Ayer por la tarde, el estudio de 1.200 metros cuadrados que alberga cinco grandes decorados (el burdel, el club social, la pensión, la casa de Torcuato y la de Morel ) abrieron sus puertas para los periodistas. Y quien los recibió, de pie y con un bastón, fue Benjamín Vicuña caracterizado como Torcuato Ferreyra, el personaje que interpreta en "Argentina, tierra de amor y venganza", la superproducción de Pol-Ka que estrenará el próximo lunes 11 de marzo a las 22hs, por la pantalla de eltrece.
Con una elegancia natural, el actor chileno se sentó en la mesa principal de la casa de los Morel con dos acompañantes: Delfina Chaves –figura de Multitalent, de rosa impecable y amplia sonrisa– y Albert Baró, el español que triunfó en Merlí y hoy se manifiesta "feliz" de estar en nuestro país. "Estamos aquí los tres, porque nuestros personajes tienen mucho que ver", arrancó Vicuña. "Bruno, el personaje de Albert, vive mi terrible traición. En el primer capítulo, y tras combatir juntos en la guerra (en España), intento matarlo para quedarme con todo lo suyo. Por eso llego a este país. Luego él vendrá en mi búsqueda y es donde él se enamora de esta mujer hermosa (mira a Delfina Chaves) que es Lucía y, justamente, porque así son las novelas, yo también tengo una obsesión con esta chica. Así comienza un triángulo amoroso que se da en el contexto de está década tan interesante que es la del ´30. Y honestamente, les tengo que decir algo: hacer esta novela es el sueño del pibe, porque jugamos a los gangsters, a los rudos, ¡a todo!", remató Vicuña.
A lo que Albert Baró, entusiasmado, comenta: "Los primeros días nos sentíamos como niños, porque nos trasladábamos a cuando éramos pequeños y jugábamos con las pistolitas. Para mí estar acá es una suerte. Yo hace un año me anoté con un representante argentino porque deseaba conocer este país y trabajar en él. Aunque mucho, mucho, por ahora, no conocí. Bah, este fin de semana estuve en el Delta y durante los fines de semanas me llevan a conocer lugares", dice.
"Sí, lo sacamos a recorrer", acota Delfina Chaves y aclara: "Por suerte se formó un grupo re lindo con Diego Dominguez, Ruggero Pasquarelli, entre otros. Y solemos armar planes". A lo que Benjamín acota: "Y doy fé de que salen bien, porque nosotros dos compartimos camarín y todos los lunes le preguntó cómo está, esperando tal vez que me diga que está triste, ¡y nada! Siempre me dice que está feliz". Después del comentario, los tres ríen con una complicidad indudable.
A dos puertas de ahí, Eugenia La China Suárez y Gonzalo Heredia posan para los flashes de los fotógrafos en el decorado del conventillo. Y cuando las cámaras se retiran, ellos, más relajados, se sientan delante de la mesa del patio antes de comenzar a charlar. ¿Quién habla primero? Gonzalo, con naturalidad dice: "Mi personaje, Aldo Moretti, es todo lo contrario al de Benjamín. Yo represento al entrañable, al comprador, a lo lumínico: es un personaje que quiere rescatar a su amada de las garras tiranas de la oscuridad". A lo que la China, divertida, agrega: "¡Qué buena frase! Va como título", antes de comenzar a desnudar a su personaje.
Raquel Zimmerman, es una polaca víctima de la red de trata, "fue un desafío desde todo punto de vista porque me parecía de mucha oscuridad y muy actual. Vi The Handmaid's Tale y me sirvió para canalizar la energía que tiene ella todo el tiempo. Es un personaje difícil y diferente y sé que a lo distinto se lo puede criticar, ¡Ojalá no me hagan muchos memes!, pero a las críticas no les tengo miedo porque yo estoy acostumbradísima", dispara con gracia.
"Igual, uno cuando hace algo, siempre va a ser criticado. ¡Hasta a Messi lo critican!", dice Gonzalo en tono conciliador y explica su punto de vista. "Para mí el que critica no hace, solo mira hacer y opina. Y yo siempre voy a estar del lado del que hace. Pero también aprendí que cuando más críticas hay es cuando más se está viendo lo que estás haciendo", asegura el actor. De costado, un hombre con delantal le acerca a la China una hamburguesa de soja y ella, tras un mordisco, reconoce que es la primera vez que la pide. "Lo que siempre tomó es gaseosa light. De hecho, cada vez que ven que me estoy durmiendo, me acercan una con hielo y a mí me cambia el día. Acá hay un menú fijo vegetariano y otro normal", comenta antes de que alguien de la producción le haga una broma por estar hablando de comida.
Fernán Mirás se acerca al patio del conventillo con su galera en la mano. Y es cuando el resto del elenco habla pestes de él (villanísimo en la ficción), muy en broma. Del otro lado, atravesando un par de recovecos (en los que hay bastidores desnudos, pinceles, tazas de porcelana antigua y cables), se despliega la ambientación del burdel en la que Andrea Frigerio, Mercedes Funes y Virginia Innocenti lo esperan en un sillón, rojo vibrante, para comenzar la última charla de la rueda de prensa.
"Bueno, en la novela se habla de la trata de personas y acá la que más leyó sobre eso es la Madama Ivonne: Andrea Frigerio", anticipa Fernán Mirás antes de que ella comience a dar cátedra de historia. "En 1938, la época en la que tiene lugar la tira, la prostitución estaba reglamentada. De hecho, yo tengo gráficas en las que está el precio de cada actividad sexual: bucal, común, con brasero, sin brasero… Todo estaba orquestado con policía, políticos, médicos y jueces para que los grandes apellidos pudieran frecuentar los burdeles. Pero hablemos en presente: este año se cumplieron diez años de rescatar 13.153 personas víctimas de trata en Argentina, y todavía hay burdeles, whiskerias y esclavas sexuales", dice Frigerio.
"El tema es encontrar cuál es el camino para erradicar la esclavitud de las personas para que no las sometan en contra de su voluntad", dice Mercedes Funes a su lado antes de que cada uno comience a delinear sus roles: el de Libertad (Virginia Innocenti), la madre feroz y opresiva que genera que su hija –encarnada por Delfina Chaves– se revele; el de Alicia Ferreyra (Mercedes Funes), la hermana de Torcuato que tiene una gran cuota de humor porque se le está pasando el cuarto de hora para casarse y siente una gran efervescencia sexual; el de Madama Ivonne (Andrea Frigerio), la gerenta del burdel más importante de la época, que es "malísima" porque le hace sentir a la chicas todo lo que ella vivió en carne propia; el de Samuel Trauman (Fernás Mirás), el jefe del burdel –que está basado en un personaje que existió– que es perverso pero a la vez tiene un costado sentimental oculto.
"Son todos personajes muy humanos y de mucha profundidad", acota Virginia Inocentti y todos a su alrededor asienten. También están de acuerdo en que en aquella época el romance de escribirse esquelas –el WhatsApp de la época según Andrea Frigerio– era distinto y que un insulto era decirse "otario". Además, divertidos, Fernán Mirás y Andrea admiten que "esta buenísimo hacer de malos porque exorcizar la parte oscura es divino", lo que lleva a que todos los demás rían dejando en el aire la buena onda que se respira en el set de filmación en el que ya se rodaron más de sesenta capítulos. Solo falta que, en noventa y seis horas, se pongan al aire.
Por: Kari Araujo.
Fotos: Fabián Uset.
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