Eleonora Wexler: “El paso del tiempo en una mujer es hermoso”

La heroína de Golpe al corazón reflexiona sobre la tiranía de la imagen, los desafíos de criar una hija adolescente y desmitifica la soltería: “No tengo que estar en pareja para no sentirme sola”. Madre de Miranda (13) y separada hace seis años –después de catorce en pareja–, el perfil de una actriz que cuenta treinta años de tevé sin un solo escándalo.

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“Si estás atento al rating, te enfermás. Lo llevo bastante bien. Y cuando veo que el resto se enrolla, me corro”
“Si estás atento al rating, te enfermás. Lo llevo bastante bien. Y cuando veo que el resto se enrolla, me corro”

Son las nueve y cuarenta de la mañana cuando Eleonora Wexler (43) se cansa de esperar el taxi que debió pasar por ella a las nueve. Se sube a su auto y maneja hasta una casa que no conoce, en un barrio cerrado de Tigre. Hará fotos para la próxima tapa de GENTE y el reloj se empecina en complicarle la mañana. Se deja maquillar y peinar, sin prisa pero sin pausa, sabiendo que antes de las dos de la tarde la esperan para grabar en Estudios Pampa. Se entrega en una hora y media a la producción fotográfica. Y después de medio cigarrillo a las apuradas, retoma el volante de su auto cuando los productores de piso de Golpe al corazón –la tira que protagoniza en Telefe– la reclaman en el set.

"Siempre es atractivo hacer una telenovela. Los malos son malos. Los buenos son buenos. Y prevalece el amor", desliza Eleonora sobre la tira del prime time que produce Enrique Estevanez. "Es la primera vez que soy heroína en una tira", agrega sobre su "prontuario" como villana y sigue: "Es otro registro. Y eso genera un desafío".

En Golpe al corazón, la tira de Enrique Estevanez que emite Telefe (lunes a viernes a las 22.45), Eleonora es la doctora Marcela Ríos. “Está muy conectada con el aspecto humano de la medicina”
En Golpe al corazón, la tira de Enrique Estevanez que emite Telefe (lunes a viernes a las 22.45), Eleonora es la doctora Marcela Ríos. “Está muy conectada con el aspecto humano de la medicina”

Con GENTE marcándole los pasos, ya en los estudios de Martínez, la actriz usa delantal blanco y se llama Marcela Ríos. Entre la escenografía que recrea la Clínica Del Plata y detrás de monitores, el comentario excluyente es que "tiene algo subido el maquillaje". La respuesta dice que "viene de hacer una producción hot. Si se lo sacábamos y lo hacíamos de nuevo, no llegábamos a grabar".

Entonces: luz, cámara y ¡acción! En el office de enfermería, la doctora Ríos y el enfermero Rafael Farías –Sebastián Estevanez– se miran con una dulzura que soslaya el deseo. Es momento de honrar el culebrón. Ese género clásico que promedia los 15 puntos de rating, aún en tiempos de ficción a la carta.

AÑO DE ELECCIONES. "La propuesta de esta novela llegó cuando yo no sabía si quería hacer una tira… Pero vinieron las condiciones, el canal… Y ser la heroína de Golpe al corazón me pareció una buena manera de terminar el 2017", apunta Eleonora sobre la novela de un canal del que no es figura excluyente, pero con el que tiene "muy buen vínculo". Son las seis y diez de la tarde del viernes previo al fin de semana largo del 12 de octubre. La jornada terminó hace minutos. Y la actriz se sienta a charlar en los jardines de los Estudios Pampa, mientras soporta el frío con el único fin de fumarse un cigarrillo –entero, esta vez–, preocupada por que el humo no moleste. "Venía de hacer el unitario Un gallo para Esculapio, un libro que empecé a leer y no pude parar. Grabé mi participación en enero y se emitió en agosto. Me encantó meterme en ese mundo. Además, el año pasado hice ADDA, que siempre estuvo pautada en 70 capítulos y salió en enero. Me gustó que fuera una historia concreta, con principio y fin. Una novela atípica y con erotismo. Además, no hubo vueltas de timón", asegura.

“Soy ésta, con todo lo que me pasó. Hay algo rico que traspasa las arrugas. Y si como mujer estás segura de vos misma, ¡ya está!”
“Soy ésta, con todo lo que me pasó. Hay algo rico que traspasa las arrugas. Y si como mujer estás segura de vos misma, ¡ya está!”

