Es prácticamente imposible incluir todos los juegos grandiosos que, año tras año, van llegando cada vez en mayores cantidades. ¿Qué criterio deberíamos utilizar? ¿Éxito en la crítica? ¿Minutos de Streaming o su cantidad de espectadores? Los videojuegos están cada vez más emparentados con nuestro alrededor y en muchas ocasiones, trascienden los confines de las pantallas.
Por eso, la selección de los juegos de la década incluyó en primera instancia una votación por parte del staff de Infobae Gaming y posteriormente una ligera edición contemplando no sólo la buena ejecución de los juegos que acompañan la nota, sino en cómo impactaron en la industria, en la cultura popular y en cómo crearon nuevos lenguajes entre los medios que confluyen en este grandioso arte del ocio digital. Sin más, los dejamos con los diez juegos de la década.
10. League of Legends
En la tierra del sol naciente viven en el futuro hace décadas, y la idea de que existan superestrellas y equipos que llenan estadios no es tan extraña como por estos lares. Hoy es casi imposible no pensar en la existencia de un entorno competitivo de alto nivel en el mundo occidental y esto es en gran parte gracias a League of Legends. Más allá de lo inclusivo que resulta su modelo de negocios (gratuito, con acceso casi ilimitado), fue fundamental para crear la cuna de lo que conocemos hoy como deportes electrónicos.
No sólo eso, también ayudó a establecer a Twitch como la plataforma ideal para el streaming de juegos con todos los derivados que tuvo ésta en términos de personalidades y eventos con espectadores alrededor del mundo que luego dieron el salto a las grande cadenas televisivas. Ahí es donde nace esta suerte de fenómeno multicultural en donde un juego y sus jugadores son observados no sólo como entretenimiento, sino como un evento deportivo. Su accesibilidad y claridad en reglas lo pone en la misma órbita que, por caso, el fútbol. Cualquiera que tenga una pelota podría, con constancia y disciplina, convertirse en jugador profesional. Lo mismo ocurre con cualquiera que pueda descargarse League of Legends.
9. What Remains of Edith Finch
Suele decirse que lo que gusta del videojuego como medio es que toma un poco de las herramientas narrativas y estructurales de otros: una pizca de cine, tres partes de literatura, mucho trabajo pictórico. Sin embargo, What Remains of Edith Finch es un triunfo del videojuego con sus propias herramientas porque utiliza los recursos característicos del medio para contar la historia de una familia desgraciada que tiene la potencia de ablandar hasta las lágrimas incluso a los corazones más duros. Es, además, el testimonio de lo vital que resulta la mirada independiente dentro de la industria, como también lo necesarias que son historias tan humanas como esta. Los “Walking Simulators” fueron una gran tendencia durante esta década, pero Giant Sparrow le dio mil vueltas con su obra.
8. Doom
Lo llamativo de los juegos de acción en primera persona es que, si bien existen casi desde los orígenes del videojuego como medio, su evolución se siente más pausada que en el resto tal vez por la proliferación de juego de este estilo y que cuesta encontrar aquellos casos de alta relevancia. Allá por 2016, estas fichas no estaban puestas en Doom debido a los repetitivos problemas en su desarrollo, sin embargo, lo dio todo.
El renacer de Doom trajo consigo una forma distinta de entender los juegos de acción, combinando ideas propias de los shooters noventeros con elementos modernos; sistemas de riesgo y recompensa en donde el frenetismo siempre termina por pagar mejor. Todo esto en el marco de una narrativa renovada que no se anda con vueltas y siempre te predispone para cazar demonios sin parar a escopetazo limpio. Obviando la parte multiplayer -descartable- nos encontramos ante un título sobresaliente, de diseño soberbio, de esos que uno podría jugar una y otra, y otra vez.
7. The Last of Us
Es mucho más que ese prólogo maravilloso que nos asesta un puñetazo en la ingle gracias a una secuencia cargada de dramatismo. La obra de Naughty Dog es, a todas luces, el claro ejemplo de que los videojuegos pueden -y en gran medida deben- encarar propuestas más arriesgadas en lo referido a la temática que abordan. The Last of Us es un juego maduro.
