El príncipe Harry y Meghan Markle ya son marido y mujer. En un ceremonia alegre y desacartonada que duró un poco más de una hora y frente a los 600 invitados que llenaron la capilla de St. George en Windsor, la pareja se unió en matrimonio.
Lo primero que sorprendió fue el impecable vestido de novia diseñado Clare Waight Keller para Givenchy. El diseño en tono off white reflejaba el estilo net de la flamante princesa. Sin bordados excesivos ni polleras abultadas, de la mano de Meghan se abre un nuevo estilo para la bodas principescas.
Seguramente a partir de ahora veremos muchas novias con diseños similares porque además de que todo lo que luce Meghan se transforma en tendencia, es un modelo perfectamente adaptable a bodas en las que no participa la realeza.
El otro dato a destacar fue la ternura y el nerviosismo del novio. El hijo menor de Lady Dy estaba más colorado de lo habitual y se tocaba la nariz y la cara dando muestras de le emoción y el nerviosismo que le provocaba la situación. Meghan, más acostumbrada a la exposición por su trabajo como actriz -aunque nunca la miro tanta gente como hoy- se mostró con más dominio de sus emociones durante la ceremonia.
Fue revelador ver a Harry mirar con tiernos ojos a su novia llegando al altar y el "Estás espectacular" que le dijo al recibirla. Confirmado: el príncipe es un dulce. Sin duda heredó la calidez de su madre y desde que decidió abrirse y hablar sobre sus sentimientos, sobre todo con respecto al hecho de perder a su mamá a los 12 años, se transformó en uno de los favoritos del público británico amante de la realeza.
Amaly George Clooney le pusieron el touch glam que le ceremonia necesitaba. Por supuesto que hubo otros invitados famosos como Serena Williams, Elton John (íntimo amigo de Lady Dy) James Blunt acompañado por Sofia Wellesley, Victoria y David Beckham y Oprah Winfrey entre otros.
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