–Es decir que no te gusta cuando las historias van variando en función del rating…
–Sin lugar a dudas. Y es algo que suele pasar en las novelas. Trato de aislarme. Si estás atento al rating, te enfermás. Con tantos años de carrera aprendí: "Hagamos lo que tenemos que hacer lo más dignamente posible". Lo llevo bastante bien. Y cuando veo que el resto se enrolla, me corro.

–¿Te pesa el dinero a la hora de elegir los proyectos?
–Sí, claro que pesa. Vivo con mi hija. No tengo nadie que me mantenga. Mi trabajo me permite ahorrar, para después encarar alguna propuesta que me interese.

Las escenas de sexo son incómodas. Tenés que recrear una intimidad que no existe. De natural, no tienen nada

–Darte el lujo de hacer teatro, por ejemplo.
–Exacto. El teatro es plenitud. Me hace muy feliz. Podés contar algo con personajes complejos. Es mi motor. Me sirve para recargar energías. Y me mantiene viva como actriz. Como el año pasado, cuando estrené Umbrío (del catalán Josep María Miró) en la sala Cunill Cabanellas para la reinauguración del Teatro San Martín. ¡Fue una emoción tan grande! Y surgió de una propuesta que llevamos con Alejandro Paker.

SEXO EN EL SET. Eleonora, que creció en Parque Patricios y a los nueve años debutó en teatro con Annie, puede ser popular por la televisión, amar las tablas, pero además celebrar el cine. "En un mes viajo a la India para el estreno de Pensando en él, la película sobre la historia de amor entre Victoria Ocampo y el poeta indio Rabindranth Tagore. Es una coproducción filmada en blanco y negro, que se proyectará en un festival del 20 al 30 de noviembre. Me genera mucha ilusión", adelanta sin camuflar el entusiasmo y agrega: "No conozco la India".

–Leí que te gusta bailar, ¿participarías de Bailando por un sueño?
–No. (Y suena rotundo) Me gusta cantar y bailar, pero en un teatro. Había una propuesta para un musical, pero no me terminó de convencer.

–Contaste alguna vez que cuando hacías La banda del Golden Rocket, a comienzos de los '90, te confundiste entre tanto éxito. ¿Qué aprendiste?
–Que subís y bajás todo el tiempo. Nada es permanente. No te lo creas. Todo es muy efímero. Somos un número. Servís en un momento por x, v o z y ¡genial! Después, no servís y ¡listo! No sos imprescindible. En absoluto.

 
La escena de sexo con Peter Lanzani en Un gallo para Esculapio
La escena de sexo con Peter Lanzani en Un gallo para Esculapio

–¿Hay algo que no sepamos de las escenas de sexo?
–Son incómodas. Tenés que recrear una intimidad que no existe. Todo con veinte personas detrás de cámara que te dicen "poné la patita acá" o "tirá la cabeza para atrás". De natural, no tiene nada. "¡Uy!, hoy viene la escena de sexo", pensás cuando te toca. Y hablás mucho con el director. Además, es importante la química que tengas con tu compañero; que puedas plantear los límites: hasta dónde y cómo.

–Imagino que con algún compañero tendrás más química que con otro…
–Como en cualquier trabajo. Pero, en general, siempre tengo buen vínculo con mis compañeros. Además, tengo una hija adolescente y eso pesa mucho… No quiero hacer nada que me avergüence. ¡Nada! Por eso evito lo burdo. En ADDA y en Un gallo… tenía muchas escenas de sexo y me gustó como quedaron. Si algo se insinuaba, no me daba vergüenza.

Me llevo bien con mi soledad. No me torturo. Me gustaría tener un novio. Pero, tiene que aparecer. Yo no creo en forzar nada

–¿Cómo te llevás con tu imagen y el paso del tiempo? La tele es cruel.
–El paso del tiempo en una mujer es hermoso. Me gusta cuando se nota la madurez. Estamos en un medio complejo: la imagen pesa. Vende ser joven y estar radiante. Luchar contra eso es muy difícil. Veo mis fotos de años anteriores y obvio que no es lo mismo. Pero yo ahora soy ésta, con todo lo que me pasó. Hay algo rico que traspasa las arrugas. Y si vos, como mujer estás segura de vos misma, ¡ya está! A mí, además, me gusta hacer deporte. Practico pilates y funcional gym. Me hace bien a la cabeza. No soy extremadamente coqueta, ni voy a la peluquería todo el tiempo. Llego a mi casa y me pongo el pijama.

