Dilan tiene 10 años, pero desde los siete le llamó la atención el arte del tatuaje al ver a su papá. Él junto con Demian, su hermano de casi 12 años, le pidieron a “Plaga”, su padre, que les enseñara.
Iniciaron aprendiendo a dibujar, hacían bocetos que después su papá les revisaba, el siguiente paso fue aprender a usar la máquina sobre piel sintética, la cual les ayudó a conocer el nivel al que la aguja debe entrar en la piel.
“Le pedí que me enseñara a dibujar, luego le pedimos que nos enseñara a tatuar”, dijo Dilan.
“Si a sus 10 y 11 años tatuan bien, imagina el nivel que tendrán a los 15″, dijo Plaga mientras observaba a cada uno de sus hijos mientras tatuaban el brazo de una amiga. Con cada línea o sombra que terminaban, Dilan y Demian buscaban a su padre para enseñarle los resultados y recibir su ayuda con consejos.
“Era una patineta haciéndole un truco a un humano, se lo hice a un amigo que se llama Chino y sentí raro por cómo se movía la piel, me marea”, dijo Dilan a Infobae México mientras recordaba con entusiasmo el primer tatuaje que hizo.
A Demian le gustaría que su primer tatuaje fuera una patineta. Tiene casi 12 años y le comenzó a llamar el realismo en la piel que hacía su papá.
“Cuando subíamos a verlo (a su papá), ver cómo tatuaba, se me hacía muy interesante”, dijo Demian.
“Plaga” les dijo que debían aprender primero a dibujar, “cuando tuvimos un mayor nivel de dibujo, iniciamos a tatuar”, dijo Demian. Ambos hermanos aseguran que sus padres les dijeron que siempre los apoyarían, cuentan con el material que les han comprado y amigos que han estado dispuestos a ser tatuados para que puedan generar experiencia.
Demian, como su hermano, quiere tatuar por hobbie, pero también le gustaría llevar de manera profesional lo que ha aprendido de skate, trucos que de igual manera su papá les ha enseñado.
“Están mal porque mi papá está tatuado y no es una mala persona, es bueno”, dijo Demian al asegurar que no está de acuerdo en la discriminación que existe aún hacia las personas tatuadas.
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