Pausado, tranquilo, reflexivo, Carlos Nair Menem (36) parece otro cuando recuerda hoy, desde un confortable sillón del despacho de su abogado, Diego Gustavo Storto, cómo en la cárcel de La Plata se acostaba a dormir pensando en que no lo mordieran las ratas:
"A veces me despertaba y llegué a contar siete en el calabozo, que era individual. La más chica era como un gran danés. A la madrugada escuchabas gritos, porque a algunos presos los mordían. Jugábamos de celda a celda a ver quién cazaba más. ¿Cómo era la comida? Cuando tocaba, la carne era un poquito menos dura que el asfalto".
Más allá de las penurias que pasó tras las rejas, que luego seguirá relatando, el hijo del ex presidente Carlos Saúl Menem se hace cargo de que estuvo allí porque su forma de comportarse era un desastre. "La cárcel me hizo ver que había tirado mi vida a la banquina", reflexiona hoy, alejado de las drogas.
No cuento los días que no consumo, porque es mufa
Una de ellas es la morfina, a la que acudió para soportar el dolor después de haberse disparado accidentalmente en una pierna. La otra, la cocaína: "No cuento los días que no consumo, porque es mufa, pero me recuperé, me siento muy bien y no pienso volver a caer. Estoy disfrutando esta libertad desde el 30 de diciembre de 2017. Hasta ahí estaba con prisión domiciliaria en la casa de Miguel, la pareja de mi hermana Zulemita, en Pilar, con pulsera electrónica incluida".
Carlos Nair recibió la libertad asistida en término de condicional –artículo 104 de la Ley de Ejecución Provincial–. Había sido sentenciado a cuatro años y medio de prisión por la unificación de dos condenas, una en Capital a tres años –por tentativa de robo en perjuicio de Silvana Stochetti, su novia de entonces y amiga de Zulemita, su hermana–, y otra en la provincia de Buenos Aires a un año y seis meses –por portación de arma de guerra y disparos, en la localidad de Moreno–, cuando junto a un amigo la emprendieron a tiros contra la casa de un vecino de esa ciudad.
"Unificamos las dos y el 30 de diciembre se cumplieron los dos tercios. Fue un buen y arduo trabajo", dice su letrado, que lo supo acompañar a sol y a sombra. "Estuve un año en la cárcel de La Plata, otro en la Unidad 48 de San Martín, y para fines del año pasado me internaba por propia voluntad en la Clínica del Parque, en Leloir… Eso me hizo bárbaro. Después vino la prisión morigerada en la casa de mi cuñado… Las pasé todas. No fue poco tiempo".
–¿En algún momento tuviste miedo?
–No. El primer día fui a la alcaldía de San Martín; estuve treinta días ahí. Eramos tres, muy tranqui. Después me trasladaron a la cárcel de La Plata, para hacerme un tratamiento por las adicciones a las drogas. "Vas a estar cómodo", me dijo el psicólogo. Me quería matar. Estaba solo en la celda, pero tenía una sola hora de patio. Hacía frío… Alan Schlenker (el barrabrava de River condenado a doce años por la muerte de un dealer de drogas y del hincha Gonzalo Acro) me pasó una taza de té caliente con un pedazo de pan. Hay que saber manejarse. La cárcel es dura. Te tenés que hacer respetar. Siempre hay uno que quiere boquear o pelear, como en todos lados.
Estaba solo en la celda, pero tenía una sola hora de patio. Hacía frío…
–¿Viviste situaciones límite?
–Cuando las tuve las controlé. En La Plata estuve con Schlenker, a cargo del pabellón para que nadie tuviera facas. Eramos fajineros, para organizar quién limpia, quién entra, quién sale, quién necesita medicamentos… Eramos los interlocutores para hablar con el jefe del penal. Martes y jueves tenía tratamiento para las adicciones. Aprendí a no tener privilegios.
(…) venía de dos años en la cárcel, fue bravo. También me ayudaron con la bulimia que padecía.
–¿Te hizo bien?