EN SU MEJOR PAPEL. Madre de Miranda (13) –"única de su mamá y de su papá"–, Eleonora estuvo desde los 22 años en pareja con Leonardo Wassington, de quien se separó en 2011, después de catorce años juntos. "Me enamoré perdidamente. Me junté. Me quise casar con una ceremonia particular. Y viví feliz mucho tiempo. Hasta que en un momento, nuestros caminos fueron diferentes", explica sobre la única relación importante que se le conoce. Porque, con más de treinta años de carrera, Eleonora no sabe de romances escandalosos, ni amores en tapa de revista. Sobre el metro sesenta que roza y encarna en un cuerpo pura fibra –talle S en todo–, Eleonora resulta una excepción a la regla.

–Llevás seis años sin pareja. ¿Qué te pasa con la opinión de la gente en ese sentido?
–Casi seis años. (Risas) "¿Cómo puede ser?", me dicen. Y a mí… ¡me chupa un huevo! Literal. Me llevo bien con mi soledad. No me torturo. Me gustaría tener un novio. Me gustaría casarme. Pero tiene que aparecer. Yo no creo en forzar nada. Tengo mis tiempos, buenos amigos, una familia unida y un trabajo que me encanta.

“Estamos en un medio complejo: la imagen pesa. Vende ser joven y estar radiante. Luchar contra eso es muy difícil”
“Estamos en un medio complejo: la imagen pesa. Vende ser joven y estar radiante. Luchar contra eso es muy difícil”

–¿No te sentís incompleta no estando en pareja?
–No. La verdad que no. Y no voy a hacer un esfuerzo por estar con alguien. No tengo que llenar un vacío. No lo necesito. ¿Entendés? Porque, de todas maneras, cuando esté en pareja, me van a preguntar por un nuevo hijo. Son las presiones sociales. No tengo la necesidad de estar en pareja para no sentirme sola. Si viene un compañero, que sea para sumar.

–¿Te gustaría volver a enamorarte?
–Sí. Claro que sí. Me encantaría. Pero no me pasa… El estado del enamoramiento es hermoso. Creo que me puede volver a pasar. No sé si de la misma manera, pero me encantaría que suceda.

El estado del enamoramiento es hermoso. Creo que me puede volver a pasar. No sé si de la misma manera, pero me encantaría que suceda

–Y además, mientras tanto crías una hija adolescente. ¿Qué te preocupa –u ocupa– de educar a Miranda?
–Tengo muchas inseguridades, como las que puede tener toda madre. Los adolescentes de hoy acceden muy rápido a todo. Al alcohol, por ejemplo. Miranda es chica. Todavía no va a bailar. Le doy información: cómo cuidarse y las cuestiones sexuales. Por suerte habla un montón. A veces le pregunto y me dice: "¡Ay, mamá!" Todo le molesta. Pero después se abre una puertita y me pregunta sin rodeos. Entonces le cuento mis experiencias. Dice que soy muy sobreprotectora. De todas maneras, es una nena tranquila. Va al mismo colegio desde los cuatro años y sus compañeras son sanas. Es muy deportista y le encanta la naturaleza. Hace equitación desde los dos años y medio. De hecho, el domingo, Día de la Madre, la voy a ver en una competencia de salto en San Diego ¡a las 7.30 de la mañana! (Risas). Además, practica atletismo. Participó de los Torneos Bonaerenses y salió subcampeona en vallas. ¡Se me cae la baba! Y todavía tengo mucho para descubrir en mi hija. Pero, ¿sabés qué? Miranda es re íntegra. Es solidaria y sensible. Estoy muy orgullosa de ella. Me gusta su persona.

–¿En qué dirías que te transformó la maternidad?
–Me convertí en madre y dejé de ser el ombligo del mundo. La vida de mi hija pasó a ser lo más importante. Antes todo era "yo", "yo", "yo".

–¿Sí?
–Y sí… Imaginate. Soy actriz. Me miraba mucho a mí misma. Y a veces, cuando lloro por algo, Miranda me dice (e imita el tono): "Mamá, no seas taaaan actriz". Es que soy medio dramática, ¿viste?

Por Ana van Gelderen
Fotos: Christian Beliera y prensa Telefe

Producción: Romina Giangreco para RFG Stylecoaching. Asistente de producción: Sharon Dana. Maquilló: Ro Thomas con productos Inglot. Peinó: Cris Canigna para Cerini. Agradecemos a Hada, Pompavana, Crude, Cabient Oseo y Justa Osadía

 
 
 

LAS LECCIONES DE MIRANDA
"Mi hija es re íntegra. Es solidaria y sensible. Estoy muy orgullosa de ella. Me gusta su persona", asegura Eleonora. Y detalla los desafíos de criar una adolescente de trece años: "Tengo muchas inseguridades. Los adolescentes de hoy acceden muy rápido a todo. De todas maneras, Miranda habla un montón".

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