Los equipos de rescate japoneses tuvieron que lidiar el miércoles con lluvias torrenciales, carreteras bloqueadas y réplicas del fuerte terremoto que causó al menos 73 muertos y dejó a decenas de miles de personas sin electricidad ni agua corriente.
En toda la prefectura de Ishikawa, en la isla principal de Honshu, sonaron sirenas mientras los vehículos de emergencia intentaban circular por carreteras bloqueadas por rocas y árboles caídos.
La península de Noto fue la más afectada por el sismo de magnitud 7,5 del 1 de enero, y ciudades portuarias como Wajima y Suzu parecían zonas de guerra, con carreteras de barro, casas arrasadas y barcos hundidos.
La península de Noto tiene varios edificios consumidos por el fuego y casas destruidas. Se teme que el saldo de víctimas aumente, en momentos en que los trabajadores buscan entre los escombros en medio del mal tiempo y las réplicas del sismo.
Más de 31.800 personas se encontraban en refugios.
La Agencia Meteorológica Japonesa (JMA) emitió una alerta de fuertes lluvias para Noto, aumentando la urgencia de los operativos. “Estén atentos a deslizamientos hasta la noche del miércoles”, señaló la agencia.
En la ciudad costera de Suzu, el alcalde Masuhiro Izumiya dijo que “casi no quedan casas en pie”.
“Cerca del 90% de las casas (del pueblo) están completamente o casi completamente destruidas. La situación es realmente catastrófica”, declaró el alcalde, citado por la red TBS.
Casi 34.000 casas seguían sin electricidad en la prefectura de Ishikawa, según la empresa energética local, mientras varias ciudades están sin agua.
Los trenes bala y las autopistas volvieron a abrir luego de que miles de personas quedaron varadas, algunas por hasta 24 horas.
El sismo tuvo una magnitud de 7,5 según el Servicio Geológico de Estados Unidos, mientras que la JMA lo situó en 7,6.
La agencia japonesa precisó que más de 210 movimientos telúricos sacudieron la región hasta la noche del martes.
El sismo generó advertencias de tsunami, y provocó olas de al menos 1,2 metros que azotaron la ciudad de Wajima, pero las alarmas fueron levantadas el martes.
Yuko Okuda, una mujer de 30 años, contó que está en un albergue porque no tiene ni luz ni agua y siente miedo de que su vivienda se derrumbe por las constantes réplicas.
“Mi casa podría desplomarse en cualquier momento”, contó a la AFP esta damnificada que vive en Anamizu, una pequeña localidad de la península de Noto.
Las autoridades de Ishikawa pidieron a la población que dejen de contactar a sus familiares afectados por el terremoto para preservar las baterías de los teléfonos las llamadas de emergencia.
Además hay 115.000 casas sin agua en Ishikawa y en otras dos prefecturas, indicó el gobierno.
El número de terremotos en la península de Noto ha crecido de manera sostenida desde 2018, según un informe gubernamental del año pasado.
(Con información de AFP. Fotos de AFP, AP, Reuters)