Hace tres años, cuando Karina Seibane, profesora de Construcción Ciudadana, les propuso a sus alumnos de tercer año del Colegio Nuestra Señora de la Merced, de Ensenada, en las afueras de La Plata, atravesar la historia con sus proyectos de vida, no imaginó la dimensión del sueño que había disparado.
Lejano, difícil de realizar, pero no por eso inalcanzable en los corazones de los adolescentes. El desafío se vinculó nada más y nada menos que a la Guerra de Malvinas. Y de allí surgió la búsqueda para ponerle rostros al relato, con la ferviente ilusión de conocer el territorio del conflicto.
La idea movilizó tanto a los estudiantes, que se fueron convirtiendo en especialistas en el tema. Rápidamente buscaron contacto con los veteranos de la CEMA (Casa del Ex Soldado Combatiente de Malvinas de La Plata). "A medida que pasaban las semanas íbamos avanzando, y crecía el proyecto de visitar las islas. Siempre lo pensamos como un viaje de estudio e investigación, alejado de lo que significa un fin de curso típico, de estos que se hacen a Bariloche, –explica la docente–. Conocerlos, escuchar sus testimonios, dialogar con ellos, fue algo conmovedor. Los chicos quisieron ser parte y ese encuentro resultó fundamental para decidir el viaje".
Desde ese momento organizaron rifas, ferias americanas y eventos que se intensificaron en el último año, siempre con el objeto de reunir los recursos. El apoyo de las familias y la comunidad educativa de Don Bosco, orden religiosa del colegio, resultó fundamental para permitirles unir los 1.900 kilómetros que separan Ensenada de Puerto Argentino. Y en octubre, desde Río Gallegos, los 17 jóvenes subieron al avión de Lan que los llevaría a las islas.
SUEÑO HECHO REALIDAD. Finalmente, junto a tres ex combatientes –Eduardo González, Claudio Guzmán y Antonio Reda–, Alejandra González –hermana de Néstor, soldado caído en las islas–, Ana Yeco –directora del colegio– y la profesora Seibane, diecisiete alumnos de sexto año aterrizaron en Malvinas.
Durante una semana, los estudiantes convivieron con los veteranos en el territorio donde hace 35 años defendieron a la Patria. Pudieron revivir sus experiencias a través de sus relatos y recuerdos a cada paso del recorrido.
Karina reflexiona hoy, en la puerta de la escuela: "Cuando uno habla de la resignificación de Malvinas y la construcción de la memoria, a todos nos toca de una manera especial. La guerra pasó por aquí, porque hubo ensenadenses que fueron a defender esa parte de nuestro país".
Y continúa: "Las charlas son una provocación. En este caso ellos ya estaban interesados y finalmente viajaron. Sólo sembramos la inquietud, que se advertía en sus caras cuando los conocimos", –asegura Antonio Reda, quien fue a defender la soberanía nacional como integrante del Regimiento 7 de Infantería–.Para nosotros, que ellos hayan hecho tanto esfuerzo por concretar la aventura, es el más grande de los reconocimientos".
Durante la estadía en las islas los chicos conocieron, guiados por los ex combatientes, los lugares donde se desarrollaron las batallas, las trincheras, el Monte Longdon. También visitaron los cementerios de Darwin y Playa Azul. Aunque trataron de llegar despojados de prejuicios, se sorprendieron con la receptividad de los isleños. "Se mostraron contentos de recibir a un contingente compuesto en su mayoría por jóvenes. Pensaba que nos iban a tratar mal, pero fue todo lo contrario. Nos recibieron con mucho respeto", cuenta Franco Vietri, uno de los visitantes. Su compañera Abril Escobar explica que "un día fui a una estación de servicio y la señora que atendía hablaba español. Me dijo que le alegraba que fuéramos hasta allí siendo adolescentes".
DESCANSO EN PAZ. A una hora y media de viaje de Puerto Argentino se encuentran las 230 cruces blancas del cementerio donde descansan los héroes que entregaron todo por defender a la Patria. "Para nosotros fue lo más duro. Es imposible olvidar la llegada de Alejandra para homenajear a su hermano. Nos dijo que quería entrar con nosotros, pero no pudo. Corrió y abrazó la cruz. Junto a la tumba, también están las cenizas de su madre. Nos agradeció que estuviéramos ahí. Fue muy fuerte", cuenta Brian Merino, otro estudiante.
Con lágrimas en los ojos, su compañero Lautaro Reyes recuerda que "al recorrerlo me encontré con la que decía 'Soldado argentino sólo conocido por Dios', con la placa al revés… Me frené y me puse a llorar. Me ganó el dolor, porque me une el hecho de ser argentinos. Fue una sensación rara, dolorosa".
Abril afirma: "Malvinas me cambió el pensamiento como persona. Te ponés en los zapatos, en el corazón de todos: los ex combatientes, las familias, los isleños… Abrís el corazón, te sentís humano".
Matías Estrugo rescata el significado de esta experiencia: "Es algo difícil de poner en palabras… Superó mis expectativas. Estoy muy orgulloso de lo que hicimos con los compañeros, un honor haber estado al lado de los que fueron a pelear cuando tenían nuestra edad. Honrar a los caídos fue lo más importante".
Con la seriedad de un adulto, Mateo Quaresimale sostiene: "Ya no somos los mismos. Mi idea de Malvinas cambió con el viaje. Sentía odio a los isleños, a los ingleses, pero hablando con Antonio entendí que eso no sirve de nada. Ellos no tienen la culpa. La guerra no beneficia a nadie, no hay ganadores: somos todos perdedores".
Ya pasaron 35 años de la guerra y, aunque cuesta, se van cerrando heridas. Por eso, los veteranos aprovecharon para homenajear a las tres isleñas civiles muertas durante la guerra. John Fowler les había ofrecido refugio en su casa, pero el destino quiso que allí cayera una bomba y murieran. "El dolor de este hombre es similar a la culpa que arrastra un ex combatiente por la muerte de un compañero", dice Reda.
En sus manos dejaron la clásica Rosa por la Paz, obra del prestigioso orfebre Juan Carlos Pallarols, hecha con material bélico en desuso. "Vamos desandando la historia, siendo artesanos de memoria" es el lema que motivó a los estudiantes de Ensenada. Se toparon con los vientos, la turba, las aguas y el frío malvineros, para sentir una transformación que los hizo sentir "más argentinos que nunca".
Por Gabriel Ríos Malán.
Fotos: Album alumnos y docentes Colegio Nuestra Señora de la Merced.
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