“The Last of Us Part II”: Primeras impresiones de unos de los juegos esperados del año

Estuvimos jugando insignia de PlayStation 4 para este 2020 y te contamos los primeros detalles de nuestra experiencia a días de su lanzamiento.

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Mientras leen estas líneas, estoy transitando los últimos compases de The Last of Us Part II, un juego que se espera desde la salida misma de PlayStation 4. La recién mencionada se encuentra en el ocaso de su ciclo de vida, ante la inminente llegada de su sucesora la esperadísima PlayStation 5 y el contexto no puede ser más similar a lo que sucedió con la primera entrega de esta prestigiosa franquicia: una pieza de software que vino a poner broche de oro a PlayStation 3. Y a juzgar por la porción de juego que podemos comentarles, parece que esta secuela viene a generar el mismo sabor a despedida pero con muchos, muchos fuegos artificiales.

Por eso es válido aclarar que de todo lo que puede decirse sobre The Last of Us Part II, se concentra en una porción de juego que está situada en la mitad de la aventura, que es de lo único que se nos permite hablar en esta primera fase de embargo. La reseña, en donde no vamos a guardarnos nada de nada -pero siempre sin spoilers- llegará el viernes 12 de junio a las 4 de la madrugada, hora local de Buenos Aires. Y aunque este pasaje del juego dura aproximadamente dos horas, tiene mucho jugo para aprovechar y darnos una buena idea de lo que nos depara el juego más esperado de la generación PlayStation 4.

Como saben, The Last of Us Part II es un juego fiel a los preceptos de su antecesor: se trata de un título que combina elementos de acción, mucho sigilo y un factor de supervivencia muy presente. Esto quiere decir que parte de las mecánicas de juego incluyen la idea de rastrillar todas las zonas que visitamos para obtener recursos vitales para desenvolvernos en los hostiles terrenos de juego que se nos presentan en cada nivel. Y en este sentido podemos empezar a marcar una de las primeras diferencias notorias: la escala. La misión nos tiene en la búsqueda de una persona de interés que se encuentra en el hospital WLF de Seattle.

Incluso en ruinas, con animales salvajes que se nos cruzan por todos lados y absorbida por una frondosa vegetación, Seattle se abre ante nosotros como una ciudad imponente y colosal. Andar por las calles desiertas en este universo post pandémico y definitivamente apocalíptico transmite una sensación de pequeñez y soledad que el primer título no lograba conseguir. Los edificios son enormes y la relación de aspecto entre los monstruos que se parapetan en las sombras, las facciones de sobrevivientes enemigos que nos acechan y la propia Ellie -de aspecto frágil pero dura como pocos- es prácticamente perfecta, lo que deriva en espacios sumamente orgánicos y reales.

Salimos de nuestra guarida y nos topamos con una cafetería, una tienda de cosméticos y un bloque de oficinas abandonado. El entorno no sólo es enorme sino que también es denso; profundo. Vamos a tener la posibilidad de entrar a casi todas las construcciones que veamos a nuestro paso y, de hecho, es casi obligatorio hacerlo: las municiones y materiales para fabricar botiquines o bombas caseras para defendernos es más bien escaso. En esto se parece mucho al primer juego, en el sentido de que iremos obteniendo piezas metálicas, gasas, tijeras y alcohol, entre otros elementos, pero lo que cambia es la forma en la que desarrollamos los elementos que necesitamos. Sí, el menú es parecido al primero, pero hay un sentido más congruente entre el objeto que necesitamos fabricar y los elementos que necesitamos para hacerlo.

Esta suerte de coherencia se aplica en todos los estamentos de The Last of Us Part II, y este segmento en particular pone esta idea en manifiesto. Los enfrentamientos armados se sienten orgánicos y conectados con el entorno: hay daño localizado, por lo que podemos disparar a extremidades y los rivales nunca reaccionarán de la misma manera al mismo estímulo. Las facciones de sobrevivientes enemigos por ejemplo, están constantemente comunicados y hablando. Saben sus nombres; si liquidamos a alguno silenciosamente, actuarán con preocupación, como si realmente un miembro de su comunidad se encontrase en un profundo peligro.

Por eso es que el clima que genera Naughty Dog con The Last of Us Part II está muy por encima de cualquier juego que haya experimentado hasta el momento. Entre esos detalles, los pequeños momentos narrativo ambientales en los que aprendemos sobre las personas que vivieron y utilizaron los espacios que exploramos. O la excepcional factura técnica con la que se le da vida a todos los elementos del escenario: vegetaciones frondosas, parásitos fungiformes tóxicos, bestias no vistas hasta el momento durísimas de enfrentar o lo más impresionante de todo, que son las expresiones faciales.

Este apartado es tan fundamental que dota por ejemplo, de una crudeza increíble a cada enfrentamiento. Cada forcejeo, cada vez que hieren a Ellie, cada disparo que nos asestan, todo se ve y se siente en carne propia. Pero también ponen el énfasis necesario para que los momentos narrativos, aquellos también íntimos y emotivos, se sientan creíbles. El fuerte de The Last of Us siempre fue la narrativa y el desarrollo de sus personajes, pero acá estamos ante un nuevo hito no sólo para la franquicia, sino para los videojuegos como un todo. Por fortuna, también se juega muy bien.

La jugabilidad fue siempre un aspecto muy criticado en cuanto a lo repetitivo que podía resultar la primera entrega, como también en lo que hace a la respuesta de los controles. The Last of Us Part II se sigue jugando en tercera persona, con cámara al hombro cuando se trata de apuntar y con un sistema de sigilo en el cual nuestra propia escucha -con el botón R1- es fundamental para tener un sentido preciso del espacio y los enemigos que nos rodean. La gran diferencia es que al contrario de lo que sucedía con su antecesor, el combate se disfruta y mucho. Ajustes muy sutiles en la respuesta, el aiming, el recoil de las armas lo vuelven muy ligero y dinámico, mientras que una combinación de profundidad en las mecánicas de sigilo y patrones avanzados de conducta en los enemigos le dan a esto de escabullirse una dimensión hasta ahora inusitada.

Jugar The Last of Us Part II se siente muy bien, y esta misión lo demuestra con creces porque nos tiene explorando el entorno y resolviendo puzzles, mientras esquivamos los embates de los chasqueadores e infectados, para luego caer en medio de una guerra de bandos en la que nos vemos envueltos casi sin pedirlo. Sin escenas rimbombantes -como las que abundan en el juego y que son sencillamente espectaculares- “Buscando a Nora” (el nombre de la sección) pone en manifiesto la buena mano de Naughty Dog y el trabajo obsesivo que tiene en cada uno de los detalles que componen su universo.

Todavía nos queda mucho por decirles sobre The Last of Us Part II, pero eso va a quedar para el análisis final. De momento, esperen el análisis completo el próximo 12 de junio a las 4 am hora local de Buenos Aires (¡una semana antes del lanzamiento!). Si no jugaron al primero, es el mejor momento para sumarse, ya que la versión remasterizada para PlayStation 4 -que incluye un increíble DLC- se consigue a muy buen precio, y diría que es una obligación si quieren disfrutar a fondo de esta aventura.

Trailer "The Last of Us 2"

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