Entre Mataderos y Liniers, Laurita Fernández (27) creyó que jamás llegaría a algún lado, porque no tenía contactos. "No me enteraba de los castings de Chiquititas. No tenía agencia, nadie me guiaba… pero yo estudiaba", cuenta, con la sola intención de alentar a los que la ven difícil. "Empecé a tomar clases de baile a los cuatro años. Después seguí con canto y teatro. Nunca dejé de formarme", apunta sobre sus comienzos y sigue: "Sin herramientas no te sostenés. Nada se puede aprender en dos semanas".
Y fueron justo dos semanas el tiempo que tuvo para componer su propia Sugar Kane para el musical más taquillero de la calle Corrientes. Ese que nace de la película Una Eva y dos Adanes, con Marilyn Monroe como ícono. Y que Susana protagonizó en 1986 y Griselda Siciliani reestrenó el año pasado. Todo bajo la producción de Gustavo Yankelevich, aquel que en los años 90 y desde la pantalla de Telefe tenía mucho que ver con ese Chiquititas por el que suspiraba Laurita.
Para proponerme el papel de Sugar Kane, Gustavo Yankelevich me citó en un lugar ultra secreto de la avenida Figueroa Alcorta y me pidió discreción. ¡Pasé un fin de semana muda!
–¿Qué estabas haciendo cuando te llamaron para Sugar?
–Estaba en clase de canto. Me llegó un mensaje de WhatsApp de un número desconocido. Decía: "Hola, soy Gustavo Yankelevich. Tengo algo para proponerte". Pensé que era una joda. Le dije que me llamara a las seis de la tarde. Me dijo que era una propuesta para hacerme personalmente. Me adelantó que era de teatro. Quedamos en reunirnos al día siguiente. Yo pensé que era algo para el verano… Me citó en un lugar ultra secreto sobre la avenida Figueroa Alcorta. Empezamos repasando mi carrera, cómo se había construido mi nombre… hasta que me dijo que me quería para Sugar. "¿Por cuántos días se va Gri?", le pregunté, pensando que era solo un reemplazo. Me aclaró que yo era la nueva Sugar Kane. Y que me daba un par de semanas para ensayar. Me pidió discreción. Que no se enterara ni mi almohada, porque primero tenía que comunicarlo al equipo y a la prensa. ¡Pasé el fin de semana muda!
–¿Cómo la preparaste en tan poco tiempo?
–Empecé a ensayar las coreografías un miércoles con Gustavo Wons. De ahí me iba al estudio del maestro Gerardo Gardelín. Preparé mucho con ellos y otro tanto sola. Iba todas las tardes al teatro –llevaba a mis profes de canto– y a la noche veía la función de Gri, que me dio consejos detrás de escena. Con Fede (D'Elía) y Nico (Cabré) tuve solo dos ensayos. No conocía a ninguno de los dos. No sabía si estaban contentos con mi llegada… pero tuvieron buena onda. Nico me recibió con mate. Es un grupo sin fisuras. Hay muy buen clima.
–El baile es lo tuyo. La apuesta pasaba por cómo cantabas y actuabas.
–Me sirvió mucho ver la película de Marilyn. Además de a Griselda y a Susana. En Marilyn encontré esa inocencia pícara que es súper sensual. "¡Es por acá!", dije. Porque Sugar quiere casarse con un millonario, pero no lo hace de ambiciosa, sino porque cree que es la única manera de salvarse. Arturo Puig –el director–, Max Otranto –el stage manager–, además de Fede y Nico, me ayudaron mucho. Construí mi propia versión de Sugar Kane. Porque hay un lineamiento, pero cada una le pone lo suyo. En relación al canto, tomo clases con Emi Fegger desde los 16 años. Lo que pasa es que entré al Bailando, me dediqué a la danza… y me dio pudor cantar en público. Pero ensayé mucho. Lo que más me preocupaba era ensamblar el aire. Estar aeróbicamente entrenada para largar bien una nota después de bailar. Y eso solo se logra pasando la obra mil veces.
–Entonces, al fin y al cabo, ¿cómo explicás el logro de estar en Sugar?
–A los diez años empecé a soñar con protagonizar un musical en calle Corrientes. Siempre supe que es un anhelo de muchas. Y me dediqué a formarme. No dejé de estudiar baile, canto y actuación. Ni me tomé un año sabático. Mi familia me pagó las clases. Me llevó y me trajo adonde hiciera falta. La clave fue estar preparada para las oportunidades. En muchos castings me dijeron que no. Pero cuando se cerró una puerta, se abrió otra. De hecho, después de dos años trabajando con Pepito Cibrián –lo primero que hice–, me probé para un musical de Pinti. Llegué a estar entre las ocho finalistas, ¡y no quedé! Lloré mucho. Sentí que se había ido la oportunidad de mi vida. Entonces supe del casting del Bailando y me presenté, después de que me insistieran mis compañeras de danza, porque "no me interesa: todas bailan en bolas". Quedamos dos sobre cinco mil. Y el Bailando me dio popularidad, entre otras cosas. Porque creo en ir a buscar las oportunidades, más allá de soñarlas. Aunque suene cursi.
