Encantado de conocerla –la saluda GENTE–… Usted es realmente bella.
–¡Oh!, gracias –estrecha la mano sin levantarse de su sillón.
Lo sabe. Quizá por eso no abusa de ella. Daisy Jazz Isobel Ridley es consciente del lugar que adquirió en 2015, cuando debutó en Episodio VII: El despertar de la Fuerza, pero más aún del sitio que empezó a ocupar ahora como protagonista central de Episodio VIII: Los últimos Jedi, junto a Mark Hamill, convirtiéndola en tapa de revistas (Elle, Vogue, Empire, Entertainment, etcétera, etcétera), titulares de portales y potencial candidata al podio en las próximas listas de las mujeres más bellas del planeta.
Quizá por eso no abusa de ella, su sonrisa, capaz de completar el exquisito cuadro de su fisonomía (1,70 m, 55 kilos, 81-58,5-84 en curvas y 26,9 centímetros de pie) hasta encender al más frío de los corazones. Así que nuestro desafío, ya dentro del meeting room John Jacob Astor II ubicado en el hotel St. Regis de Colonia Cuauhtémoc, apuntará como una flecha –además de a transitar su incipiente carrera y su flamante labor consagratoria– en tal dirección: intentar que sonría.
–¿Cómo definiría, en una palabra, The last Jedi? Al final de The Force awakens su personaje busca al legendario maestro Luke Skywalker, exiliado en el planeta sagrado Anch-To, para que la entrene…
–La definiría como una película esperanzadora en la que Rey deberá optar entre tomar el lado Luminoso de la Resistencia o el Oscuro, de la Primera Orden. Igual, por respeto a quienes aún no se acercaron al cine, prefiero evitar el tema. Mi respuesta es "ni sí, ni no" (sonríe levemente).
–Sin adelantar la trama, las escenas de acción parecen demostrar que físicamente necesitó prepararse bastante para el nuevo desafío. ¿Fue así?
–En cierta manera. Por fortuna venía bastante entrenada de Episodio VII. Así que optamos por reforzar lo ya logrado, en lugar de arrancar antes. Sucede que al aspecto físico hubo que sumarle el mental, que también resultó bien fuerte, por lo que hablamos: ciertos momentos relevantes de la trama. Una vez que observás el producto final, lo notás.
–¿Cuánto cambió su existencia desde que la confirmaron en la nueva saga, allá por 2014, luego de superar cinco castings en siete meses? ¿Hoy puede salir a la calle, ir al cine, transitar una vida normal, o se le complica?
–He intentado que se modificara en lo mínimo posible. Sigo metiéndome al metro, sigo residiendo en el mismo lugar, sigo teniendo la misma familia, sigo visitando a mis mismos amigos. No me considero un modelo a seguir, ¡porque Rey es mil veces mejor que yo! Tampoco cargo el destino de la galaxia en mis hombros: es sólo una película que hace feliz a la gente. Lo que ha cambiado es mi vida profesional, porque aumentó en grandes proporciones el trabajo. Cosa que, de no mediar Star Wars, de ninguna forma hubiese sucedido.
–Aunque seguramente sube al underground inglés, apostamos a que le costaría transportar su valentía en los subtes de la Argentina…
–¿En serio? ¿Por qué lo piensas?
–Nuestros fanáticos resultan un tanto vehementes.
–"No llores por mí, Argentiiiina" (tararea). Deberé ir a tu país para comprobarlo. Pese a que este año pude trabajar con notables actores mexicanos, aún no me tocó compartir filmaciones con compatriotas tuyos. Ya tendré oportunidad.
–¿Es una mujer coqueta, Daisy?
–No sé si ese interrogante procede demasiado…
–Bueno, el público, en especial de su género, ama conocer los secretos de belleza de las celebrities.
–… Tampoco se relaciona demasiado con lo que venimos conversando.
–¿Entonces no le consultamos si a partir de su exposición aumentaron las declaraciones de amor?
–Tú lo has dicho: mejor no preguntes (sonríe otra vez).
–Ok. Respetemos los deseos de una dama que ¿se autoproclama feminista?
–¡Sí! Yo intento defender al prójimo en general, pero como soy mujer y adoro serlo, me resulta más sencillo defender a las mujeres. Aunque siento empatía hacia todas las luchas justas (de chica, por encararlas no paraba de meterme en problemas dentro del colegio), ésta en lo particular me representa. Formo parte del mundo de las mujeres, y cuando siento que algo huele mal opino sin rodeos sobre aquellas cuestiones relacionadas con nosotras. Soy de armas tomar, y no hablo sólo de sables láser. Soy feminista y con orgullo.
–Bueno, descubrimos otra pasión en usted casi tan intensa como la Fuerza.
–Cuidado que no es la única. También me encanta leer. Leo y leo. Hay miles de películas que no he visto, y un poco menos de libros que no he leído. Me gusta más leer que ver películas.
–A propósito de ver, ¿le gusta cuidarse para verse bien?
–(Seria, clava sus ojos castaños en los del periodista).
–Entendido: nada de insistir con sus secretos de belleza, ¿verdad?
–Verdad (y ante la complicidad, ahora sonríe con ganas).
Tarea cumplida.
Por Leo Ibañez
Agradecemos a Agustín Newell y Delfina Laguna.
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