–Sí. No cuento cuánto hace que no tomo, porque eso es mufa. En Parque Leloir también me ayudaron mucho… Me acomodó: venía de dos años en la cárcel, fue bravo. También me ayudaron con la bulimia que padecía. Ahora estoy bien: como ensaladas, pollo, trato de no incorporar grasas… Me cuido.
–¿En algún momento te desesperaste en prisión y pensaste en lo peor, incluso en quitarte la vida?
–¿Sabés que nunca? Pensaba en cuándo iba a salir.
–Recuerdo que cuando te dieron la domiciliaria sufriste algunos problemas de abstinencia.
–La verdad que sí. Después me acomodé. Por eso decidí internarme en la Clínica del Parque. Me hizo bien, me ayudó. Norberto Zanni y Mónica, su esposa, siempre me iban a visitar. Toda mi familia me apoyó: mi viejo, mi hermana Zulemita, que se movió un montón… Sólo tengo agradecimiento para ellos. No me dejaron solo en un momento tan difícil de mi vida.
La verdad, hice lo que hice porque fui un boludo
–¿Cuánto te afectó psicológicamente en tu vida el suicidio de tu madre (Mirtha Meza), ocurrido cuando eras un niño?
–Mirá… Si uno le va a estar echando la culpa a eso… Cada vez que me mando una cag… diría: "Ah, fue por lo que me pasó de chico, porque se suicidó mi vieja". La verdad, hice lo que hice porque fui un boludo. Me metí mal en cosas que no me tenía que meter, y bueno, acá estoy, dando la cara
–¿Seguís con asistencia psicológica?
–No. El tratamiento que me impuso la Justicia ya lo cumplí. Siento que me hizo bien… Quizá retome más adelante. Si uno quiere, se puede.
–¿Cómo está la relación con tu padre?
–Bien, bien… Todo tranquilo con mi familia.
(Zulema Yoma) Siempre me dio buenos consejos, siempre estuvo.
–¿Zulema Yoma también se involucró?
–Sí, sí, sí… Ella es muy conciliadora, muy buena persona. Siempre me dio buenos consejos, siempre estuvo. Ahora vivo en San Miguel con Zanni, la mujer y Hernán, el hijo, en una casa de una familia bien.
–¿Cómo estás hoy con el tema adicciones?
–Bien. Es un día a día, pero la llevo.
–¿Y con las amistades?
–La mala junta me llevó a hacer cosas que no debía, pero soy consciente y ya no tengo trato ni quiero que se acerquen.
–¿Recordás cuando fuiste a Moreno con el arma y disparaste contra una casa?
–Sí, claro, y digo: "¡Qué boludo! ¿Cómo pude haber hecho semejante cosa?". Hoy en día no lo puedo creer. Pero ya lo pagué.
–¿Con Silvana Stochetti, quien te denunció y por eso fuiste condenado, tuviste algún contacto?
–No. Tengo una restricción, no puedo acercarme. Fue mi novia y es amiga de mi hermana Zulemita. Pero cada uno rehízo su vida.
–¿Te arrepentiste?
–Sí, claro, fui un boludo. Pero como te dije, pagué por todo. No pienso volver a caer. Fue una mala etapa, muy dolorosa.
La verdad es que estoy solo, no tengo pareja. Acabo de salir en libertad.
–En su momento le habías declarado tu amor a Mónica Farro. ¿Volviste a hablar con ella?
–No hablamos más. Es una amiga, nada más. Un caballero no tiene memoria. La verdad es que estoy solo, no tengo pareja. Acabo de salir en libertad.
Recién salí de la cárcel. Deseo acomodar la cabeza un tiempo.
–¿Qué pensás hacer de tu vida?
–Ver qué sale. Todavía es muy pronto. Recién salí de la cárcel. Deseo acomodar la cabeza un tiempo. No quiero tomar decisiones erradas. Por lo pronto, bien lejos de los escándalos. Me gusta esta nueva vida de familia, con mucha paz. Me estaba haciendo falta.
Por Miguel Braillard
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