Análisis de “Godfall”: un abanderado de nueva generación al que le pesa dicha responsabilidad

Acción frenética y gráficos despampanantes en una experiencia signada por la repetición

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Acción frenética y gráficos despampanantes en una experiencia signada por la repetición

Con la nueva generación de consolas suelen llegar muchas promesas de cambio de paradigmas puesto que los avances tecnológicos invitan a suponer que habrá nuevas formas de jugar, además del lógico salto de calidad visual. Godfall cumple con algunas de estas premisas pero tropieza donde más nos importa, que es en cómo se juega y sobre todo, en lo que tiene para ofrecernos en sus adentros.

Ubicado en un universo que podríamos definir como “medieval futurista”, Godfall nos pone en la piel de Orin, un rey derrotado a manos de su propio hermano, Macros. La disputa del poder tiene como fin obtener lo que se requiere para convertirse en un dios, y es exactamente lo que Orin deberá evitar que suceda como objetivo principal de la aventura. Desde luego que dar con Macros no será sencillo, puesto que el mapa conformado por los distintos niveles del juego no sólo está plagado de enemigos, sino también de los lugartenientes que responden a Macros.

Dado por muerto y con todas las habilidades por recuperar y desarrollar es que inicia una aventura de acción que el equipo de Counterplay Games -creadores del juego- define como “looter-slasher” puesto que, por un lado, el combate será el eje central de la jugabilidad y por el otro, que parte del supuesto encanto del juego reside justamente en todo el equipo que podemos obtener de los enemigos caídos como también de los distintos cofres desperdigados por el nivel.

La inspiración de Godfall es clarísima cuando tenemos el control en las manos. Sus creadores lo han dicho en más de una ocasión y es cierto que veremos parte del ADN de Destiny en la estructura de las misiones, como también ribetes de Dark Souls e incluso God of War cuando hablamos de la jugabilidad. Nuestra tarea será la de combatir hordas de enemigos utilizando distintas armas de cuerpo a cuerpo: un total de cinco clases distintas con cientos de variantes cada una, que recompensan perfecto la experimentación al usarlas.

Las similitudes con Dark Souls y God of War son tantas que incluso la disposición de los botones para ataques fuertes y débiles coinciden, además de elementos que enriquecen las mecánicas como la posibilidad de bloquear y hacer parry -contraataques sincronizados- para desatar combos poderosos e interminables. El combate tiene muchas variantes porque también depende de qué arma llevemos pero también qué Valorplate tengamos equipada.

Las Valorplate son básicamente armaduras que nos permitirán no sólo asumir distintos aspectos, sino también poseer habilidades y mejorar el uso de ciertas armas en el juego. Aunque los aportes que hacen a lo jugable no las convierten en algo por completo distintas entre sí, cumplen una marcada función estética, inspiradas algunas de ellas en, por ejemplo, signos zodiacales. En acción es donde mejor se las ve y en este sentido, encontramos lo mejor que tiene Godfall para nosotros.

Cada enfrentamiento se siente electrizante y responsivo; cada golpe asestado transmite una sensación de poder que muchos juegos del estilo quisieran tener consigo. Además, está tan bien optimizado que es raro encontrar problemas de performance, al menos, en la versión de PC, que es la que se utilizó en este análisis. No sólo se siente bien el combate sino que también se ve espectacular, con enemigos que explotan en mil partículas y luces que evidencian las nuevas capacidades de los nuevos sistemas. Y es que desde el aspecto visual es donde Godfall es claramente un abanderado de la nueva generación.

Los enemigos están ultra detallados al igual que los jefes finales y el personaje principal. Los escenarios son enormes, con texturas muy trabajadas, efectos lumínicos alucinantes y una geometría impactante. Sin embargo, detrás de la cáscara visual, Godfall no se siente tan de vanguardia. Los niveles carecen de una complejidad que merezca la pena destacar, sino que se sienten lineales al extremo, al punto de tornarse un tanto aburridos. Lo mismo termina sucediendo con el combate: poca variedad de enemigos y pocos incentivos para experimentar con todo el arsenal que tenemos.

Y esta misma idea se replica en toda la estructura de Godfall, con misiones poco ocurrentes y monótonas. Puesto que se trata de un juego que nos invita a repetir misiones para mejorar nuestro nivel y obtener nuevo equipo, su característica monótona se acentúa todavía más, llegando a convertir el transcurso de un nivel en algo totalmente tedioso: un trámite que sacarnos rápidamente de encima para las batallas contra los jefes, que es donde Godfall más se luce. Y es una pena, porque arruinan las más de veinte horas que tiene para ofrecernos y se lleva puesto todo lo bueno de su jugabilidad.

Es importante destacar que Godfall no es un juego que apele a las microtransacciones ni tampoco tiene barreras de pago, más allá de que su estética en ciertos elementos invite a pensar que sí. Todo lo que tenemos a disposición en cuanto a equipo y armamento se puede conseguir jugando hasta el hartazgo. La estructura de acción y RPG, sumado al progreso de habilidades y niveles invita a pensar en que tiene que haber un “endgame”, la instancia que llega una vez que terminamos el juego y llevamos al máximo a nuestro guerrero.

Y este es otro de los puntos fuertes de Godfall: las “Dreamstones”. Una serie de 18 desafíos que van a demandar no sólo el mejor equipo posible, sino también mucha pericia con los controles. La dificultad que nos ofrecen las Dreamstones es prácticamente demencial y al estar íntegramente focalizadas en el combate y la habilidad, relucen lo mejor de Godfall. Un premio perfecto a la paciencia y dedicación de quienes se animen a superar los momentos más aburridos de un juego que empieza con mucha fuerza pero decae por la falta de ideas.

Las promesas de los nuevos juegos y la nueva generación todavía está muy fresca: esto recién empieza. Godfall se perfilaba como un campeón en este sentido y de alguna manera logra su cometido, proponiendo un apartado técnico superador y francamente espectacular, además de una jugabilidad efectiva. El resto de los apartados no están a la altura en lo absoluto: un compendio de ideas que ya vimos plasmadas en otros títulos que, con mucho menos hardware disponible, brillaron más que en este Godfall.

Godfall - Trailer

Desarrolla: Counterplay Games

Distribuye: Epic Games

Fecha de lanzamiento: 12 de noviembre de 2020

Plataformas: PC, PS5

Versión analizada: PC

Puntaje: 6

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