Una foto de una estrella en ascenso y 500 dólares. Así podía forjarse un imperio en los 50'. Así lo hizo el célebre –para algunos, tristemente– Hugh Hefner.
Corre 1953. Son los años dorados de Hollywood, aquellos de Audrey Hepburn, Ava Gardner y Grace Kelly, las grandes divas. Pero otra estrella empieza a brillar. Rubia, fresca y sensual. Se llama Marilyn Monroe y acaba de dar el salto con dos películas: La jungla de asfalto y Eva al desnudo. A unos cuantos kilómetros, en Chicago, un joven buscavidas sueña con editar una revista. Sí, hablamos de Hefner quien, por apenas 500 dólares compra una sesión de fotos de una pelirroja desnuda que, cuatro años antes, había cobrado cincuenta dólares por similares poses… Necesitaba sobrevivir. Así nace la historia de Playboy, que en la portada del primer número de su historia anunciaba: "Por primera vez en la historia, la famosa Marilyn Monroe desnuda". Y aclaraba que la sección central venía en colores. El número fue un bombazo: vendió 50 mil ejemplares y comenzó a gestar el imperio.
Hefner hablaba de liberación sexual y combinaba grandes plumas (Miller, Mailer, Hemingway, Capote) con chicas ligeras de ropa. El negocio se extendió a clubes nocturnos, que las famosas conejitas (bunnies) volvieron de culto: para la década del '60 llegaron a tener más de 750.000 miembros. Los casinos completan el trébol del emporio Playboy, cuyo valor en la década del '80 se calcula en 600 millones de dólares.
Y todo gracias a aquel comienzo, que amargó durante un largo tiempo a Marilyn: "Pensé que me arruinaba la carrera. Y no recibí ni las gracias de aquellos que hicieron millones con mis fotos desnuda", llegó a quejarse.
LAS NOVIAS DE HUGH. Si algo sobró en la vida de Hugh Hefner fueron las mujeres. Y la fantasía. Tanto que, con más de 80 años, llegó a mostrarse con tres chicas a la vez, como si fuera un jeque árabe. Pero él lo tenía claro: "He pasado gran parte de mi vida buscando amor en los lugares equivocados".
Su primera mujer se llamó Mildred Williams: no pertenecía a la noche ni al modelaje. Estuvieron juntos diez años. Después de tener a sus primeros dos hijos –Christie y David–, la mujer se cansó del polémico negocio de Hefner y se separaron en 1959.
A partir de allí, Hef eligió disfrutar de sus millones y de su fama de playboy. Tanto que no volvió a poner el gancho durante tres décadas. Sí, treinta años de conejitas correteando por los 1.951 metros de su mansión en Los Angeles. Alguna vez contó que su record en una misma noche fueron doce mujeres. Eso en épocas libres de viagra…
Pero el hombre no quiere morir solo y en 1989 –a los 62 años– volvió al Registro Civil. "Llevo 30 años en una despedida de soltero. ¿Por qué necesito una ahora?", se jactó Hugh. Esta vez fue Kimberley Conrad, una playmate de 23 años. Antes de la boda, Hef se encargó de mostrársela al mundo a lo largo de las 93 páginas de su revista. Habían pasado 35 años y el hombre de Chicago volvía a ser padre: en el '90 llegó Marston y en el '91, Cooper. Estuvieron casi veinte años juntos, pero en 2009 HH volvió a sentir la libido en la sangre. "Me di cuenta de que había crecido una generación de hermosas mujeres que me esperaban para salir a jugar", se ufanó.
Pero a partir de entonces sus relaciones estuvieron más asociadas a los contratos marketineros que a la realidad.
En 2012 llegaron las esculturales Girls of the Playboy Mansion: a Holly Madison la conoció en 2001; un año después se sumó Bridget Marquardt y en 2004, Kendra Wilkinson.
La fantasía del trío terminó en 2009, cuando Bridget fue la última en abandonarlo. Antes, Holly lo había cambiado por un mago de poca monta, y Kendra, por un musculoso jugador de fútbol americano.
Tres años después llegó la polémica Crystal Harris. A fines de 2010, la mansión de LA iba a ser testigo de la boda. Fiel a su estilo, HH iba a mostrar a la novia desnuda en Playboy. Pero la rubia lo plantó en el altar y el hombre tuvo que pegar un sticker en todas las ediciones de la revista: "Novia fugitiva".
Dos años después, la rubia volvió a los brazos del viejo magnate y contrajeron enlace. "Me caso con ella porque no es interesada", dijo Hef. ¿La venganza? Le hizo firmar un acuerdo prenupcial que la excluía de su testamento.
El último miércoles de octubre de este 2017, cuando Hefner agonizaba, Crystal subía memes a su cuenta de Twitter: había quedado afuera de todo.
¿QUIEN GANA Y QUIEN PIERDE? Por estos días, muchos se preguntan cómo se llevaría un tipo como el empresario fallecido con los movimientos feministas. No hace falta venir hasta ahora: ya en los 70' el hombre tenía problemas con las activistas, que lo acusaban de cosificar a la mujer.
Fue a fines de esa década que comenzó el declive de su corporación. La publicación, que había llegado a vender más de siete millones de ejemplares en el mundo, redujo su tirada a la mitad. Y en 1986 tuvo que cerrar su emblemático club de Chicago, después de 25 años. "Por culpa de las feministas y los puritanos", se quejaba.
Al momento de su muerte, Hefner contaba una fortuna de 43 millones de dólares. Según su ex novia, Holly Madison, la mitad iría para sus cuatro hijos –Christie (64), David (62), Marston (27) y Cooper (26)–, y el otro 50 por ciento sería donado a fundaciones benéficas.
Pero sus herederos no tendrán que arreglarse con "apenas" tres millones y medio cada uno, porque además HH era dueño del 35 por ciento de Playboy Enterprises, por estos días cotizada en 110 millones. Además, el magnate tenía repartidos otros 36 millones en acciones.
¿La famosa mansión? La firma la compró en 1971 por apenas un millón de verdes, y se la alquilaba por una simbólica suma de cien dólares. Las fiestas, el reality y las conejitas crearon un mito tan grande a su alrededor que, en 2016, se la vendieron a un excéntrico multimillonario, Daren Metropoulos, por cien millones de dólares. Pero el joven rico le permitió disfrutar de su último año de vida en el lugar de sus años dorados.
Quizá la última voluntad de Hefner haya sido volver a acosar a quien le dio todo. En 1992 había comprado un nicho pegado al de Marilyn Monroe por 75.000 dólares. Allí yacen sus restos desde el último sábado. Al lado de la mujer que fue su trampolín y a quien él hizo sufrir tanto.
Por Julián Zocchi.
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