucho placer que el público lo siga recordando… pero me da mucha bronca que se haya ido. Todos los argentinos perdimos el humor cuando Olmedo se fue".
LA SOMBRA DE LA DROGA. "Monzón iba muchas veces a vernos al teatro. El y Alberto se adoraban. Por eso, cuando pasó lo de Alicia Muñiz, Alberto se puso muy mal, muy triste. No le entraba en la cabeza cómo había cometido semejante atrocidad", dice Beatriz. Y, a propósito de los amigos de Olmedo, el 21 de febrero se cumple el quinto aniversario de la muerte de Adrián "Facha" Martel, otro de los protagonistas de aquel trágico 1988. De hecho, la casa donde murió Alicia Muñiz –y que Monzón utilizó como propia para veranear– era la que había alquilado el Facha.
"Era un compañero de trabajo, un tipo muy simpático. No se supo cuidar. Se fue muy pronto, por culpa de la droga. Creo que es algo terrible… Terrible. ¡La odio! Toda la gente que cae en eso termina mal: envejece rápidamente y se vuelve loca. Yo nunca tomé… Estuve en elencos donde se drogaban todos menos yo. A veces les preguntaba a algunos compañeros: '¿Por qué tomás esa mierda?'. Me decían que era para rendir mejor en el escenario. Jamás lo entendí. Será que siempre estuve muy contenida por mi familia. Terminaba de trabajar y volvía a casa, donde me esperaba un plato de comida casera y el abrazo de mis padres. Eso tiene mucho que ver".
MAMA TODOTERRENO. "Con Noelia y Bettina somos muy compinches. Vamos las tres juntas para todos lados. Muchas personas me dicen: '¡Ay, cómo crecieron las nenas!'. El tiempo pasa pero como ellas siempre me han acompañado, las recuerdan de bebitas. Ahora se han mimetizado bastante conmigo; me doy cuenta en sus looks, en sus vestimentas y el maquillaje. ¡Me encanta que sean coquetas! Cuando puedo les remarco (tal vez está mal) que yo estoy criando dos prin-ce-sas. Eso significa que no me gustan los tatuajes ni los piercings… Me costó, y me cuesta mucho, criarlas. Quiero que sean dos mujeres divinas y encuentren dos maridos maravillosos. Que no se equivoquen como yo".
–¿A su papá (el cirujano Alberto Ferriols) lo ven seguido?
–A veces… Yo soy una madre muy presente.
FERRIOLS Y EL JUICIO. "En esta profesión, cuando alguien te ensucia, esa mancha no te la sacás nunca más", afirma Beatriz sobre el escenario del teatro Candilejas. Hace una pausa y continúa: "Me hubiera gustado que mi ex marido fuera más auténtico conmigo, que me dijera la verdad y me diera opción a elegir. Pero no fue así. Yo, por más buena mujer que sea, esté trabajando o no, cuando salgo a la calle la gente murmura… ¿Sabés qué dicen? 'Ahí va Beatriz Salomón, la chica Olmedo, la que la cagó el marido y pasaron todo por televisión'", cuenta ella en su monólogo teatral, en referencia a la cámara oculta de Punto Doc (programa conducido por Daniel Tognetti y Miriam Lewin que producía Cuatro Cabezas y se vio por América en 2004) en el que Ferriols aparecía en su consultorio intimando con una paciente.
–¿Todavía seguís sintiendo eso?
–Ahora no tanto, pero al principio sí. Pasaron catorce años desde que inicié el juicio. El año pasado gané en primera instancia y la otra parte (NdeR: Tognetti y Mario Pergolini, por Cuatro Cabezas, más Jorge Rial y Luis Ventura, quienes reprodujeron la cámara oculta en su programa) apeló. Supongo que pronto habrá novedades. Todavía no cobré un centavo. De cualquier forma, el tiempo no se recupera más. Si yo pudiera ser catorce años más joven, llorar menos y haberme amargado menos… ¡No hay dinero que me pague toda la angustia! Si hay un resarcimiento económico, me iré a Disney con mis hijas para olvidarme de todo este vía crucis.
Por Flor Illbele.
Fotos: Fabián Uset y archivo Atlántida.
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