Miles de personas se congregaron en varias ciudades de Brasil para el festejo del Bicentenario de la Independencia del país, al que el presidente Jair Bolsonaro le ha dado un claro tinte electoral.
“Está en juego nuestra libertad”, declaró Bolsonaro en el Palacio de la Alborada, su residencia oficial, antes de dirigirse hacia la Explanada de los Ministerios, una céntrica avenida de Brasilia en la que encabezó un desfile cívico militar en conmemoración de los 200 años de la Independencia del país de Portugal.
La declaración fue interpretada como un mensaje a sus seguidores de cara a los comicios del próximo 2 de octubre, en los que aspira a la reelección frente al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que lidera todos los sondeos y abandera un amplio frente progresista.
Bolsonaro, ataviado con la banda presidencial, acompañado por su esposa Michelle y un grupo de niños, atravesó la Explanada de los Ministerios en un Rolls Royce “Silver Wraith” sin capota, donado a Brasil por la reina Isabel II de Inglaterra en 1953.
Durante el trayecto hasta la tribuna presidencial, fue aclamado por un público calculado en unas 40.000 personas, en su gran mayoría alineado con la ultraderecha que encabeza el mandatario, ya que la oposición decidió dejarle la calle al bolsonarismo en esta fecha patria, a fin de evitar enfrentamientos en un ambiente polarizado.
Según coinciden los sondeos, cuando faltan unas tres semanas para las elecciones, el líder de la ultraderecha tiene una intención de voto en torno al 30 %, frente al 45 % que obtendría Lula, quien ya gobernó el país entre 2003 y 2010.
Al desfile cívico militar asistieron los presidentes de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa; y de Guinea Bissau, Umaro Sissoco Embaló, y de Cabo Verde, José María Neves, dos países que también fueron colonias portuguesas.
Tras la presentación de las tropas y la ceremonia institucional, Bolsonaro participó en un acto político en la misma Explanada de los Ministerios, en el que no hizo una sola alusión al día de la Independencia y reiteró su decisión de “luchar contra el mal” y “el comunismo” en las elecciones de octubre.
Aun cuando algunos de sus partidarios exhibían carteles pidiendo una “intervención militar con Bolsonaro en el poder” y la “clausura” del Parlamento y la Corte Suprema, el mandatario no se hizo eco en su discurso, en el cual insistió en que Brasil tiene hoy “un presidente que cree en Dios, respeta a los policías y militares, defiende a la familia, es contra el aborto y le debe lealtad su pueblo”.
Tras ese acto, Bolsonaro se trasladó a Río de Janeiro, donde celebró un mitin electoral frente a miles de partidarios.
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