Lano Tamayo y María Guadalupe, despiertan todos los días antes de que salga el sol, aún en medio de los últimos minutos de la noche, se alistan y cubren sus ropas con el delantal. Desde su casa, ubicados a 20 minutos al sur de la capital zacatecana, crean con sus manos el tradicional Pan Ranchero.
Albañil desde los 13 años, Lano, decidió cambiar y dedicarse a la panadería después de haber aprendido el oficio de familiares. Ya casado con María, prefirieron apostarle al Pan Ranchero “la construcción es muy dura, preferí estar trabajando en mi casa”. Antes de las 6 de la mañana, él se adelanta, se dirige a la cocina y enciende el foco de 60 w y en medio de la penumbra acerca los ingredientes a una mesa gigante revestida con hule; mientras comienza a mezclar las harinas, mantequilla, el azúcar, los huevos, la manteca; corridos, historias de amor, desamor, honor y valentía, salen de un aparato, en el fondo de la habitación, que sintoniza la estación radiofónica local.
Entre las rancheras, el aroma de canela y naranja, ingredientes esenciales del pan, Lano mezcla y amasa, hasta el punto perfecto para permitir dejar reposar. “Mi esposa llega después, ya que vamos a hacer los panes y comenzar a hornear. Cuando tenemos muchos pedidos, si comenzamos juntos, inclusive le pedimos a una sobrina que nos eche la mano”. Después de unos minutos y con ayuda de una pequeña bascula, comienza a pesar las porciones exactas para después, con el rodillo, extender la maza a la forma y tamaño de cada pan.
“Ahora me piden mucho pan de trigo y por la temporada, pan de muerto. Ya no puedo dejar de hacer pan, todos los días me hacen pedido dos o tres vendedores”. La mayoría de los y las vendedores informales de gastronomía tradicional zacatecana en la zona conurbada Guadalupe-Zacatecas son trabajadores rurales de esta localidad, llevan en el interior de botes de plástico reciclado, productos como tunas, nopales, miel, el pan, quesos, etc, a las puertas de sus casas.
Mientras Lano acarrea unos leños secos de huizache y mezquite a un pequeño horno, que muestra su edad con las grietas y parches para contener la humareda, para preparar la cocción; María ya en la cocina, comienza la hechura y forma del pan de muerto. Así comienzan a hornear, frente al orificio en donde calor de las brazas cala, Lano va ingresando las charolas y acomodando cada una en el fondo del pequeño horno. Se mantiene vigilando la cocción, mientras los panes van inflando hasta quedar en el punto perfecto, así, hasta terminar todas las charolas.
Para el pan de muerto, después de hornearlos continua la mantequilla, el azúcar, para después empaquetar y esperar a sus vendedores. Una parte de su producción es para ellos mismo, Lano, también sale a las calles a vender por tan solo 18 pesos la pieza, directamente su pan ranchero horneados cada mañana. La pareja ha ganado en varias ocasiones el primer lugar y la representación de su municipio en Festivales culturales y gastronómicos en el estado y el país.
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