“Dragon Ball Z: Kakarot”: un viaje lleno de nostalgia, pero muy poca diversión

El estudio Bandai Namco se encargó de lanzar el primer título AAA del año basado en una de las franquicias más populares de manga y animé. Aquí el análisis del juego que prometió más de lo que cumplió. Leé la opinión de Infobae Gaming al respecto.

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Llegó el primer gran juego de 2020. Esperado por muchos, y equipado con una enorme campaña publicitaria de la mano de Bandai Namco, se lanzó finalmente Dragon Ball Z: Kakarot en Playstation 4, Xbox One y PC. Su propuesta es hacer un recorrido por todo Dragon Ball Z, manga y animé creado por Akira Toriyama con una enorme cantidad de capítulos divididos en icónicas sagas muy queridas por los fans. ¿Está a la altura de la titánica tarea?

(Foto: Bandai Namco)
(Foto: Bandai Namco)

Después de jugar la campaña, la respuesta es negativa, para tristeza de los fans. Dragon Ball Z: Kakarot (DBZK desde ahora) no logra dar en el clavo con casi ninguno de sus apartados, principalmente porque intenta llevar adelante demasiadas tareas. La parte tutorial parece durar la primera hora de juego y comprende la llegada de Raditz –hermano de Goku, a la Tierra. Allí, el juego nos enseña las mecánicas básicas y no tan básicas que implementaremos a lo largo de la extensa aventura y es justo donde comienzan los problemas.

Bandai Namco lanzó una gran cantidad de videos anticipando la gran cantidad de cosas que se pueden hacer en el mapa, desde cocinar a entrenar, pasando por cazar animales, derrotar enemigos especiales desperdigados por el mapa y recolectar orbes de distintos colores. Lamentablemente, esos videos explican mejor todas esas características que el mismo juego, que nos llena de textos largos y engorrosos que terminan por confundirnos aún más. DBZK interrumpe constantemente la acción para explicarnos alguna nueva acción que podemos realizar, pero muchas veces explica a medias algo que debemos terminar leyendo por nuestra cuenta en el menú. A modo de ejemplo, el juego explica que es importante recolectar orbes, pero en ningún momento invita al jugador a usar esos orbes en el menú de habilidades. La única manera es explorar las opciones del juego hasta llegar a esa parte.

Algo que sí hace de maravilla el nuevo trabajo del estudio CyberConnect2 - del que se sabe poco y nada-, viene de la parte gráfica y sonora. DBZK es una traducción fantástica de Dragon Ball Z de la pantalla chica a las consolas de videojuegos. Los gráficos no son muy diferentes a los que se vieron en la saga Dragon Ball Xenoverse, que ya hace un buen trabajo en pasar del 2D al 3D para un tipo de acción diferente. En lo que respecta a la música, ni siquiera hubo que hacer un trabajo extra, sino que se escucha exactamente la misma música que en el animé en los momentos justos. Todo eso ayuda a la experiencia y alimenta la nostalgia al máximo, pero pelea con otros elementos del título que nos sacan de la inmersión.

(Foto: Bandai Namco)
(Foto: Bandai Namco)

La historia avanza cuando hablamos con un personaje clave o vamos a un área marcado con un signo de exclamación rojo. A pesar de que el mapa es enorme, para pasar de una región a otra debemos hacer una especie de fast travel a la nueva región, lo que siempre implica una pantalla de carga de varios segundos. En muchas ocasiones, esto lo hacemos únicamente para activar una escena cinematográfica en la que no interactuamos de ninguna manera. Este tipo de situaciones aisladas no representarían un problema grave, pero son constantes a lo largo de la aventura y terminan desgastando. Al mismo tiempo, hay partes de la historia que el juego prefiere obviar y, en vez de mostrarlas, las cuenta con cuadros de texto sin fondo dignos de una parodia de Los Simpson. Por otro lado, en las primeras 20 horas de juego todos los escenarios y regiones son prácticamente iguales.

