Por lo general, en la industria del videojuego suele asociarse una “mala dirección” o un “mal manejo” a extensas temporadas de crunch, metas imposibles de conseguir o cuanto menos, poco realistas, lo cual deriva en un mal ambiente de trabajo y por ende, resultados que suelen estar lejos de los anhelados por el estudio. Sobran ejemplos en este sentido: juegos que no alcanzaron a cumplir las expectativas y que tiempo después descubrimos los tormentos que implican su desarrollo -Cyberpunk 2077 es el caso más cercano en esto. Con Biomutant se da un caso por completo distinto. Experiment 101 es un estudio afincado en Suecia que está compuesto por ex empleados de Avalanche en su mayoría -Just Cause- quienes no tardaron en firmar un contrato de distribución para su primera obra, Biomutant.
Este juego fue anunciado hace unos tres años y lleva al menos cuatro en desarrollo. Desde entonces, ha sufrido distintos retrasos y cada vez que se lo presentaba en vivo arrancaba suspiros de la audiencia. Porque Biomutant apuntaba a tenerlo todo: una aventura fantástica con inspiración en las leyendas de kung-fu, personajes y seres carismáticos desde lo estético, una impronta post apocalíptica, acción estilo hack and slash, toques de RPG, mundo abierto… Y podría seguir listando características de esas que quedan impecables en una gacetilla de prensa, pero que implementadas en un juego implican un trabajo que, como queda demostrado en el resultado final, le quedó demasiado grande a un equipo que nunca superó las 20 personas. La dirección a cargo de Biomutant tuvo el enorme gesto humano de no trabajar bajo crunch y tomarse todo el tiempo del mundo para lanzar el título, pero se le escapó de vista lo más importante: el rumbo mismo del proyecto.
En Biomutant tomamos el rol de una suerte de zorro mutante que podemos personalizar con muchísimo detalle y dotarlo de ciertas características genéticas que durante el juego pueden… “mutar”. Después de crear a nuestro personaje, nos lanzamos a la aventura: el universo donde transcurre el juego sufre un desastre natural de épicas proporciones que sólo podemos remediar quitando la contaminación de las cinco raíces del Árbol de la Vida, que es lo que mantiene el balance en el mundo. Durante el juego nos cruzaremos con distintas tribus -seis en total- que tienen sus propias creencias y métodos para evitar la catástrofe, y en esa fricción es donde tendrán lugar algunos de los segmentos de acción que tiene Biomutant, que no son pocos.
Dicho esto, no es que Biomutant tenga una fuerte carga narrativa, sino que todo esto que se nos cuenta durante las primeras horas funciona como una sencilla excusa. Después el juego se abre hacia un mundo abierto en donde teóricamente podemos tomar decisiones que alteran el relato y el balance del mundo pero que en realidad son más bien inocuas. En este sentido encontramos el mayor punto flaco de la experiencia de Biomutant: lo tan a medias que se encuentran desarrollados los sistemas de juego. Porque no hay nada peor que pensar en una característica de juego que a largo plazo no tenga demasiado sentido ni valga la pena el esfuerzo. Hay bestias que podemos domar para desplazarnos por el mapa pero que no aportan nada más que una cuestión estética: a pie o corriendo podemos dirigirnos más rápido hacia donde deseemos. También podemos aprender a usar una suerte de robot cuya utilización aporta tan poco que hasta incluso resta. Hay una especie de sistema moral, pero que nos permite cambiar “de parecer” a gusto y placer. O por ejemplo, el extenso sistema de mejoras para las armas cuerpo a cuerpo que queda anulado porque, en general, lo mejor es usar armas de media o larga distancia.
Para cada decisión de diseño en las mecánicas hay una especie de “contramedida” que la anula por completo y la deja sin efecto, y lo que nos queda al jugar no son más que ideas que no llegan a consolidarse, provocando sensaciones que oscilan entre lo confuso y lo superfluo. Y si todo esto nos hace sentir que no tenemos el control, nos toca hablar de otro de los puntos flojos: la jugabilidad. Biomutant se juega como un título de acción en tercera persona que si lo vemos en pantalla puede llegar a evocar a la oferta de, por ejemplo, un Devil May Cry. Al tomar el control en las manos rápidamente nos damos cuenta de que no lo es: controlar al personaje carece de peso alguno, como tampoco encontramos una respuesta satisfactoria a los comandos. Los golpes no tienen impacto ni sensación de potencia y el feedback que ofrecen los embates sobre los enemigos brilla por su ausencia, quitándole todo el encanto que podría haber tenido.
Entre el narrador que rápidamente se queda sin frases originales para regalarnos, la historia que se empecina por demás en tener ribetes reflexivos o profundos al punto de sofocarnos y los baches en su jugabilidad, Biomutant no tarda en ponerse cuesta arriba hasta convertirse en algo demasiado reiterativo. No es un juego corto, como para empeorar las cosas: mi partida concluyó en 20 horas, pero según el desarrollador, para completarlo al 100% se necesitan más de 50 horas. Un objetivo que quedará relegado a aquellos que se enamoren por completo de la propuesta de Biomutant que, en un principio, entra por los ojos. Tal vez el apartado visual sea lo más bonito que tiene el título de Experiment 101. Los escenarios -si bien suelen repetir texturas y elementos- tienen un diseño muy agradable y bien resuelto, al igual que los personajes y el protagonista, poseedor de un encanto único.
Hay tramos que se dejan disfrutar. Las peleas con los jefes están bien planteadas y son espectaculares, en especial si podemos jugar como Biomutant nos lo pide evitando explotar los mil puntos flacos y explotables de cada uno de ellos. Los escenarios son enormes, muy variados, con buenos momentos de exploración y al menos en la versión de Series X que se utilizó para el análisis, visualmente impactantes y con gran performance. Hay momentos humorísticos bien logrados y alguna que otra sorpresa agradable. Pero entre la jugabilidad sosa, el diseño de misiones aburrido y repetitivo, las mecánicas que no cuadran y todo lo que está hecho a medias, es muy difícil recomendar Biomutant. Estamos ante un caso clarísimo en el que las ambiciones del estudio estuvieron fuera del alcance del equipo.
Un equipo que tuvo todo para trabajar en las mejores condiciones con excepción de un elemento fundamental: alguien que pueda ordenar los elementos, ajustar la escala y concentrar los esfuerzos para explotar las fortalezas de un juego que entre todo el ruido de su contenido, las tiene. Esa versión imaginaria más breve y concentrada de Biomutant sin lugar a dudas podría provocar otro efecto, pero como siempre debemos criticar a un juego por lo que es y nunca por lo que no, toca decir que la primera incursión de Experiment 101 amaga con ser una experiencia única pero todo lo que ofrece ya está visto y con mejores valores de producción y ejecución. Se trata de un título para mirar de lejos por el momento, con algo más de cariño cuando lo encuentren en alguna muy generosa oferta.
Desarrolla: Experiment 101
Distribuye: THQ Nordic
Fecha de lanzamiento: 25 de mayo de 2021
Plataformas: PC, Xbox One, Xbox Series X/S, PlayStation 4 / 5
Versión analizada: Xbox Series X