Spiritfarer es un juego de gestión de recursos. Es decir, un título cuyas mecánicas giran en torno a conseguir ítems, procesarlos y luego, con ese resultado final, satisfacer las necesidades de los personajes. Ese es –con mayores o menores variantes– el bucle que en este tipo de entregas se repite constantemente hasta el final de la partida. Pero en el videojuego desarrollado por Thunder Lotus Games estas mecánicas no son más que una excusa para poder emprender un viaje emotivo, el cual tiene como temática principal la muerte y cómo lidiar con élla.
A lo largo de todo este viaje, el jugador se pondrá en los zapatos de Stella, una joven que –ni bien arranca la aventura– asume el rol de spiritfarer, y como tal, su tarea es ayudar a las almas varadas en el mundo de los vivos a abandonarlo de una vez por todas. Para ello, la protagonista cuenta con un barco –el cual será a su vez el escenario principal del juego– donde deberá hospedar a estos entes para cuidarlos y atender todas sus necesidades, hasta que el momento de perecer les llegue.
Además de tener una fuerte base de gestión de recursos, Spiritfarer también cuenta con un gran componente de experiencia social. Es que, a medida que se van sumando estas almas –las cuales se convierten en animales una vez que están arriba del barco–, se debe desarrollar una relación con cada una de ellas, con el objetivo de mantenerlas a gusto. Para ello hay que cocinarles, construirles espacios que resulten de su interés e incluso abrazarlas. De esta manera se combinan ambas experiencias ya que, por ejemplo, para mantener contento a uno de estos animales hay que darle café; y para conseguirlo, primero será necesario comprar las semillas, cultivarlas y posteriormente cosechar los granos.
Principalmente la acción transcurre en el barco, el cual se tendrá que ir mejorando para poder hospedar más animales y darle lugar a distintas construcciones que servirán, por ejemplo, para procesar los recursos que se vayan recolectando por el extenso mundo. Pero, a su vez, esta flota servirá para recorrer dicho territorio y las islas que se encuentran desparramadas a lo largo de toda su extensión. Si bien la progresión natural del título y su historia de alguna manera obliga a recorrer cada una de ellas, la gran mayoría tiene secretos opcionales por los cuales vale la pena volver a visitarlas después de un tiempo. Sobre todo cuando se consiguen algunas habilidades que permiten alcanzar lugares que antes resultaban inaccesibles.
Hay dos aspectos de Spiritfarer que lo diferencian sobremanera con respecto a otros títulos de gestión y que lo hacen muy interesante, incluso para los que no son tan amantes del género –entre los cuales me incluyo–. El primer punto que se destaca es que el título siempre pone por delante de todo la narrativa, con personajes bien construidos, un trasfondo para cada uno de ellos y excelentes diálogos que, por lo menos en el caso de quien firma esta nota, logran tocar fibras emotivas, generando risas varias, nudos en la garganta y, porque no, algunos momentos de bronca.
El arte con el que fue concebido es otro de los grandes apartados. Es que tanto su diseño con estilo cartoon, como las animaciones cuadro por cuadro sumamente cuidadas acompañan a la perfección todo lo que transcurre en pantalla. Muchas veces me encontré apreciando por largos ratos los atardeceres y anocheceres estrellados mientras pescaba en la popa del barco. Si bien calificar un videojuego por sus gráficos no es una práctica muy ilustre, decir que el diseño Spiritfarer no es un plus para la propuesta en general también sería menospreciar un apartado creado con tanto recelo y que tanto afecta a la percepción de la obra.
El mayor problema del videojuego es que por momentos su arranque puede sentirse un poco lento, haciendo que las primeras horas se vuelvan demasiado largas. Si bien el principal objetivo de esto es enseñar las mecánicas y darle al jugador todas las herramientas para poder desenvolverse durante los sucesos venideros, todo esto puede llegar a sentirse demasiado estirado artificialmente. Claramente sería una experiencia mucho más expeditiva si se le soltara más la mano al jugador y se le diera la oportunidad de descubrir algunas cosas por motus propio.
Si bien el videojuego tiene las mecánicas básicas de cualquier entrega del género, algunas novedades le aportan un distintivo que –por más que no sean realmente significativas por sí solas– ayudan a destacar bastante al título y a darle mayor significado a las acciones. Sólo por poner un ejemplo, cada uno de los animales a bordo del barco tiene su propio estado anímico, el cual se ve afectado por las cosas que van sucediendo durante el viaje, porque están hambrientos o porque no se sienten a gusto en la nave. La “magia” sucede cuando éstos están de buen humor, es que irán desbloqueando “perks” o habilidades especiales que hacen que la experiencia sea un poco más placentera. Por ejemplo, uno de los animales nos ayudará a cuidar los cultivos si se encuentra cómodo bajo el cuidado de Stella, otros sacarán la comida del horno cuando esté lista si el jugador no lo hace a tiempo, etc.
Spiritfarer es el juego perfecto para quienes no se llevan bien con el género de gestión. La historia –emotiva y la cual obliga a convivir con la muerte mano a mano– hace valer cada una de las horas invertidas en recolectar, procesar y gestionar elementos. El título de Thunder Lotus Games es otra prueba irrefutable de que, sin importar la envergadura del proyecto, una buena historia bien contada puede llevarnos a géneros que hasta entonces resultaban impensados.