Amor, traeme toallitas húmedas! (Rodrigo)
–Queda una sola… (Sofía)
–Bueno, traeme óleo calcáreo y algodón… (Rodrigo)
–Tampoco hay. Tenemos que ir a comprar. Pero queda una toallita… (Sofía)
–¿Y qué hago con una toallita? ¡Bautista está todo cagado! (Rodrigo, casi a los gritos)
La escena bien podría figurar en una de las comedias de las que Rodrigo Noya (24) suele participar. Pero no: es parte de la vida real. Es que después de las fotos, Bautista se relajó. Demasiado. El papá tomó riendas en el asunto, mientras su pareja, Sofía Sorrenti (21), intentaba –desesperada– conseguir algo para limpiarle la cola a su bebé.
En esta pareja todo fue muy rápido. A poco de conocerse –a fines de 2016–, ella ya había dejado el cepillo de dientes en el baño del departamento de Rodrigo. Cuando apenas aprendían a convivir, Sofía quedó embarazada. Entonces, en nueve meses, la convivencia de dos pasó a ser de tres, más precisamente desde el 26 de julio de 2017, día en que llegó el nene. "Durante el embarazo aumenté 23 kilos –cuenta la mamá–. Y el gordo nació con un peso de 3 kilos 640 gramos".
A su vez, el papá rememora: "Cuando lo fui a anotar al Registro Civil, le dije a la empleada el nombre, Bautista Lionel. Se quedó mirándome y luego le preguntó a Sofí: '¿Usted está de acuerdo?'. ¡No me creía!". Recién ahora, con los trámites, controles, primeros sustos por resfríos, llantos en medio de la madrugada, la pareja va transitando ese camino tan bello como sacrificado: el de ser papás.
Y antes de partir rumbo al teatro Picadilly para su papel de Miranda en Casa Valentina –obra dirigida por José María Muscari y producida por Javier Faroni–, y con Bautista jugando con unos mordillos fríos –porque está a punto de cortar sus primeros dientes–, se produce el siguiente diálogo en la pareja, que bien merecerá una explicación en esta nota:
–¡No te lleves ese perfume, que es mío y está casi lleno! (Sofía).
–Es que me gusta, me queda bien. Ah, y traeme unos tacos más altos, que con éstos arrastro el vestido (Rodrigo).
–El día que empezaste a robarme mis bombachas y toda mi ropa, tendría que haber empezado a sospechar (Sofía).
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–¿Cómo es eso de que le robás las bombachas y los vestidos a tu novia?
Rodrigo: ¡No, pará…! Los necesito para hacer mi personaje en el teatro.
–¿Y el perfume? El público no lo ve…
R: Es que me sirve para compenetrarme mejor.
–Sofía, ¿qué sentiste cuando lo viste en el escenario vestido de mujer?
Sofía: Fue fuerte. Si bien en casa se puso un vestido y se pintó los labios para los ensayos finales, verlo en escena con la peluca fue impactante. Después, la obra es tan buena que te olvidás de todo y te reís mucho con su personaje.
–Retrocedamos un par de años. ¿Cómo se conocieron?
S: En Menta, un boliche de Palermo que ya cerró. Una amiga lo paró para pedirle una foto –yo no sabía quién era– y Rodrigo se quedó charlando conmigo. Cambiamos teléfonos, fuimos al cine, a cenar… ¡y nos enamoramos!
–¿Qué sentiste cuando Sofía te dijo: "Estoy embarazada"?
–Al principio fue una sorpresa, pero con el correr de los minutos me entusiasmé con la idea de ser padre y estaba feliz. Siempre quise ser papá joven y Sofía, que está estudiando para maestra jardinera, es la madre ideal.
–¿Te asustó un poco la idea de tener un hijo a los veinte, Sofía?
–No, lo tomamos con mucha naturalidad. Los que estaban asustados eran nuestros padres. "Son tan jóvenes… ¡Y recién se conocen!", fueron algunos de los comentarios. Nosotros no teníamos miedo… ¡porque no sabíamos lo que se venía!
–¿Qué se vino?
R: Horas sin dormir, papeles… ¡muchos papeles! Visitas al médico, la compra del supermercado, saber que a algunos bebés no les alcanza con la leche de la mamá y hay que darles suplementos, pañales –¡muchos, todos carísimos!–, toallitas, y arriba de la Play 4, un sonajero y un muñeco de peluche.
–Y también las primeras sonrisas de Bauti...
S: Sí, miles de cosas hermosas, que todos los días nos hacen llorar. Es verdad que crecés de golpe, y también te afianzas como pareja; tus prioridades son otras. Yo, que estudio para maestra jardinera, hice un postgrado acelerado.
R: Uno de mis mayores miedos es que estaba sin trabajo desde hacía un tiempo largo. Y cuando llegó Bautista se me abrieron muchas puertas. Además de Casa Valentina, me dieron un papel en El marginal y varios proyectos que antes ni soñaba.
–¿Cómo fueron los primeros días con Bauti acá?
R: Como nació por cesárea, yo le cambié los pañales durante todo el primer mes. Al principio la mamá no se podía mover, y después, porque le daba impresión el cordón umbilical. Hice tan bien la audición que quedé en el papel del Chico Cambia-Pañales (carcajadas).
S: Iba a nacer por parto natural, pero creció tanto en los últimos meses que no podía girar. Por eso el médico recomendó la operación. ¡Lo malo es que me hicieron hacer las dos horas de trabajo de parto!
–¿Qué es lo que más destacarías de Rodrigo como papá?
–Que desde que nació Bauti, su vida gira en torno a él. Cuando yo le daba la teta le decía "no te levantes", y él se sentaba al lado mío y me hacía el aguante. A veces, cuando se da cuenta de que estoy agotada, pone al nene en el carrito y se lo lleva a la casa de sus amigos. Si llora, no tengo que pedirle que lo levante o lo cambie. A veces llego y ya lo tiene a upa y está buscando los pañales. Rodrigo también es chico, y sin embargo parece que fue papá toda la vida.
–¿Y vos, Rodrigo, qué resaltarías de Sofía como mamá?
–Nosotros éramos una pareja casi adolecente, que discutía por cualquier pavada. Desde que nació Bautista, ella creció de golpe: descubrí otra mujer. La veo atender a mi hijo y me vuelvo a enamorar.
–Tu hijo vino con un pan bajo el brazo… Y con la Copa Sudamericana para Independiente…
R: ¡Tremendo! Hacía siete años que no metíamos un título internacional y pudimos dar la vuelta en el Maracaná. ¡Nunca me voy a olvidar del 2017!
–¿Bauti ya tiene su camiseta del Rojo?
S: Sí, se la regaló Rodrigo Lussich. Pero tenemos que comprarle otra, porque al gordo ya le queda chica.
Por Sergio Oviedo
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