Thomas Olsson es un diseñador que decidió mudarse a Kioto, Japón, para desarrollarse como creativo en su propio estudio, Skeleton Crew. Es imposible conocer las razones por las que ha tomado esa determinación, pero jugando Olija una cosa es evidente: la cultura japonesa ha permeado en él y por tanto, en su obra. Olija es una aventura que comparte preceptos minimalistas fácilmente ubicables en distintas aristas de la idiosincrasia nipona, además de guiños más obvios en el tono solemne con el que encara ciertos pasajes de la historia que nos plantea. Porque Olija es una mezcla de la cultura pop japonesa, el cine de samuráis, la estética del gaming en tiempos de Commodore y Amiga y una concepción de diseño propia de los indies contemporáneos más exitosos.
En Olija jugamos como Faraday, un marinero que decide internarse mar adentro junto a su fiel tripulación en busca de una mejor calidad de vida para su pueblo menguante, ante la falta de víveres para subsistir. La travesía se ve abruptamente interrumpida por el ataque de una suerte de ballena gigante que destruye en mil pedazos a la embarcación, provocando así un naufragio masivo en donde todos parecen perder la vida. Naturalmente, Faraday despierta en una isla por completo desconocida, sin conocer el paradero de su tripulación. Percibe un llamado, sin embargo: alguien le llama por su nombre. Siguiendo ese llamado oscuro, como canto de sirena maldita, es que Faraday se encuentra con el arpón mágico que le da sentido a la parte jugable de Olija; pero también será ese llamado quien lo ponga frente de Olija propiamente dicha, la otra protagonista del juego.
Una vez que nos encontramos con un barquero que nos hace de guía - chofer en el desolado y misterioso archipiélago, el loop de juego queda bien establecido. El objetivo principal es poder regresar sanos y salvos a nuestros hogares, pero para hacerlo debemos destrabar una serie de cerraduras en un templo misterioso. Las llaves se encuentran desperdigadas por la isla y es explorando cada islote que las iremos obteniendo hasta llegar al final. Al terminar cada isla regresamos al primer islote que conocimos y donde se ubica el asentamiento del juego: allí irán apareciendo los tripulantes rescatados en cada nivel; náufragos que irán recuperando la fe y nos alimentarán para recuperar la energía, por ejemplo, además de mejorar armas, organizar expediciones y obtener distintos beneficios.
Uno de los rasgos más destacados de Olija es su jugabilidad. Se trata de una aventura en dos dimensiones con muchos segmentos de exploración y plataformas, en conjunción con un combate puro y duro que por momentos recuerda a Dead Cells. El combate es de lo mejor principalmente porque, al igual que las aventuras en las que se inspira el estudio -Another World, Flashback-, las animaciones son espectaculares. Mejor que eso, es la idea de que Faraday tiene un arsenal interesante para experimentar, además de patadas descendentes y distintos tipos de ataques que se ejecutan presionando el botón de ataque más una dirección determinada, sin dejar de mencionar los combos, completamente orgánicos. Aunque es cierto que las armas que se nos plantean están bien logradas, también es cierto que el gran protagonista del juego es el arpón. Con él podemos teletransportarnos al lugar donde esté clavado; podremos empujar enemigos e interactuar con el entorno para resolver varios de los puzzles ambientales que ofrece.
El diseño de niveles es muy bueno, sin ser muy intrincado ni rebuscado. Apelando a un minimalismo que vemos reflejado en la paleta de colores, la cantidad de enemigos y en cierto modo, en el sencillo sistema de combate, los escenarios ofrecen lo justo y necesario para aportar misterio a la aventura. No hay mil rutas ocultas ni decenas de secretos para desbloquear: Olija es un juego que va al punto. De hecho, esta es su principal falencia. Con todas las ideas inteligentes detrás del combate, el concepto del arpón y lo bien que se siente jugarlo, Olija alcanza su cénit apenas empezamos a jugarlo, y lo que es peor, se termina cuando parece que podría dar un par de horas más de sí mismo. El potencial para dar mucho más de sí es fácilmente palpable.
En compensación por esta falta, intuyo, es que Skeleton Crew nos tira por encima varios de los elementos que hacen de Olija un juego tan especial: la dirección de sonido que tiene, por ejemplo, termina por dar una dimensión y densidad a cada uno de los paisajes que recorremos que ni siquiera los juegos técnicamente más agraciados pueden alcanzar. Está plagado de detalles en su historia: momentos en los que, por ejemplo, Faraday se despierta luego de descansar y deja entrever un enorme tatuaje en su espalda mientras se viste. O la manera en la que navega con la mirada perdida en el horizonte junto a su barquero hacia lo desconocido: Faraday conoce tanto o menos que nosotros mismos en cuanto al entorno que está explorando.
La fotografía -si cabe el término- que maneja Olija es alucinante y es en esas partes más contemplativas y solitarias en donde nos muestra lo mejor que tiene para dar: es evidente que sus creadores tomaron decisiones conscientes respecto al balance entre lo estético, lo jugable y lo narrativo y, en mi experiencia, creo que funciona muy bien. Esto es así porque Olija provoca una acción residual en quien lo juega, es un título que se queda con vos en el subconsciente, que te lleva a pensar en él cuando no lo estás jugando. Pero más impresionante aún es la idea de que ese archipiélago maldito, repleto de enemigos y de estupendos jefes finales es de hecho un sitio que visité y en el que luché por salir.
Por esto considero que Olija puede no ser el mejor juego en su clase, pero sí que es único. Un título que se propone una idea y la consigue explotando toda la fuerza que tiene el medio desde la jugada audiovisual y sus mecánicas; cargado de un simbolismo visual, cuasi poético, que se quedará impregnado por mucho tiempo en quien decida aventurarse. Es, a todas luces, una aventura que demuestra que no se necesita alcanzar la perfección constante para ser inolvidable: con un par de destellos bien ubicados alcanza. Y Olija, en sus seis horas de extensión, tiene bastante más que un par de destellos.
Desarrolla: Skeleton Crew Studio
Distribuye: Devolver Digital
Fecha de lanzamiento: 28 de enero de 2021
Plataformas: PC, PlayStation 4, Xbox One, Nintendo Switch
Versión analizada: Xbox Series X
Puntaje: 8.5
Seguí leyendo: