El asesino en su propia familia. Eso albergaban el empresario español Roberto Fernández Montes (67) y su hija Giselle (34), que estaba viviendo temporariamente con su padre.
Un homicida jamás imaginado: su propio yerno, a quien el hombre le había confiado su empresa constructora, ya que no tenía hijos varones. De a poco le iba delegando responsabilidades e importantes sumas de dinero, que ingresaban producto de tantos años de trabajo y sacrificio.
Pero llegó ese fatal sábado 21 de enero de 2017 y la tragedia entró sin pedir permiso, cuando Santiago Corona (36, casado con Natalia, la otra hija del empresario, con la que tuvo dos niños) decidió que la vida de su suegro tenía las horas contadas. Diseñó un plan y lo ejecutó a sangre fría, pero sin tener en cuenta que las cámaras de seguridad –que hasta el día anterior no funcionaban por desperfectos técnicos– habían sido reparadas. Los investigadores no tuvieron más que observar el video para identificar a los responsables del crimen.
Fue así: a las 9.05 llegó un individuo, a quien con un intenso trabajo de inteligencia luego se reconoció como Pedro Ramón Fernández Torres, de nacionalidad paraguaya, conocido como El Carnicero –presunto sicario–, quien entró por la cochera y subió por la escalera hasta el 5° piso del edificio ubicado en Aranguren 36, barrio porteño de Caballito. Se sospecha que habría accedido gracias a un control remoto que le suministró su secuaz. Aguardó en el palier, hasta que a las 12.09 arribó Fernández Montes. Lo que sucedió hasta las 12.54 –cuando hizo ingreso su yerno con un guante negro en una de las manos– es una incógnita, pero se supone que El Carnicero ya había cumplido su deleznable faena.
La película siguió corriendo ante los ojos de los pesquisas: a las 13.28 se vio que uno de los sospechosos abría el baúl del auto de Giselle, la hija del empresario, un Suzuki Fun que apareció quemado al día siguiente –domingo 22– en el barrio 9 de Julio, de Almirante Brown. Recién el martes 24 un vecino halló en Cañuelas los restos carbonizados de un hombre, con un rosario metálico en el cuello que su familia reconoció. Para impedir que Corona se fugara ante tanta evidencia, los investigadores le pidieron a la hija menor de Roberto Fernández que llamara a su hermana, para ver si el presunto asesino había vuelto a su casa, distante quince cuadras de la escena del crimen. Por suerte Santiago Corona estaba cenando en su hogar, y hasta le contó a su esposa que había tirado las zapatillas porque estaban "embarradas", aunque se presume que era porque estaban manchadas de sangre.
"Estás comiendo con el asesino", le dijo Giselle a Natalia, y le pidió que con la excusa de que debían hacer trámites porque su padre no aparecía, la acompañara hasta la Comisaría 12, donde radicaron la denuncia por su ausencia. Cuando llegó, Corona fue detenido. Con cara de póker preguntó por qué. "Está sospechado de matar a su suegro", le contestaron con cara de pocos amigos.
EL DOLOR DE UNA FAMILIA. Cuando Giselle Fernández recibe a GENTE en su departamento tiene la voz temblorosa. Cuenta que eso le ocurre cada vez que revive lo que dos despiadados hicieron con su padre: "Es increíble que uno sea nada menos que mi cuñado, Santiago Corona, a quien mi viejo le había confiado su empresa constructora. No me da vergüenza decir que para mí era como un hermano. Yo lo quería, lo respetaba… Me dio dos sobrinas, y a mi padre lo hizo abuelo. Desde hacía varios años le había confiado la compañía. El se ocupaba de todo, vivía bien. Papá lo trataba como el hijo varón que no tuvo… Pero en mayo de 2016 descubrió que se quedaba con plata, que no hacía los aportes correspondientes ni pagaba los impuestos, que apareció en el Veraz como moroso, y se cansó. No lo denunció, pero le dijo que no lo quería ver más. Santiago, en lugar de hacerse cargo, le dijo que él había hecho bien su trabajo, y encima lo amenazó con llevarlo a la Justicia".
"Mi hermana no lo podía creer -continúa relatando Giselle-. Es más: le creía a él. Ella estaba en una posición difícil… Hasta que se dio cuenta: la maltrataba, igual que a su hijo más pequeño. Pero este tipo no se detuvo: una noche llegó a consultarle a Natalia si ella, que estudió medicina, sabía cómo se degüella a una persona. Mi hermana, preocupadísima, le preguntó por qué quería saber semejante cosa. El le respondía con evasivas. Hasta que un día se decidió y junto a un sicario –que lo acompañó al departamento de mi padre– decidió quedarse con su vida. Te juro que cuando al principio buscábamos a mi padre porque no aparecía pensé: 'Lo mató Santiago'. Cuando lo vi en el video de seguridad, arrastrando la sábana que envolvía a mi papá, casi me desmayo. Gracias a Dios nuestro abogado, el doctor Matías Morla, lo llevó a juicio y en diez meses lo condenaron a prisión perpetua por homicidio agravado por el vínculo con premeditación y alevosía. El caradura se declaró inocente. No tuvo el coraje de asumir lo que había hecho. En su descargo se le escuchó: 'No le quise hacer daño a mi suegro'… Digno de un verdadero psicópata. Lo que me horroriza es que sólo mi cuñado esté preso por el homicidio, y que a su cómplice nadie lo busque".
CULPABLE. "Yo me había comprometido con las hijas de Roberto Fernández que no íbamos a parar hasta lograr una sentencia contundente para el asesino de su padre. En menos de un año logramos determinar la culpabilidad de Santiago Corona. Lo que nos preocupa es que aún hoy no se haya encontrado a Pedro Ramón Fernández Torres, nacido en Asunción del Paraguay, quien aparece en los videos que fueron públicos participando junto a Corona en el traslado del cuerpo", explica el doctor Matías Morla, abogado de la familia.
Y completa el abogado: "Nunca paramos de pedir su captura y logramos que aparezca como 'red note' (alerta roja) en la sección Wanted Persons (personas buscadas) del sitio www.interpol.int. Hoy es uno de los fugitivos más buscados del mundo. Pero aún no tuvimos respuesta por parte de las autoridades argentinas. En las últimas horas cursamos un pedido a la embajada de España, para que ellos intercedan. Fernández es ciudadano español y en Europa eso es un dato más que relevante, ya que jamás dejan de ayudar a sus conciudadanos. Ansiamos tener prontas novedades para que se complete la justicia ante un hecho tan aberrante".
Giselle lo observa conmocionada. Dice que a su hermana le cuesta vivir con semejante dolor, igual que a ella, y que en la sala del juicio pudo decirle en la cara al asesino: "¿Por qué mataste al abuelo de tus hijas? Al hombre que te había dado todo le quitaste todo. No podés ser tan cobarde".
Por Miguel Braillard
Fotos: Maximiliano Vernazza y álbum familiar
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