Antes de interactuar con el personaje marcado con rojo, tenemos la opción de hacer diferentes cosas por el mapa para subir de nivel, conseguir distintos objetos o cumplir una misión secundaria, marcada con un signo de exclamación azul. En un principio, todo es muy emocionante, nuevo y parece darnos importantes recompensas. Sin embargo, pronto nos damos cuenta de que no es así en absoluto. Las acciones secundarias se vuelven monótonas muy rápido y los orbes estás por todos lados, por lo que rápidamente tendremos en exceso sin ningún esfuerzo. Lo único que se refresca regularmente es la comida que se puede cocinar, pero gracias a las misiones que nos obligan a pescar y cazar animales ya tenemos un stock para casi toda la aventura.

En distintos puntos de la historia, ya sean 5, 10 o 20 horas de juego, se incorpora alguna nueva mecánica a tener en cuenta. El uso de las Dragon Balls, el armado de vehículos o los desafíos de entrenamiento son algunas de ellas, pero todas siguen un camino que lleva a ser irrelevantes para la trama principal. En otras palabras, la enorme oferta de cosas para hacer en DBZK que nos prometían los trailers se sienten vacías, monótonas y no ofrecen recompensas que valgan la pena.

(Foto: Bandai Namco)
(Foto: Bandai Namco)

Todo eso sería medianamente tolerable si los combates, la parte más importante de cualquier producto de Dragon Ball, se destacaran. Como pueden imaginar a esta altura de la review, no es el caso. Casi todos los enemigos se comportan de la misma manera, por lo que rápidamente podemos conocer el patrón de ataques de nuestros oponentes y actuar en consecuencia. Un solo botón sirve para pegar, mientras que otro lanza pequeñas bolas de energía. Para complementar las acciones, tenemos distintos ataques especiales que podemos asignar a diferentes combinaciones de botones. Esta base de controles no ofrece demasiada variedad y, como casi todo en DBZK, se vuelve monótono y aburre muy rápido. Como frutilla del postre, la cámara no ayuda y muchas veces no nos deja entender qué pasa.

La mayor fortaleza del título es, a su vez, su mayor debilidad. DBZK cuenta la historia completa de Dragon Ball Z de principio a fin. Esto puede resultar genial para los fans de la franquicia que quieren revivir momentos icónicos, pero al no estar acompañada de una buena jugabilidad, resulta en todo lo contrario. Es por eso que, a pesar de que el juego parece estar apuntado a los fans acérrimos de Goku que quieren inyectarse nostalgia en las venas, parece funcionar mucho mejor con alguien que no conoce la historia y prefiere vivir la aventura en vez de presenciarla en 291 capítulos de animé. Aunque el gameplay no ayude, puede que la intriga de la historia funcione como motor para soportar la experiencia.

(Foto: Bandai Namco)
(Foto: Bandai Namco)

Uno de los elementos promocionados por Bandai Namco fueron respuestas a preguntas que los fans se hacen desde hace años. Aunque hay algunos guiños a situaciones que se volvieron memes y algunas versiones alternativas de escenas de la serie, no se trata de elementos importantes y son cosas muy fáciles de perderse en medio de los diálogos. Sí resulta interesante la incorporación al canon de la Androide 21, personaje creado exclusivamente para el videojuego Dragon Ball FighterZ.

Esta sumatoria de elementos mediocres hace que la experiencia de Dragon Ball Z: Kakarot nos convierta en robots que cumplen las mismas tareas una y otra vez. Ni la historia de la franquicia, con su música, sus gráficos, sus personajes y sus momentos icónicos logra contrarrestar esto y el producto final termina proponiendo una experiencia vacía que no produce nada en su audiencia. Los fanáticos tendrán que seguir esperando por ese juego ideal de Dragon Ball. Mientras tanto, Dragon Ball FighterZ sigue siendo una de las mejores opciones tanto para amantes del género de pelea como fans de la saga de Akira Toriyama.

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