Su potencia narrativa, sus ideas y ese final complicado, susceptible a múltiples lecturas según la etapa en la vida en la que te encuentres, hablan de una gran apuesta por lo distinto y lo inexplorado, triplemente valioso si pensamos en que después de todo, Naughty Dog es la gran productora de los juegos rimbombantes y con poco compromiso con lo emotivo. Esa es la aplanadora que se mueve lenta pero firme y hacia adelante, y arrastra consigo todo lo que se le pueda achacar a lo jugable y estructural.
The Last of Us inaugura una nueva etapa temática y narrativa particularmente para los juegos “AAA”, concebidos para saciar demandas por completo alejadas de lo que Neil Druckman y compañía plantean con esta obra. Y como si fuera poco, terminan de rematarla con un Left Behind: un contenido adicional un tanto más corto pero no menos contundente.
6. Playerunknown’s Battlegrounds
Puede que no sea el primero en su clase, pero Playerunknown’s Battlegrounds (PUBG para los amigos) fue el que trajo a las masas el fenómeno de los Battle Royale: aquellos que enfrentan en enormes arenas a una cantidad determinada de jugadores -100 en este caso- hasta que solo queda uno en pie. Gracias al suceso desmedido y la masificación que tuvo este estilo de juego es que Fortnite es algo posible: Epic supo tomar la receta del éxito para convertirla en algo propio, pero esa es harina de otro costal.
Tal vez por la inexperiencia -después de todo, fue la idea de una sola persona- o el recelo hacia las réplicas es que PUBG no pudo lograr mantener la vigencia en el mismo nivel que otros de sus congéneres. Sin embargo, sigue siendo un juego absorbente, con mapas estupendamente diseñados y más importante todavía, sigue teniendo el toque especial que hace de cada partida una experiencia inolvidable, incluso si decidimos jugarlo al día de hoy -no importa cuándo leas esto.
5. The Witcher 3
En generaciones anteriores a PlayStation 4 y Xbox One, los mundos abiertos siempre fueron tendencia. Pero en esta oportunidad, el género intentó dar un paso más allá, alejándose del simple concepto de los areneros repletos de pequeñas tareas para hacer para abrazar una estructura más orgánica y con un peso narrativo más evidente. Hubo grandes exponentes en esta línea, pero ninguno es mejor que The Witcher 3.
El estudio polaco se desmarcó con un mundo vivo, en el que cada decisión que tomamos cuenta y altera el panorama de las cosas. Geralt, un antihéroe convertido a estas alturas en leyenda, tiene un peso específico en todo lo que acontece a su alrededor. Esto redunda en una aventura que marcó a fuego a la industria y también a los jugadores, con el valor añadido de una de las relaciones creador-jugador más saludables de las que se tienen memoria.
4. Minecraft
Nintendo tiene en su haber una galería de personajes icónicos y auténticos pilares culturales que trascienden varias generaciones alrededor del mundo. Y lo cierto es que muy pocos han logrado atravesar esas barreras hacia la cultura popular, por no decir ninguno. Salvo Minecraft, claro. Pero antes de eso, tenemos que hablar de lo que significa como plataforma. Este es un juego de supervivencia, pero por sobre todas las cosas, es un espacio creativo y comunitario que reúne jugadores de todas las edades posibles.
Con su estética característica -impuso el uso de vóxeles y texturas planas, cosa en la que aún hoy muchos se inspiran- y sus posibilidades ilimitadas se transformó en la vía de acceso para propios y ajenos al mundo del videojuego. Disponible en casi todas las plataformas existentes, se trata también del imposible caso de éxito independiente, creado en un garage y comprado por un gigante como Microsoft.
Casi sin notarlo, Minecraft está en todos lados: de ahí que las abuelas lo reconozcan con tanta facilidad cuando ven una espadita de goma colgando en el puesto de revistas de la avenida. No cualquiera logra semejante notoriedad.
