Consuelo Peppino acaba de salir del programa de Mirtha Legrand. Sí, la hija del tano Sebastián Peppino y su mujer Raimunda (padres de diez hijos: seis mujeres y cuatro hombres), que creció muy lejos de las luces de la ciudad, en un pequeño pueblito de mil habitantes llamado Cintra, llevando el alimento a los animales y ayudando en los quehaceres del campo, mientras soñaba…
-¿Qué soñaba?
-El sueño era bailar. Era lo que me gustaba. Después, ese sueño se diluyó. Me acuerdo que papá me decía: ´¡Cómo le erré con vos! Te tendría que haber mandado a estudiar baile`, pero yo nunca se lo reproché. Aunque siempre me quedó esa espinita de que podría haber cumplido el sueño", recuerda.
Es que, por estos días, María Consuelo Peppino se ha convertido en una especie de celebridad 2.0. ¿Qué tanto? Hoy la mujer de 65 años tiene maquillador y peinador y las diseñadoras de alta costura hacen cola para lookearla: "El vestido que llevé a lo de Mirtha me lo hizo Carola Forconi: la llamé el miércoles y se vino con las telas; me las cortó ese mismo día y el jueves se levantó a las 5 de la mañana a terminarlo, porque yo viajaba el viernes temprano", explica.
Y hasta comparte jefa de prensa con Nazarena y Barbie Vélez, entre otros personajes de la farándula porteña. El combo llega por haberse convertido en una de las grandes figuras de Bailando ("la no famosa"), claro está. Y todo por un casting.
La cosa fue así: "Mi nieta Catalina, que está todo el día metida en Internet, me dijo que iban los productores de Marcelo a Villa María: ´Tenés que presentarte`. Y el martes la invité a mi amiga Graciela: ´¿Vamos al casting de Tinelli?`. Fuimos".
Había que hacer una pasadita de disco, aprendí un poquito y lo hice. Al ratito estábamos tomando mate en casa y me llama un productor: ´Te queremos hacer una entrevista`. A los diez minutos estaba ahí. Al día siguiente se presentaron el doble de mujeres al casting, pero me llamaron de nuevo. Ahí quedábamos tres.
Y un día antes de que empezara el programa me dijeron que yo era la elegida. No lo podía creer y mis nietos estaban como locos…", detalla con precisión Consuelo.
–Y no se equivocaron: te convertiste en una de las figuras del Bailando y eliminaste al subcampeón. ¿Por qué te elige la gente?
–No sé, dicen que es el carisma, la sonrisa. "Nos vamos, el Polaco nos saca", le decía a mi bailarín. Y me iba feliz. Por eso no podía creer que les había ganado. Fue una semana increíble. Me llamaron de todas las radios. Terminé agotada y sin voz. El viernes estaba muda y al otro día tenía que ir a lo de Mirtha. Se me cerró la garganta, estaba muy emocionada.
–Te sacan selfies como si fueras una estrella…
–Me paran en la calle, me piden fotos… y yo converso. En estos meses me he sacado más fotos que en toda mi vida. Estoy acá por la gente.
–¿Cómo podrías explicar el momento que estás pasando? ¿A qué se parece la sensación?
–Para una mujer como yo, la sensación que siento por estar en el Bailando es distinta a todo. Es una alegría enorme, pero diferente a cuando fui madre o me casé. Yo me dediqué a mis hijos. No me dio por aprender a bailar. Y, de repente, llega esta oportunidad cuando ya tengo a mis hijos criados, los nietos hermosos… A esta altura de mi vida lo disfruto mucho y redondea una vida hermosa.
EL BROCHE DE ORO. Durante años, Consuelo pensó que nunca iba a cumplir su sueño de triunfar gracias al baile, pero –aun antes de ShowMatch– ese ritmo que lleva genuinamente en su cuerpo le dio más de lo que ella misma pensó. De hecho, gracias a las bailantas que se armaban en Villa María hace cincuenta años, ella empezó a formar su familia.
"Yo vivía en Ausonia, y nos íbamos a bailar a Villa María, que estaba a 30 kilómetros. Ahí conocí a Raúl, el papá de mis tres hijos. El tenía 19 y yo 16. Ocho años después, me fui con Raúl a Villa María. Fuimos haciendo todo de a poco. Nos compramos el terrenito y nos hicimos la casa por medio del Banco Hipotecario. Después el juego de dormitorio… Tuvimos tres hijos hermosos, Verónica, Germán y Paula, que nos dieron ocho nietos. Raúl fue mi único novio hasta que falleció. Una gran persona, fue el amor de mi vida", recuerda Consuelo que, mientras crio a sus hijos, fue ama de casa pero después trabajó durante muchos años en una peluquería.
–Estuviste cuarenta años con Raúl y lo perdiste por una enfermedad muy dolorosa.
–Raúl falleció hace nueve años de una enfermedad degenerativa que no conocía, se llama ELA. Te ataca los músculos, hasta la lengua, y tiene una sobrevida de cuatro o cinco años como máximo, según lo que leí. Raúl lo soportó dos años y medio, fue muy duro. Durante su enfermedad dejé de trabajar en la pelu, pero después volví.
–¿Llegó a pedirte que siguieras con tu vida?
–Cuando todavía podía hablar me decía que no quería morirse, para que no me quedara sola… (se quiebra) "La soledad es triste… Me duele que te quedes sola… Buscate un compañero…". Cuando lo perdí tuve que ir a un psicólogo por primera vez en mi vida. Me ayudó muchísimo, me hizo entender que Raúl no estaba más y que mi vida continuaba.
–¿Y tus hijas aceptaron que rehicieras tu vida?
–Mis hijas me alentaron, me dijeron que tenía que empezar a salir con mis amigas, a viajar… Y les hice caso. Me fui a Brasil, a las termas. Y empecé a salir a bailar, mi pasión, como lo hacía con Raúl.
–Y con Ramón se repitió la historia: también lo conociste en un baile.
–Sí, había una cena y baile en un club de Villa María y lo conocí. El me contó que, cuando me vio, pensó: "Qué linda mujer, tengo que sacarla a bailar…". Enseguida empezamos a charlar, cambiamos teléfonos y, a los tres días, me invitó un cafecito. Pero la verdad es que me aguantó un montón: me costó volver a tener pareja, que la gente me viera. No sé si otro hombre me hubiera aguantado tanto.
–Hoy forma parte de tu rutina.
–Sí, cuando cae la tardecita quiero que llegue. Nosotros decimos que somos novios, porque cada uno vive en su casa, pero él se viene todas las nochecitas a la mía. A la mañana siguiente se va a trabajar a la municipalidad y yo me quedo tomando unos mates. Al mediodía almuerzo, siesta y me voy a lo de mis hijas. Esa es mi vida.
–Si tuvieras que elegir lo más apasionante que hiciste en tu vida, ¿qué me contarías?
–Creo que lo que estoy viviendo en el Bailando… No lo esperaba, es una locura, a mí me apasiona bailar. Y ahora puedo mostrarlo. Yo fui al casting pero nunca imaginé que me iban a elegir. Estoy fascinada, me parece todo tan raro. Nunca pensé que Mirtha me podría invitar a su mesa o que la revista GENTE me hiciera una nota. Es todo como un sueño. La vida me sorprendió. A los sueños hay que saber esperarlo, a la larga se cumplen.
Por Julián Zocchi
Fotos: Mario Sar
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