¿Cómo se define Calu Rivero, seis años después de "la pesadilla" que vivió con Juan Darthés, su co protagonista en Dulce amor, que le inició una demanda por calumnias e injurias tras contar su verdad? "Entera y digna", asegura hoy, victoriosa.
"Mi primer alivio fue hablar y mi segundo alivio fue ir a la marcha de Ni una menos: ahí fue donde sentí que el feminismo era mi segundo hogar", recalca en charla con GENTE.
–En tu última aparición en tribunales, cuando quien te denuncia por calumnias e injurias no se presentó a la audiencia (N.d.R: Juan Darthés se había ido a Brasil, país del que es oriundo y en el que no lo pueden extraditar), se te vio segura y aliviada de sentirte escuchada.
–Llegar a las escalinatas de tribunales y ver todo lleno de periodistas me sorprendió porque no me imaginé que pudiera llegar todo tan lejos. Y ahí comprendí por qué esta persona no me lo hizo porque realmente quería saber cuál era la verdad: lo hizo para darme miedo. Porque cuando querés resolver las cosas, como se resuelve en la justicia, entonces te presentás. Si no vas, das a entender que no te interesa. Hasta qué lugar como mujeres vamos a seguir exponiéndonos.
–¿Qué te produjo ver a Darthés en el programa de Mauro Viale, tras la denuncia pública de violación que hizo Thelma?
–Cuando lo vi la última vez en televisión tomé la decisión de que hasta ahí iba a llegar lo que yo me iba a informar. Lo ví con un mensaje super oscuro en el que seguía hablándoles a las víctimas, cuando dijo que se iba a matar. Lo no dicho es: "Si a mí me pasa algo, ustedes son las culpables". No: yo no me voy a hacer cargo de eso, no me vas a seguir manejando mi cabeza, hacé de tu vida lo que quieras. Yo ya estoy del otro lado. Me fui de la novela hace seis años, hace cinco que no actuaba, viajé, terapia, me metí en un viaje de autoconocimiento muy profundo, hace un año lo conté a la prensa.
–Muy difícil hacer retrospectiva de todo un sistema de silenciamiento naturalizado en los medios.
–Y el libro que yo saco en marzo con Planeta tiene que ver con todo eso. Hoy leo todo eso y digo "wow, tiene el triple de sentido". Y no lo puedo terminar de leer: digo, "qué débil, qué fragilidad". Me sentí muy sola y no sabía quién era, hasta que fui consciente de mis límites y de lo que quería para mí. El universo y el tiempo acomodan todo. Ahora estoy en un momento hermoso.
–¿Y en lo sentimental, en el hecho de confiar en otra persona, cómo te repercutió la consciencia de tus límites?
–Ahí en ese momento era más difícil porque cuando yo sentía del otro lado una actitud un poco machista era más tajante y no lo podía explicar, pero corporalmente me generaban rechazo. "Radar", decía mi psicólogo, básicamente "huir de acá". Hay todo un discurso que viene incorporado hace años, que si no estás atenta, empezás a recibir frases como "¿esa ropa no es mucho?" o acerca del maquillaje. ¡Pero si vos me conociste así! Te empezás a sentir desdibujada. Cuando algo me hace ruido, lo digo. Si me dicen algo acerca del uso del teléfono, digo que no voy a cambiar: "Soy así. Me gusta filmarme, filmo, saco fotos, porque me gusta como herramienta".
–¿Has cambiado a pedido de otra persona?
–Sí, por supuesto. Yo que juego mucho con la ropa, me ha pasado que traté de amoldarme a algo, hasta que me di cuenta que no podía cambiar por otro. Hay que identificar muy bien qué se desea y a dónde querés ir.
Por redacción GENTE. Fotos: Chris Beliera.
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