Fue una de las fiestas más lindas de mi vida", dice Juan Carlos Pallarols, que llegó a los 75 años de edad "y a los 70 como orfebre, lo que más me emociona, sobre todo porque quiero transmitir a los más jóvenes la alegría de trabajar todos los días. Una de las felicidades más grandes fue seguir los pasos de mis mayores. Mi abuelo murió el 9 de enero del '52; el 2 nos dejó una carta escrita, donde decía entre otras cosas: 'Cuando estés aburrido; trabajá; cuando estés triste, trabajá; si estás feliz, no dejes de trabajar…'".
–Sus trabajos dieron la vuelta al mundo. ¿Qué sueños le quedan por cumplir?
–Un montón. La vida me sorprende todos los días. Me levanto y pienso qué puedo hacer. Quisiera vivir 500 años para ver cumplidos esos sueños. Y mantengo la ilusión de que podemos volver a ser el país que fuimos hace cinco o seis décadas.
Entre los invitados a su casa de San Telmo sobresalió Luis Landriscina. "Me regaló un pendrive con toda su obra y contó algunas historias. Con él festejamos que, con una rosa que hicimos, conseguimos un tomógrafo para el Impenetrable a través de la fundación La Higuera".
La fiesta también unió al embajador inglés Kent con ex combatientes, que se unieron a Dos Rosas por Malvinas, otro proyecto de Pallarols. Ellos le obsequiaron algo muy especial: "Recibí una campera de la Fuerza Aérea igual a las que se usaron en la guerra. Y un mapa de las islas con dos piedras naturales, una de Gran Malvina y otra de Soledad, que tienen casi la forma de las islas".
La reunión se extendió hasta la madrugada del viernes. Y así, con una sonrisa y haciendo bromas, la sintetizó el anfitrión: "Salió todo bien. Acertamos en la elección del vino, del champán y de la comida, unas patas flambeadas riquísimas. ¡No puedo creer lo que tomaron! ¡Había 150 personas, 150 botellas y no quedó nada, jajaja! Será porque la hicimos con el mismo cariño que a la platería".
Por Hugo Martin
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