–Hablame de algún momento de ir en busca de ellas…
–Para conducir Combate me colé en el casting. No tenía agencia ni nadie que me representara. Me enteré de la búsqueda y le escribí al productor para que me probara. Me tomó como coreógrafa, hasta que Marcos Gorban –otra de las personas que confiaron en mí– me dijo que reforzara las clases de voz, porque iba a terminar conduciendo. Así fue. Para un programa de cuatro horas tenés que ser amable al oído. Desde que hago Sugar, bajé a dos horas de Combate. Y sigo en Vale 97.5, pero me pasaron a la segunda mañana, de 10 a 13. Me hizo feliz no tener que dejar nada.
SIN PADRINO Y CON ESTUDIO. Laurita debutó en Sugar diez años y un mes después de ser utilera, además de reemplazo, en El fantasma de Canterville, de Pepito Cibrián, en el teatro Lola Membrives. "Era marzo de 2008. Mis viejos me sacaban fotos con flash mientras movía las cosas detrás de escena. Por eso fue emocionante que me vean protagonizar en el Lola", cuenta Laurita. La misma que para tomar sus clases atravesaba todos los días la Capital para llegar desde Mataderos hasta Recoleta, Palermo o Caballito.
"Me la pasaba arriba del colectivo. Más de una vez me pregunté si valía la pena. Yo no quería ser maestra de danzas", apunta y destaca el apoyo incondicional de sus padres. "Aun separados, se organizaron para acompañarme. Fue todo un tema que yo no quisiera seguir una carrera tradicional… Se separaron cuando yo tenía once años, y mi hermana Gabriela, seis. Fue muy difícil. Me refugié en las clases de baile", agrega mientras el mediodía del domingo se va con una lluvia tenue, entre un tostado de tomate y queso con café con leche como brunch perfecto.
–¿Cómo te manejás con el dinero? En estos últimos años hiciste muchas campañas publicitarias, además del Bailando, la radio y Combate.
–No creo en eso de agarrar todo porque sí. Tuve muchas oportunidades de dinero fácil por hacer fotos calientes. Cuando empecé en teatro ganaba dos pesos con cincuenta. Me sostenía porque hacía shows con un grupo que animaba cumpleaños de quince, casamientos y bar mitzvah. Eran ocho por fin de semana, de diez de la noche a seis de la mañana. Así empecé a ganar dinero. Cuando entré al Bailando, mi papá me dijo: "Poné la plata en un pozo". ¡Yo no sabía de qué hablaba! Le hice caso. Vivía con ellos. Por momentos era complicado pagar la cuota, pero seguí viajando en colectivo y no conocí Estados Unidos. Así, trabajando mucho, llegué a tener mi propio monoambiente a los 21 años. Después me mudé a uno más grande. Pude comprarme mi auto y viajar. Hubo momentos en que pensé estudiar Diseño Gráfico y conseguir un trabajo fijo. Mi profesión es muy inestable.
–¿Qué es lo que más te conmueve de todo lo que te está pasando?
–Me emociona estar haciendo un clásico. Verme pasando textos de una película que protagonizó Marilyn Monroe hace tantos años… Es un sueño cumplido. Admiro a Griselda, y a Susana, ¡ni hablar!
Creo que Marilyn es una mujer empoderada y triunfadora. Es extrovertida e independiente. No necesita subrayar su sensualidad: lo es por naturaleza
–¿Qué te inspira de Marilyn?
–Que es una mujer empoderada y triunfadora. Me resulta encantador. Es extrovertida e independiente. No necesita subrayar su sensualidad, porque es sexy por naturaleza. Es una diva. Entre nosotras no hay comparación posible. A mí me gusta verme sexy, pero siempre que tenga que ver con lo artístico. Si me tengo que desnudar, será por el baile, la actuación o el canto. Nunca porque sí. Sobre el escenario, no le tengo miedo a nada.
Por Ana van Gelderen.
Fotos: Christian Beliera y Maxi Vernazza
Producción: Mariano Caprarola.
Asistentes de producción: Alejandra Albuquerque
y Giuliano Pettazzi.
Peinó: Sergio Bertrán para Bertran Hair.
Maquilló: Gabriela Agueda Romero.
Agradecemos a Marcelo Péndola, Claudia Arce, Carmen Steffens, Las Juanas Night, Andressa y a Presidente Bar.
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