Natalia Oreiro (41) a punto de estrenar su nueva película, Re Loca, y en diálogo con GENTE hace una profunda reflexión sobre los movimientos feministas y habla de las situaciones de maltrato que le tocó afrontar y cómo lo hizo.
–Usted, que actúa desde los 12 años, ¿alguna vez sufrió maltrato o acoso?
–El actual movimiento de las mujeres viene generando mucho acompañamiento de pares e incluso hombres. Es importante aprender para no volver a cometer los mismos errores y dar por sentadas ciertas cosas. No se trata de dejar a los hombres afuera, se trata de igualdad, de que cambiemos el mundo juntos. La lucha por la igualdad no se lograría si las mujeres no nos hubiésemos juntado y un montón de hombres no nos ayudaran y aportaran. Si bien en el último año esto comenzó a desarrollarse y hablarse más mediáticamente, uno repite patrones que le enseñaron en la casa… Y hay que romper con eso y hacer un nuevo molde, donde todos nos sintamos respetados, equilibrados e incluidos.
El maltrato es maltrato, no un tema de género
–No nos contestó si alguna vez en su carrera se sintió acosada, maltratada…
–Para mí el maltrato es maltrato, no un tema de género. La mujer maltrata al hombre, el hombre maltrata a la mujer… Hay muchos tipos de acoso aparte del físico: el psicológico, el económico. Sí, me ha pasado y en todos los casos me he defendido. Pero yo he tenido las herramientas para hacerlo, y no todas las personas cuentan con ellas. Me cuesta hablar de mí, porque puede sonar a: "Claro, vos lo pudiste hacer porque no tenías miedo de perder el trabajo"… Pero sí, me ha pasado.
Sí, me ha pasado y en todos los casos me he defendido
–¿Cómo se lleva con el piropo callejero?
–Nunca me gustó. Ya de chica fui de darme vuelta y contestar, doblando la apuesta con un "fuck you" si me parecía fuera de lugar. Me gustaría que algunos cambiaran el foco. Las formas son importantes. No es lo mismo mandarle a una chica "qué linda sos", que "qué lindo orto tenés". Si me naciera decirle algo lindo a un muchacho, no me surgiría algo parecido. Después está que los hombres empiecen a evitar lo por temor a agredir… Ahí hay un tema. Si alguien se calla porque le genera miedo, arrancamos mal. Me gustaría que, si lo hace, sea porque entiende que puede lastimar al otro, no por la represalia. Yo escucho a hombres expresando: "¡Pero nos están asustando!". Pasa que fueron tantos años de injusticia y desigualdad…
Por Leo Ibáñez
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