Micaela Lorena Viciconte nació el 3 de mayo de 1989 y antes de llegar a Combate (Canal 9) no tenía Instagram, ni Twitter, ni Facebook. "Yo estudié para ser guardavidas en el Sindicato de Mar del Plata, y también profesora de natación. Pero como a los 18 años me fui a vivir con mis amigas, tuve que hacer de todo para mantenerme: fui moza, promotora, repositora, di clases de natación… Hasta que casi al mismo tiempo me quedé sin laburo, me peleé con mi novio de entonces y robaron en mi departamento. Por eso decidí vender mi Fiat Duna, modelo 90, y cambiar de aire. "Es ahora o nunca", y me vine a probar suerte a Buenos Aires".
– ¿Cómo te recibió Buenos Aires?
–Me instalé en una residencia universitaria de Palermo durante tres años. Compartía mi cuarto con dos chicas y trabajaba de lo que podía. Me presenté en una agencia de modelos y no me tomaron porque me dijeron que era gorda…
–¿Y cómo llegaste a Combate?
–En 2014, cuando ya estaba perdiendo esperanzas, mi papá vio un aviso en el diario. Me dijo que en Canal 9 buscaban chicas deportistas para un nuevo programa. Pensé que sólo entraban los acomodados. Me tocó hacer la fila de las "populares" porque no venía de ninguna agencia. Pero me puse muy nerviosa cuando vi que del otro lado "las vip" entraban más rápido. Entonces fui a quejarme y tanto discutí que me hicieron pasar… Muchos pueden pensar que tengo mal temperamento, pero no me gustan los grises, y siempre voy de frente.
–¿Qué hiciste en el casting?
–La pasé mal porque me empezaron a preguntar cosas de mi vida privada que me hicieron sentir muy incómoda, como: "¿Estuviste con algún famoso?", "¿Saldrías con un hombre casado?". A la tercera consulta íntima, les paré el carro… Días después me llamaron porque quedé preseleccionada y tuve que hacer un test psicológico. Me sentí una idiota porque en el test de las sombras yo veía dinosaurios y mariposas. Pero seguro que me eligieron porque estoy mal de la cabeza. Y en estos cuatro años fui campeona cuatro veces.
–¿Qué ventajas te trajo la fama?
–Me pude independizar, aunque seguí tres años más en la residencia. Después me fui a vivir con Pitu Blázquez, compañero de Combate, que fue mi novio durante dos años. Recién cuando nos separamos me fui a vivir sola.
–¿Por qué Flor Vigna siempre es tu antagonista?
–Las dos somos muy competitivas; ella era la líder de un equipo de Combate y yo, del otro. No tengo drama en trabajar con ella, pero creo que nunca seremos amigas.
–¿Cómo fue tu experiencia en el Bailando?
–Cuando llegué, sentí una energía rara, había mala vibra, y todos competían entre sí. Sentí que había entrado por la ventana… Pero todo cambió cuando tuve mi equipo: Jorgito Moliniers, mi bailarín, y Delfina García Escudero, mi coach. Si este año me llaman, volvería a participar, aunque soy malísima bailando. Mi próximo desafío es actuar en un par de semanas en Bañeros 5, la nueva película de la saga. Este año va a ser de mucho trabajo, aunque necesito vacaciones… Me gustaría irme a Jamaica.
–¿Podría decirse que tu carrera la hicieron tus fans?
–Sí, ellos saben todo de mi vida y no sé cómo se enteran. A Fabián, mis fans lo llaman "padre", y me dijeron que si algún día me hace daño… ¡lo destruyen! Gracias a ellos fui a participar de Combate Perú; a los Juegos Olímpicos de Río, invitada por una compañía aérea, y como Fiat se enteró de que había vendido mi auto, me ofreció uno para que lo manejara. Ahora les voy a pedir a mis fans que me pidan una casa acá en Buenos Aires, jaja.
–Volvamos a las cosas del corazón… ¿Conocés a las hijas de Fabián Cubero?
–Sí, fue cuando vinieron a Combate, porque a él lo invitaron para un juego. Todavía no estábamos saliendo. Ahora creo que para volver a verlas tiene que haber algo más seguro.
–¿Pero la relación entre ustedes no es segura?
–Estamos muy bien. Por eso es que decidimos empezar a salir a lugares públicos.
–¿Ya lo presentaste a tu familia?
–No, igual ellos nunca se metieron en mis relaciones. Mi papá Hugo, mi mamá Marcela, y mis dos hermanos, Diego y Lara, siempre apoyaron mis decisiones.
-¿El próximo paso es la convivencia?
–Por ahora estamos muy bien así. Fabián viviendo en Nordelta y yo, en Palermo. Muchas chicas se van a vivir con alguien para ahorrar gastos, pero yo me puedo mantener sola, además tengo a Aloha, mi perro Jack Russel. Hoy me cuesta imaginarme viviendo con el perro, las tres nenas y Fabián.
Por Pablo Procopio
Fotos: Fabián Uset, Movilpress y Archivo Atlántida.
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