Luego de un 2020 marcado por el cierre de actividades, y aún en medio de una situación económica que no favorece la venta de libros, la Ciudad de Buenos Aires pudo volver a disfrutar una vez más de La Noche de las Librerías, un evento ya instalado en la agenda cultural que le hace honor a su tradición de urbe letrada. El cielo se fue abriendo desde temprano para despejar toda duda y a partir de las 18 la gente empezó a concurrir desde distintos puntos de la ciudad –y desde fuera también– al paseo peatonal de la avenida Corrientes, donde los comercios esperaban con ansias este regreso de la cultura a las calles.
“Como parte de todas las cosas que pasan después del encierro, vimos que la gente salió a la calle con muchas ganas y estuvo acá visitando y revolviendo entre los libros”, dijo Damián Cabezas, librero de La Libre, en el barrio de San Telmo, donde se vivió un clima especial y novedoso, ya que en esta edición sumó su propio circuito al evento con un corredor en la calle Chacabuco entre avenida Independencia y Carlos Calvo y la participación de librerías, espacios culturales, museos, cafés y bares notables de los alrededores. La idea de Cabezas, cuya especialidad son las editoriales independientes autogestivas, era leer en la calle junto a otros libreros del barrio, pero el nivel de actividad los mantuvo ocupados en los mostradores hasta tarde. Una de las características de esta edición fue lo mucho que se movió la parte de libros usados, entre los que se incluyeron muchos clásicos.
Los adolescentes de escuelas públicas de la Ciudad pudieron canjear unos cupones válidos por $500 para la compra de libros en la Feria de Editoriales y Librerías de Buenos Aires y las librerías adheridas al Pase Cultural, y el evento reservó para ellos una estación musical con DJ Set durante gran parte de la noche, en la que también hubo una jam de lectura con Carolina Peralta. A tono con esta época en la que el mundo de los libros también aparece en nuestras pantallas móviles, cada edición nueva de este encuentro nocturno profundiza la interacción digital con su público. A través de GoogleMaps y con un código QR los paseantes pudieron disfrutar de unos videopoemas celebratorios de la vida cultural de la calle Corrientes de la mano de cinco generaciones distintas de poetas.
Desde el Obelisco hasta después de Callao, a medida que entraba la noche, se fueron formando filas cada vez más largas para ingresar a las librerías, mientras sobre el asfalto había propuestas para todos los gustos. Las más lúdicas invitaban al público a confeccionar listas que se colgaron sobre un stand en medio de la avenida y a llevarse las más afines, o a dejar cartas en un buzón. El dibujo también tuvo su lugar en esta velada que reunió no solo a escritores y libreros sino a historietistas e ilustradores. En el Teatro Alvear se montó especialmente un espacio para el aspecto más visual de los libros, que estuvo representado, entre otros, por Maitena, Gustavo Sala y Esteban Podetti. Con la presencia del escritor Washington Cucurto, la editorial Eloísa Cartonera entretuvo a los más chicos con un taller de encuadernación en la calle, quienes se llevaron a sus casas los libros que armaron y pintaron.
Alrededor de las 20 horas, Narda Lepes apareció por el living Tamara Kamenszain –nombrado en recuerdo de la poeta fallecida este año–, a metros de la pizzería Güerrín en la esquina con Uruguay, para animar al público con algunos de sus consejos para la cocina y para una alimentación saludable. Más temprano había estado en el mismo espacio Darío Sztajnszrajber, quien convocó ante los oyentes el espíritu nietzscheano con su filosofía a martillazos. Por un camino similar transcurrió la charla entre el psicoanalista y filósofo Luciano Lutereau y Florencia Abbate, que comentaron algunas lecturas importantes para la identidad y conversaron sobre el impacto de la pandemia en la subjetividad. “Frente al estado de fragilidad colectiva actual, en el que pesa la incertidumbre sobre el futuro y no saber bien lo que nos pasó en los dos últimos años, la lectura se vuelve algo importante”, destacó el autor de El fin de la masculinidad.
Las ganas de interacción entre las distintas partes del mundo de los libros siguió en la esquina de Corrientes y Paraná con el Mundialito de escritura, una versión en vivo y en directo del famoso concurso que convoca a miles de lectores en las redes, que en esta ocasión desafió a los participantes con una serie de consignas que debieron completar por medio de sus celulares o tablets. Sobre el final, algunos se animaron a pasar al escenario montado en el living Irene Gruss para leer los ejercicios que hicieron. Más tarde Santiago Llach, quien organiza estos desafíos, hizo un recorrido por la obra de Jorge Luis Borges a través de memes que le sirvieron como disparador.
A las 23 llegó uno de los momentos especiales del encuentro con el homenaje a Juan Forn, quien partió temprano a mitad de este año. En el living que llevaba su nombre lo recordaron con diversas anécdotas Sylvia Iparraguirre, eran muy cercanos, Mercedes Güiraldes, su editora en Planeta, y el dibujante Miguel Rep, que fue compañero suyo en Página/12. Junto a Ana Correa y Gonzalo Heredia, los conductores del programa radial Notas al pie –del que Forn fue invitado varias veces– que moderaron la charla, leyeron algunos textos de Yo recordaré por ustedes, el último libro de Forn.
Por esa misma hora y a unos metros de distancia, los novelistas Federico Jeanmaire y Leila Sucari se animaron a improvisar en vivo frente al público, con una escritura a la que se acoplaron los sonidos de Leo Oyola, el autor de Kryptonita, y las ilustraciones de Nan Knell.
Lejos estaba aún de concluir la velada, que se extendió hasta después de medianoche tanto en la avenida de los teatros como en las calles de San Telmo, donde la oferta gastronómica y la música en vivo le sumaban un atractivo extra al paseo. Quizás no fue el evento multitudinario que se esperaba, pero después de dos largos años de encierro sin duda valió la pena el reencuentro con los libros y las luces de la ciudad, aunque sea para confirmar que la pasión por la lectura se sobrepone a las adversidades.
FOTOS: GUSTAVO GAVOTTI
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