Alberto Lecchi: “El fútbol y el cine son las grandes pasiones de mi vida”

Mientras se prepara para el estreno de Te esperaré, su película número 13, disfruta de su otra actividad: preside el Club Atlético Temperley.

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Alberto Lecchi. Foto: Diego Soldini
Alberto Lecchi. Foto: Diego Soldini

La película que cuenta la vida de Alberto Lecchi (63) arranca en blanco y negro, con una foto de Gregorio Muñoz, su abuelo, arrojando los guantes y los botines pesados de cuero negro con punta de acero (similares a los borceguíes que actualmente se utilizan en la construcción) contra una de las puertas de chapa del vestuario, mientras grita: "¡Hasta acá llegué! ¡Me voy y no vuelvo a jugar nunca más!".

Corrían los años 30', el fútbol argentino avanzaba a paso firme rumbo al profesionalismo y el poderoso Racing Club le quería comprar el pase en unos cuantos miles de pesos a aquel arquero de Temperley. Pero el amor de Gregorio por su camiseta era tan grande que se negó. Los dirigentes lo presionaron; decidió abandonar el deporte y no pisar nunca más la cancha del Celeste.

Quien sí siguió yendo fue su mujer, Desideria, a quien se la podía ver en la platea abrazada a su nieto. "Para que mi papá me dejara ir a ver al Gasolero, debí negociar: 'Vos venís conmigo los fines de semana a ver a River y al cine, y te dejo acompañar a la abuela los sábados'".–memora hoy Lecchi–.

Sin darse cuenta, Luis le sumaba a la pasión de Albertito, otra inesperada. "Ibamos al cine continuado en Lomas de Zamora. Veíamos tres películas con una entrada. En ese momento no me daba cuenta de lo que sería esa actividad para mi vida… Es más, papá tenía un problema de risa tardía: cuando todos se callaban, él recién arrancaba. Me daba un poco de vergüenza. Hoy lo recuerdo con cariño", admite quien a partir de allí estudió Ciencias Económicas, Sociología y Bellas Artes, trabajó en medio centenar de películas como asistente, debutó en la dirección en 1993 con Perdido por perdido, y desde entonces rodó otros doce filmes.

(El dedo en la llaga, Apariencias y Nueces para el amor, entre otras) y varias series de televisión de gran éxito como Mujeres asesinas, Nueve lunas, Epitafios y En terapia.

La foto de promoción de
La foto de promoción de Te esperaré.

Lo cierto es que a casi un cuarto de siglo de aquel debut como realizador, Lecchi (separado, padre de Agustín –36– y Alejo –33– y de novio con la directora de arte Julia Freid –52–) vive una doble sensación. "El fútbol y el cine son las grandes pasiones de mi vida", afirma quien por estos días es presidente del Club Atlético Temperley y está por estrenar Te esperaré, un thriller protagonizado por Darío Grandinetti e Inés Estévez, cuyo eje transita por las relaciones entre padres e hijos: "Es la película que siempre quise hacer –confía–. Por eso, a diferencia de otras veces, ando tranquilo. Los días de estreno siempre sueño con estar en una isla sin televisión, teléfono ni señal de internet. Pero ahora no".

–¿Por qué suele preferir eso?

–Porque una película es como un hijo. Uno le dedica años de su vida, y cuando va al estreno y la gente sale del cine diciendo "¡qué película de m…!", te amargás.

–¿Le pasó?

–Sí. Una vez, en el Alto Avellaneda… Un tipo –que no había visto mi película– le decía al público en la cola que fuera a ver otra. La competencia había mandado gente a esas salas a sumar espectadores para sus filmes. Y bueno, me calenté y terminé preso… Ahora no estoy nervioso. Ya no me importa si el 2 de noviembre, cuando estrene, alguien me manda: "¡Qué feo es tu hijo!". Para mí es muy lindo.

–¿Eso no se lo habrá enseñado su condición de dirigente de fútbol?

–Vaya a saber uno…

–¿Cómo llegó a Temperley?

–Hace cinco años, cuando el club estaba al borde de la quiebra, con un pasivo de siete millones y medio de pesos. Varios socios y personas de la institución, conociendo nuestro amor por la Celeste, nos llamaron a Hernán Lewin y a mí para que nos hagamos cargo y…

Junto a Dario Grandinetti en
Junto a Dario Grandinetti en el rodaje de Te esperaré

–¿Y?

–Aceptamos. Fue duro, ¡tremendo! Refundamos Temperley desde cero. La cancha estaba abandonada, la rata más chica se comía al gato y no existían las instalaciones actuales. Levantamos 63 juicios, sumamos 11 mil socios nuevos y recuperamos socialmente al club. Ahora contamos con 22 actividades, y desde hace cuatro años no le debemos un peso a nadie. Por si fuera poco, estábamos a tres puntos de irnos a la C y ya llevamos cuatro temporadas en Primera.

–¿Cómo se logra esto en un fútbol argentino viciado de dirigentes ineptos y corruptos?

–Con trabajo y honestidad. Hoy vamos a comprar 26 hectáreas en Guernica, a 37 kilómetros de Buenos Aires, para construir un polideportivo y llevar a todas las divisiones de fútbol ahí. Me voy dentro de dos meses, y dejo a la institución con un superávit muy importante.

–Hernán Lewin, el presidente al que acompañó usted de un principio, se tuvo que ir por la amenaza de los barrabravas. ¿Cómo los combatió?

–Tuve suerte. Históricamente no tuvimos barras, porque es un equipo de familia. ¡En un momento parecíamos un club de Bélgica! Pero cuando crecimos un poco, vinieron hinchas de otros equipos a hacer su negocio. Había uno, al que llamaban Payaso, que salió de la cárcel después de veinte años y se apoderó de la barra a punta de pistola. Vino a vernos y nos pidió 50 mil pesos por mes, cien camisetas y un porcentaje de los pases de los chicos de las inferiores. Ahí, por tanta presión (le dijeron que le iban a matar a la familia) se fue Lewin. Si yo también renunciaba, se iba toda la Comisión Directiva y el club quedaba acéfalo.

“Tuve suerte. Históricamente no tuvimos barras, porque es un equipo de familia. ¡En un momento parecíamos un club de Bélgica!”

-Qué hizo entonces?

–Hablé con el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, y nos dio todo su apoyo. Lo mismo hicieron todos los fiscales. Coincidió con que Payaso mató a su suegro, tuvo un tiroteo en Lomas y volvió a caer preso. Ahí volvió la calma.

–¿Se pueden erradicar los barras?

–Sí, si el Estado quiere, se logra en quince días. Es una decisión política. El problema es cuando vos los combatís y después te pasa lo que le ocurrió a Racing en el cierre del acto de Cristina Kirchner, donde los barras manejaron la seguridad.

–Hace poco tuvieron que decidir la situación del defensor Alexis Zárate, condenado en primera instancia a seis años de prisión por abuso sexual. ¿Por qué lo apartaron, si todavía está libre y la sentencia aún no se encuentra firme?

–Fue una decisión difícil. Pero nosotros estamos a favor del NiUnaMenos y queremos que las familias vuelvan a las canchas. Entonces, no podemos tener en el plantel a alguien condenado por ese delito.

–Recién me contaba que no interviene mucho en el fútbol. ¿Ese es el secreto del éxito?

–Puede ser… Por ejemplo, intercambio libros con varios jugadores del plantel. Y cuando saludo al técnico y le pregunto algo, me responde: "¿Necesitás que te acomode alguna cámara para una toma?".

Por Sergio Oviedo. Fotos: Diego Soldini.

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