Centro de Documentación Rápida, Bullrich y Libertador. Vísperas del viaje a Montreal con Marley para Por el mundo (Telefe).
–Felipe tendrá su pasaporte muy rápido (dijo la empleada)… ¿Vino el papá?
–No, su papá vive en Salta (respondió Florencia Peña, 43). Pero acá está la partida de nacimiento…
–Con eso no basta. ¿Trajiste el certificado de matrimonio?
–No estamos casados…
–Necesito el consentimiento del padre.
–Dame un minuto… (buscó su teléfono y llamó a Ramiro Ponce de León, 43). Cuchame, no puedo hacer ningún trámite porque no estás acá.
Del otro lado de la línea se oyó:
–¡Uff!… Deberíamos casarnos, ¿no? Evitaríamos tantos quilombos…
–Ok, dale. ¡Pero pará, dejame pensar que también lo haríamos por otros motivos!
Así fue la propuesta. "Expeditiva y locuaz", bromea Flor. "Pero la más auténtica que pude haber recibido". Y una anécdota lo explica. "Un día, muy neurótica y con el agravante de la distancia, le reclamé a Rama que se había olvidado nuestro segundo aniversario. En medio de la charla, hizo un silencio y gritó: '¡Harrrto me tenés con el romanticismo! Metételo en el culo'. Y cortó. Quedé helada".
"Al rato me llamó: 'Perdón, es que yo no soy romántico, Flor', me dijo. Y sí, no tenés que serlo. Sos mucho más que eso", recuerda. "Con él desarmé el estereotipo de las cartas y las flores cada mes. Abracé su naturaleza y entendí que no me quiere menos por eso. Después de todo, cuando la vida –el laburo, los hijos, las cuentas…– te pasa por encima, el encuentro cotidiano vale más que dos bombones. Aprendimos a amarnos como podemos. Por eso somos tan felices".
–Hasta aquí, Ramiro pasó 43 años convencido de su soltería perpetua. Y vos no estabas dispuesta a reincidir. ¿Qué pasó?
–Pasó que después de un matrimonio (se casó con Mariano Otero en 2005, se divorció en 2015), entendí que la vida es "aquí y ahora". Y hoy estamos tan enamorados que queremos celebrarlo. Sin especulaciones, futurología ni grande promesas. Porque en definitiva, para mí, el casamiento es como ganar un premio: en el momento es pura euforia, al día siguiente todo sigue igual.
–¿"Igual" implica un "marido y mujer" en provincias separadas?
–¡Sí, claro! Rama tiene su casa en Salta y yo la mía en Palermo, y nos las compartimos, como lo hacemos con la vida, sin dejar de ser individuos con potenciales y elecciones. Ni yo "soy por él" ni "él es por mí", pero sabemos que juntos somos mejores.
–¿Tampoco esta vez cederás al rito religioso?
–¿Hasta que la muerte nos separe? ¿No es terrible tener que morirse para poder salir de una situación infeliz? En fin… ¡Mi máximo ceder fue el bautismo de Felipe! Casi una ofrenda a la mamá de Rama, que sí es religiosa. Y realmente lo disfruté, porque por más que no profese, no deja de ser un hecho amoroso, y me conmovió la emoción de Ramiro. Pero imaginate que Toto (Tomás Otero, 15) y Juan (9) entraban a una iglesia por primera vez. ¡Asombrados por mis respuestas en la ceremonia! Después de cada "Y con tu espíritu" o "Amén", me miraban como diciendo: "¿Y vos cómo sabés todo esto?". En casa, nuestra vida espiritual es más metafísica, y no se ciñe a un Dios en un templo (N.d.R.: Practica Reiki y Biodecodificación, canta mantras –algunos tatuados como el Gayatri Mantra–, cree en la ley de atracción y el poder de las palabras). Practiqué el catolicismo desde los cuatro años (estudió en el Mater Ter Admirabilis de Schoenstatt), y lo único que aprendí fue a odiarlo. Solo sentía la necesidad de alejarme de esa religión en la que todo era culpa, pecado y permanente contradicción. Pero sí banco la fe, en donde se la ponga. El tema es que no te señalen cuál debe ser la verdad.
–Sin embargo, te "amigaste" con el Papa…
–Hoy, un poco sí. Yo militaba por el matrimonio igualitario cuando él era cardenal y decía que se trataba de "la envidia del demonio" mientras organizaba la "marcha por un papá y una mamá". Y cuando lo nombraron Papa me pareció un horror. Hasta que empezó a hablar de progresismo, pobreza, capitalismo y desigualdades, cuando ningún otro lo había hecho antes. Y, más allá de abrir una nueva grieta, me pareció genial. Entendí que encorsetado en esa institución no es un ser librepensante. Que debe respetar un contexto a veces muy corrupto y severamente normativo que no reacciona que el mundo cambió. Hoy celebro que Francisco tenga, al menos, esos pequeños raptos de lucidez.
Por Sebastián Soldano
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