Natalia Oreiro (41) acaba de estrenar el clip-himno futbolero United by Love y protagoniza la película Re loca que, según la crítica será uno de los filmes nacionales del año. En una charla exclusiva con GENTE habla sobre su personaje y mucho más.
–¿Qué la pone re loca?
–La mentira. Y de esta época, la insensibilidad y la individualidad. Transitamos momentos de "me salvo yo", cuando todos somos partes de un todo. Algún día lo entenderemos… Aunque a mí me vaya bien, no puedo dejar de ver que tengo compañeros sin trabajo. Necesito ayudar a no vivir en un mundo tan injusto. Hace tiempo que soy embajadora de UNICEF. Lo social me importa desde antes de actuar. La vez pasada vi en el noticiero que le habían robado los instrumentos a una orquesta infantil de Florencio Varela. Y me resultó tan injusto por las dos partes: del que los vende para olvidarse de su realidad y comprar droga, y de los que quedaron privados de aprender música. "¿Qué puedo hacer?", pensé. Y gestioné para que los chicos volviesen a tener sus instrumentos.
Lo social me importa desde antes de actuar.
–Llega un momento en que Pilar, su personaje de Re loca, estalla. ¿En qué momentos le sucede a usted?
–La subestimación me saca. Hay mucha en lo laboral, lo social y a todo nivel. Como "es así porque yo lo digo", "vos no sabés nada"… Y el respeto. Que se te cuelen en una cola también es faltarte el respeto.
La subestimación me saca. Hay mucha en lo laboral, lo social y a todo nivel
–¿Es de acudir a las malas palabras?
–Desde que tengo un hijo me cuido más. Mis "malas palabras" son las frases irónicas. A veces, una puteada queda en eso, y una ironía o un doble sentido persiste.
–¿Cómo es usted cuando la bronca la embarga?
–Tras rodar la peli admito que tengo menos filtro. Socialmente nos aprietan tanto, que en cierto momento planteás: ¿cuánto maltrato es suficiente? Hablamos de dignidad. Y la forma de expresarla a veces es mandando todo a la m… pip (emite el pitido). Pilar lo resuelve yendo de cero a cien revoluciones. Lo bueno es poder lograr el equilibrio y encontrar las palabras.
–Nada menos…
–La palabra tiene una importancia sublime. Nunca hay que dar por entendidas cosas que jamás mencionaste. Cada uno es diferente. A mí me sirve escribir. Cuando entiendo que el enojo puede jugarme en contra, respiro, lo escribo, y a partir de leerlo busco la forma de encontrar un punto de equilibrio. Además hay que ponerse en el lugar del otro. La gente no es buena o mala: todos somos un poco de cada. A veces el vértigo no nos permite darnos cuenta de cosas que damos por sobreentendidas. En lo personal, si siento que me ofenden a mí u ofenden a alguien cuando me encuentro presente, no me callo. Tengo un gran sentido de justicia y carácter fuerte (en mi boletín ponían "conversa y dispersa"), y de adulta, si veo la oportunidad de colaborar con causas o personas que carecen de esa posibilidad, la tomo.
–¿Qué la pone re loca de felicidad?
–Soy optimista por naturaleza, aunque tengo días de bajón, en especial si me encuentro frente a realidades muy dispares. Sin embargo, sigo creyendo que éste es un lugar hermoso para criar hijos. Con mi familia nos mudamos a la Zona Norte, a un lugar silencioso. En el '98 vivía cerca de Plaza Serrano. No aguantaba el ruido. Necesitaba escuchar pajaritos… Tenemos una huerta de calabazas, tomates, remolacha, legumbres, choclo, frutales, rúcula, espinaca, albahaca. Aunque no soy buena cocinera, cuando ando con tiempo me inclino por la repostería. Y también apuesto a terminar un lindo jardín y un pequeño vivero.
–¿Cómo afronta los bajones?
–Trato de actuar. Soy activista, no de los que no miran algo que les hace mal. Y también busco reparo en lo que me llena: la salida del sol, una luna sobre el río, un árbol centenario, el germinar de una semilla, un poema. Admiro las cosas difíciles de recrear en una computadora o un laboratorio. Yo vivo así. Puedo tomarme doscientos aviones al mes, y a la vez intentar ser la mejor versión de madre. Cuando uno trabaja demasiado en algo que no le gusta, sufre estrés, y cuando lo hace en lo que le gusta, lo que lo aborda es pasión.
Por Leo Ibáñez
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