Del otro lado del teléfono se escucha la brisa costera. Carla Peterson (43) está descansando en Brasil junto a su marido, Martín Lousteau (47), y su hijo Gaspar (5). Pero esta mañana, a las 10:40, se permite un paréntesis para charlar con GENTE.
–¿Cómo van esas vacaciones junto al mar?
–¡Muy bien, por suerte! Desde que Gaspar nació venimos todos los años a Trancoso, porque este lugar es ideal para desconectar y vivir la naturaleza. Son muy distintas las playas –enormes–, el río, las palmeras y los espectaculares paisajes. Además, acá la gente va a la playa sin que les importe qué se ponen, qué hacen o cuál es el parador de moda… Solo van a disfrutar.
–Nada que ver con Punta del Este
–¡Claro! Son vacaciones, vacaciones.
–¿Y cómo fue celebrar allá el cumpleaños de Gaspar (fue el 26 de enero)?
–Re divertido. Se armó como un Carnaval, con música y juegos para él. No podemos creer que ya tenga cinco años… ¡Pasó muy rápido! ¡Este es su último año en jardín de infantes! Ojalá pudiera capturar más estos momentos.
–¿Tienen en sus planes buscarle algún hermanito?–Nos encantaría, pero cuando las mujeres me lo preguntan me da cosa, porque yo no sé si entre hombres se preguntan eso.
–Te hago una consulta relacionada con lo que me decís. El feminismo es uno de los temas del verano. ¿Te parece que está surgiendo una nueva grieta? Vos fuiste noticia cuando apoyaste a Calu Rivero.
–Ni siquiera conozco a Calu. Leí algo que escribió, me pareció interesante y por eso puse que me había gustado. Pero no es que salgo a defender a nadie. Yo defiendo la igualdad de género. El resto, la discusión y la pelea, no me interesa. Ni en la política ni en ningún lado.
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"Mamá", pronuncia la dulce voz de Gaspar, abriendo de un golpe las puertas de la intimidad de la familia Peterson-Lousteau. "Vamos a quedarnos acá", dice con todo el aplomo de sus cinco años. Ella responde: "Bueno, mi amor". Acto seguido, se dirige a la periodista, que la escucha a 3.700 kilómetros: "Es que a los niños en realidad no les gusta estar tanto tiempo en la arena… Le voy a poner una foto de la playa en el iPad, a ver si funciona mejor…".
–Ese es todo un tema…
–Uff, ¡las pantallas! Antes era la televisión… Se decía "de tal a tal hora ves tele", y chequeabas los programas… Pero ahora es todo. A veces nos ponemos a ver cómo juega y otras, dejamos que la use y se divierta, pero con ciertos controles y estando atentos.
–Pasemos a la pareja… ¿Cómo están ustedes en el amor?
–Muy bien, en un buen momento. En agosto vamos a cumplir siete años juntos y la verdad es que nos divertimos mucho y estamos muy felices.
–¿Los ves parecidos a Martín y a Gaspar?
–¡Súper! Gaspar, como el papá, es muy observador: piensa mucho antes de hacer algo y es decidido. Si quiere un muñequito chiquito, quiere eso: no es una bicicleta ni ninguna otra cosa. Y no necesita mucho más…
–Hablemos de tu trabajo. ¿Qué sentís cuando escuchás que ya participaste en once películas y veintisiete ficciones?
–Que estoy grande (se ríe)… Que trabajo desde hace mucho tiempo y que tuve mucha suerte en haber elegido lo que quería hacer, y en haber nacido en la Argentina, donde se hacen cosas tan buenas y se filman tantas películas.
–Esta semana se estrena Recreo, película en la que tu personaje, Andrea, mantiene una charla grupal súper intima que sorprende. ¿Cómo fue grabarla? ¿Te dio pudor?
–No, para nada. Actuar no me da timidez, ni nada de eso. Me encanta. Pero sí, esa escena fue muy divertida. De hecho, nos provocó un ataque de risa de media hora… ¡No podíamos parar! Eran las 2 am y ya estábamos borrachos de tanto reírnos. Disfruto hacer esos personajes que no son correctos y dicen lo que quieren.
–¡Y viéndote bárbara! Tenés varias escenas en bikini que lo demuestran. ¿Te cuidás mucho?
–Ay, ¿salgo bien? (se ríe). Me gusta hacer deportes y entreno casi todo el año como un hábito, porque trato de estar bien. Eso sí, odio hacer dieta. Igual, los dos días previos a comenzar la escena en cuestión me preocupé por estar mejor e hice un sabroso detox de jugos de frutas y verduras. Fueron varios días de llegar y que mi vestuario sea un traje de baño. Es gracioso ir a trabajar y tener que ponerte una bikini blanca… ¡No le pasa a todo el mundo! Y a veces hacia frío o llovía…
–Adversidades a las que te habrás enfrentado unas cuantas veces… A lo largo de tu carrera encarnaste muchos personajes. ¿Hay alguno que haya quedado muy pegado a tu corazón?
–No hay uno en particular, pero todo lo que hice, de Verano del 98 hasta ahora, me ha dejado un gran recuerdo. Veo viejos trabajos y me digo: "¡Mirá lo que hacíamos!". Es como si contemplara una foto. ¡Y me encanta!
–¿Extrañabas mucho el país cuando vivías en Washington, acompañando a Martín en su rol de embajador?
–No, porque venía seguido y porque ahora es más fácil estar conectado. Sí extrañaba cosas específicas, como ir al teatro. Pero igual disfruté mi tiempo allá: conocí cosas muy interesantes, me hice muchas amigas y me dediqué a full a Gaspar, al no tener que trabajar tanto.
–¿Estás contenta de haber vuelto a la Argentina?
–Muy, porque éste es mi lugar. Lo que yo soy es en mi país.
–Supongo que en Cien días para enamorarse, tu próxima ficción de Telefe, vas a volver a interpretar a un personaje que provoca sonrisas.
–(Se queda callada) Me gusta hacer eso. Y también estar en la tele, que es donde tenés contacto a diario con la gente. Además, hay chicos que nunca me vieron actuar. El público se renueva, y es un desafío entender cómo entrar y cómo divertir. Tenía ganas de hacer un programa divertido, para pasarla bien y dejar huella.
–¿No sentís que ya la dejaste, y una grande…?
–No. Cuando pasa el mar, las huellas se borran. Hay que volver a caminar y seguir dejándolas. De chica miré mucha tele y me encanta devolver algo de aquello que recibí. El otro día, acá en Trancoso, una brasileña me paró para preguntarme si soy actriz. Pensé que me había visto en 'Lalola', pero no: era en la película 'Mamá se fue de viaje'. Esas son las cosas lindas de la profesión: que alguien que no tiene nada que ver con tu país elija ver una película tuya y la recuerde.
Por Kari Araujo
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