3. Dark Souls
Algunos podrían argumentar que la tendencia empezó con Demon’s Souls -cronológicamente, esto es cierto- pero fue Dark Souls el que masificó el concepto inicial de From Software, con el desafío y la dificultad como estandarte. Y es que, este juego llegó en un momento en el que todo venía demasiado masticado y sencillo: el videojuego como un fenómeno un tanto banal y pasatista. Miyazaki y su equipo nos dejaron entonces en un mundo misterioso donde teníamos que aprenderlo todo por cuenta propia; con su cultura, sus historias, sus mecánicas de juego.
Porque más allá de lo conceptual, Dark Souls es un juego soberbio por su jugabilidad ajustada como reloj suizo, el diseño de niveles, los jefes, el uso de los ambientes para emitir mensaje. Más importante aún, Dark Souls entabla una forma de hacer y entender los videojuegos: así como Metroid y Castlevania son definitorios para un género, Dark Souls creó el suyo propio, cuyas reglas se filtran incluso en aquellos juegos que quieren ser todo lo opuesto.
2. The Legend of Zelda: Breath of the Wild
Nintendo ha cambiado y vaya que lo ha hecho. Su consola híbrida, Switch, es un éxito no sólo porque cuenta con juegos exclusivos muy contundentes, sino porque también cuenta con el apoyo de desarrolladores de todo tipo, puesto que a diferencia de años atrás, Nintendo admite juegos que atacan prácticamente cualquier temática.
Y para demostrar que ya no son los mismos, ¿Qué mejor que hacerlo con sus propios juegos? La reinvención de Mario llegaría un poco más tarde, pero lo que realmente marcó a la industria y a los jugadores por igual fue The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Un juego de mundo abierto como ninguno hecho hasta ahora: sistémico, repleto de detalles que quitan el aliento. Una aventura de descubrimiento, de exploración, íntima, casi introspectiva. Con humor. Un juego que se anima a reinventarse: los más ortodoxos fanáticos han puesto el grito en el cielo por la ausencia de elementos característicos de la serie.
Las armas se rompen, los dungeons tienen otro formato, la estructura es por completo abierta. Es un juego que te suelta la mano y hace que cada uno de los jugadores sea absoluto dueño de su propia aventura y por eso es tan increíble atestiguar intercambios entre gente que lo jugó y constatar lo distinta que fue su experiencia. Una obra maestra del diseño, una enorme muestra del potencial de Switch, pero también un testigo del gran momento que está pasando la industria del videojuego japonesa, que después de un período de decadencia vuelve a estar en la cima.
1. Fortnite: Battle Royale
Lo fácil sería decir que Epic sólo tuvo que tomar prestado el concepto de PUBG para pegarla, pero como suele suceder, la verdad es mucho más compleja que eso. Fortnite: Battle Royale se convirtió con el tiempo en una plataforma en sí misma, que reescribió los estamentos de lo que entendemos por “juego como servicio”. Con un modelo de monetización justo y la disponibilidad en casi todas las plataformas imaginables, Fortnite: Battle Royale es un fenómeno que llegó para quedarse.
Y más aún, en sus pocos años de permanencia alteró la manera en la que percibimos los juegos gratuitos, la forma en la que un juego puede mutar y cambiar para mantenerse siempre fresco. También se ocupó de crear un nuevo lenguaje para interactuar con el resto de la cultura pop(ular) con cameos que van desde John Wick, Avengers, la NFL o ni más ni menos que Star Wars: Rise of Skywalker. Es el artífice de la comunión multiplataforma albergando partidas que unen a jugadores de PlayStation, Xbox y Switch (entre otros), torciendo el brazo ni más ni menos que de Sony. Ya no podemos ver los juegos multiplayer de la misma manera después de esto.
Puede que no haya calado tan hondo en la cultura popular como sí lo hizo Minecraft -aunque muchos jugadores de NFL, por ejemplo, festejan usando sus bailes- pero hay pocos juegos que logran matizar en sus adentros con tanta atención lo que sucede en el campo de juego y también lo que sucede fuera de él. Ah, y es además un juego fantástico, con una vibra competitiva que sigue dando que hablar. Los más cínicos quieren verlo caer en algún momento, pero Fortnite llegó para quedarse por muchísimo tiempo más.