Tailandia y el mundo conmovidos por los Jabalíes Salvajes, los chicos del milagro de la cueva

Después del rescate en la cueva Tham Luang que mantuvo en vilo a todos, fueron dados de alta. En su primera (¿y última?) rueda de prensa, revelaron algunos detalles de los días de encierro, homenajearon al rescatista fallecido y se mostraron felices de retomar sus vidas normales

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A pura sonrisa, los muchachos regalaron simpatía frente a periodistas y curiosos, a poco de abandonar el hospital de Chiang Rai, al norte de Tailandia.
A pura sonrisa, los muchachos regalaron simpatía frente a periodistas y curiosos, a poco de abandonar el hospital de Chiang Rai, al norte de Tailandia.

La pelota dibuja su parábola en el aire, de un botín al otro, en un juego que los 13 jóvenes rescatados no pudieron practicar en sus 18 días de encierro: el fútbol, claro, la pasión que los une y los llevó a formar el equipo Jabalíes Salvajes.

Un mes atrás no hubieran imaginado que estarían divirtiéndose ante decenas de cámaras, en una rueda improvisada y con un balón en los pies. Pero ahora son celebridades, buscadas por los periodistas y en la mira de los productores cinematográficos de Hollywood. El miércoles 18 de julio, por fin, recibieron el alta del hospital de Chiang Rai, al norte de Tailandia.

Después de la conferencia de prensa a la salida del hospital visitaron un templo budista y se arrodillaron frente a un grupo de monjes novicios. La meditación, reconocieron, fue clave para sobrellevar el encierro.
Después de la conferencia de prensa a la salida del hospital visitaron un templo budista y se arrodillaron frente a un grupo de monjes novicios. La meditación, reconocieron, fue clave para sobrellevar el encierro.

Los "chicos del milagro", atrapados en la caverna Tham Luang desde el 23 de junio (y sin contacto con otro ser humano hasta diez días después), sonríen y cuentan sus experiencias. Están sanos, terminando de tomar antibióticos (para curar infecciones en la zona ocular y en los pulmones) y agradecidos por tanto afecto. Ya recuperaron casi la totalidad de los cinco kilos que, en promedio, perdieron durante la odisea.

Contaron, entre otras cosas, que la idea era pasar una hora dentro de la caverna, pero que las fuertes lluvias los empujaron hacia adentro. Que no les habían contado a sus padres que irían a la cueva: todos pensaron que estaban jugando al fútbol, tal como les habían dicho.

Con la caverna inundada, terminaron arrinconados sobre una isla de barro, único refugio que podía contenerlos. Y bebieron el agua que se filtraba entre las estalactitas del techo, sin comida ni abrigo, tratando de ahorrar la mayor energía posible.

"Pensábamos en nuestros platos preferidos para creer que estábamos satisfechos", reconocieron los chicos. "A medida que pasaban las horas era mejor pensar en otra cosa…". Cuando al décimo día asomaron dos buzos con linternas, "creímos que se trataba de un milagro. Ya casi sin fuerzas, apenas les pude contestar", admitió Adun Sam-On, el muchacho de 14 años que primero divisó a los rescatistas.

Los Jabalíes Salvajes (vestidos con la camiseta de su equipo) recibieron distintos regalos, rodeados de sus familiares. Mongkol Boonpiem (de 13 años) posó con sus seres queridos, ya de regreso a casa.
Los Jabalíes Salvajes (vestidos con la camiseta de su equipo) recibieron distintos regalos, rodeados de sus familiares. Mongkol Boonpiem (de 13 años) posó con sus seres queridos, ya de regreso a casa.

Rodeados por sus familiares y amigos, recibieron decenas de regalos, recordaron con mucha emoción al valiente Saman Kunan (rescatista tailandés de 38 años, fallecido en la misión) y varios expresaron su deseo de convertirse en militares, como los que intervinieron en la operación.

Otros, por su parte, sueñan con ser futbolistas. Lo más importante es que el gesto alegre que los caracteriza volvió a asomar con fuerza, después de una peligrosa aventura que seguramente nunca olvidarán.

Por Eduardo Bejuk. Fotos: AFP.

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