Cuando la tarde del 25 se empieza a esconder detrás de los edificios de Mar del Plata, Iliana Calabró (51) baja a la playa en busca de su cafecito. La acompaña el Tano, Antonello Grandolfo (49), su pareja desde mediados del 2015 y quien celebra la Navidad con la actriz, después de una Nochebuena signada por las delicias culinarias que preparó ella.
"De entrada, variedad de fiambres y ensalada de rúcula, parmesano y cherry. De 'primo piatto', spaghetti al pomodoro e basilico, con la albahaca de mi huerta. ¡Me traje los plantines! Después, rigatoni con pistacho, crema y panceta. Está muy de moda en Italia. Y finalmente, dos pollos a la portuguesa, que no llegaron a comer… ¡porque explotaban!", detalla Iliana sobre el menú que eligió para deleitar al empresario italiano y a la familia del actor Sebastián Almada. Y agrega: "Nos excedimos. Hoy viene todo el elenco a comer el pollo. ¡Ah! Y de postre preparé ensalada de frutas con helado, confites, turrones y pan dulce".
EL CALA, EN CADA ESQUINA. Mar del Plata la recibió el 19 de diciembre, para debutar en el teatro Lido con Mi vecina favorita, la comedia que protagoniza Lizy Tagliani y que replica carcajadas en la sobremesa post función. "Somos un elenco de buena gente. Vamos todas las noches a un restaurante distinto. Lizy es mega divertida… y ni hablar de Seba y Diego Pérez. Hemos formado dos vecindades. Una sobre el escenario y otra en Torres del Golf, donde nos alojamos", confía Iliana sobre el elenco, que se completa con Christian Sancho, Magui Bravi, Macarena Rinaldi y Florencia Prada.
Y sobre esa obra que la devuelve a la ciudad que tanto disfrutó su papá, el gran Juan Carlos Calabró, quien murió en noviembre de 2013.
–Después de varios años en Carlos Paz, ¿qué sentís al volver a un lugar clave en la vida de tu familia?
–Adoro Mar del Plata. Hacíamos temporadas de más de tres meses… Nos instalábamos acá. Tengo afectos verdaderos. Desde la encargada del edificio vecino, que me enseñó a cocinar, hasta los amigos de Playa Grande, a quienes vi casarse, tener hijos y nietos. ¡Más de treinta años me ligan a esta ciudad!
–¿Cómo se lleva el Tano con esto de acompañarte?
–¡Está chocho! Le encanta salir a cenar. Es muy sociable. Se lleva bien con todos mis compañeros. También vienen sus hijos, que tienen cero problema. Más historia tienen los míos, Nicolás (24) y Stéfano (19).
–¿Vinieron a pasar las Fiestas con vos?
–Este año no. Están de viaje. Y como mamá lo tengo que entender… Aunque cueste. Como dice la frase: "No son tus hijos, son hijos de la vida". Pero a cada rato me pasan el parte de sus actividades.
–¿Y Coca?
–Mi mamá se quiso quedar en Buenos Aires. Yo la respeto… Es grande. En febrero va a venir unos días.
–¿Qué sentiría el Cala al verte aquí y ahora?
–Papá me vio y me sigue viendo disfrutar de Mar del Plata. Yo soy muy creyente. Sé que me está custodiando. Debe estar feliz de verme recorriendo los lugares tan queridos por nosotros. Sabe que sus tres nenas (porque la Coca es una más) estamos bien, tranquilas y proyectándonos. Está muy presente y eso hace que por momentos la nostalgia me invada. Hicimos dos temporadas en este teatro: El Tolengo y después, Calabró más Calabró. Yo me cambio en su camarín… Me siento en un restaurante y sus fotos copan la pared. Es fuerte, sí. Pero su presencia a través de los recuerdos hace mucho bien.
–¿Pensaste qué diría del Tano y cómo se llevarían?
–¡Bárbaro! Serían tal para cual. Cumplidores, puntuales… Incluso ¡hasta le ponen la misma cantidad de azúcar al café! Tienen costumbres italianas muy arraigadas. Son cabrones. Dos hombres de gesto adusto y corazón de oro.
Por Ana van Gelderen
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