Los muros. Los pasillos. La atmósfera cargada. Y el olvido, siempre ahí, en cada metro cuadrado de este monumento a la desesperanza. La que fuera cárcel de Caseros, en el sur de la Capital Federal, hoy es un concurrido set de filmación. Y ahí, nadie más entusiasta que Esteban Lamothe, talentoso y versátil actor que, casi sin respiro, salta de un exitazo televisivo, Las Estrellas, a un clásico moderno, El Marginal.
Porque el muchacho de Ameghino, quien en abril cumplirá 41 años, será la novedad en esta segunda parte del unitario que produce Underground y se verá en la TV Pública desde abril o mayo.
Hablar de El Marginal es repasar una interminable lista de premios (Martín Fierro de Oro incluido) y sopesar un prestigio que trascendió nuestro país.
Los fans, que se cuentan de a cientos de miles, saltaron de felicidad al enterarse de que habrá otra temporada. Y que se tratará de una precuela, dirigida por Adrián Caetano y con el inconfundible sello de Sebastián Ortega. "Entre esos fanáticos estoy yo", sonríe Lamothe.
–¿Te gustaba El Marginal?
–¡Qué te parece! Hacía mucho que venía hablando con Seba Ortega de estar acá, porque me encantó la serie. Se dio y me puse muy contento. Cuando me enteré de que la dirigía Caetano, mejor todavía, porque siempre quise estar bajo sus órdenes. En un momento se iba a filmar en octubre y eso me impedía estar, por mi trabajo en la tele. Ahí me re bajoneé… Por suerte se atrasó el rodaje y acá estoy. Venía de hacer dos novelas (Educando a Nina y Las Estrellas) y lo agradezco mucho, pero es cierto que en los unitarios hay otros tiempos, otra manera de trabajar, más parecido al cine. Y es lo que más me gusta.
–¿Por qué tu fanatismo por El Marginal?
–Me parece buenísima. Los personajes, el guión, todo. Claudio Rissi y Nico Furtado hacen unos personajes increíbles y sabía que mi historia iba a girar alrededor de ellos. "Uy, voy a hacer escenas con los Borges, con Diosito…", pensaba, ja. Un cholulo total, ¿viste?
–¿Qué tiene este mundo de la marginalidad que, de alguna forma, termina atrapando al público?
–A todos nos ronda esa pesadilla de qué pasaría si nos tocara ir presos. Es una de las peores situaciones que puede vivir un ser humano, que te priven de la libertad. Para la gran mayoría es un mundo desconocido, salvo que tengas algún amigo o pariente en esa situación. Por suerte, no me tocó. A priori te genera mucha intriga, ganas de ver cómo es, cómo funciona. Habitarlo, ser parte, es una manera de conocerlo, aunque sea en una ficción.
–¿Cómo te preparaste para el papel?
–En la historia soy un preso nuevo, cero habituado a la cárcel. De alguna forma, es un punto de vista desde afuera, como en su momento le pasó al personaje de Juan Minujín.
–¿Qué nos podés contar de esta precuela?
–Que va a narrar cómo los Borges (los personajes que encarnan Rissi y Furtado) llegaron a tener el poder en la cárcel. Cuenta el vínculo de un médico –interpretado por mí– que deja de ejercer, se mete con una mujer y ahí empiezan sus problemas. Termina preso por ella, y hasta ahí puedo contar. Va a tener que sobrevivir en prisión.
–Es obvio que esta segunda entrega ya está generando gran expectativa. ¿Esto supone una presión extra?
–Y… es una presión enorme, por lo que significa El Marginal. Ojalá que no decepcionemos al público. Estoy seguro de que no va a ocurrir.
–Me decías que admirás a Adrián Caetano. ¿Qué tal la experiencia en estos días de filmación?
–Tiene un manejo y una sensibilidad increíbles. Y una autoridad para imponerse en el set, sobre todo en locaciones como ésta, con gran cantidad de gente. Es fascinante verlo dirigir.
–Y vos, ¿en qué etapa estás respecto de lo actoral? Te está yendo muy bien en la tele.
–Sí, pero por un rato estoy hecho con las novelas. Ando con ganas de hacer unitarios, películas. La tele tiene eso… deportivo, te diría, de grabar todos los días. Hay una parte buena, porque te da un gran oficio, pero dos novelas seguidas te dejan agotado.
–¿Te pusiste algún objetivo para este 2018?
–Vengo de un año un poco… heavy. Sólo me gustaría estar tranquilo, descansar más… No gastarme. Porque la gente también se puede cansar de vos, o uno mismo, así que hay que tratar de no ser angurriento y agarrar todo lo que te ofrecen. A veces hay que saber decir que no. Con El Marginal ni tuve que pensarlo.
Por Eduardo Bejuk
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